Un proyecto comunitario lleva agua potable a región pobre de Nicaragua

El Fondo para el Logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de Naciones Unidas financió este plan que proporcionó bienestar a 56 familias de una comunidad indígena en una remota zona minera

Venus, una pequeña comunidad de la zona de amortiguamiento de la biósfera de Bosawas, en la Región Autónoma del Atlántico Norte (RAAN), en Nicaragua, está constituida en su mayoría por habitantes de la ciudad minera de Bonanza y que pese a estar rodeada de ríos que nacen en la biosfera más importante de Centroamérica, hasta hace pocos meses no contaba con agua potable.

Lo común en Venus era ver a las mujeres con sus cubetas o baldes en busca del preciado líquido para cocinar o lavar. Hasta que llegó un punto en que las propias mujeres decidieron ponerle un alto a la situación y se organizaron para proponer un proyecto de agua que les permitiera el acceso a ese servicio básico.

Con esta idea nació el Comité de Agua Potable (CAP) de Venus, un proyecto coordinado por la joven Fátima Luna, quien a sus 24 años no sabía lo que era el agua potable, y mucho menos lo que significaba una iniciativa de esta envergadura.

“Este proyecto vino a beneficiar a más de 56 familias, y las mujeres de Venus somos las más beneficiadas. El impacto más grande se ha sentido en el hogar porque nosotras somos las que más necesitábamos el agua. Como mujeres conocemos más las necesidades que padecemos, ya que nuestros quehaceres domésticos lo hacemos en un 90 por ciento con agua”, explica la coordinadora del CAP.

El proyecto de la comunidad de Venus es una de las iniciativas del programa conjunto “Gobernabilidad del Sector Agua y Saneamiento en la RAAN y la RAAS”, uno de los seis que financia en Nicaragua el Fondo para el Logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (F-ODM), para apoyar los esfuerzos del Gobierno en la lucha contra la pobreza y para reducir las desigualdades.

“Cuando propusimos el proyecto y lo llevamos a la alcaldía de Bonanza, la mayoría de las mujeres decidimos apoyar en lo que fuera necesario. cuando nos dijeron que el F-ODM proporcionaría los fondos y que teníamos 90 días para instalar la tubería, decidimos agarrar palas y la piochas. El resultado fue que en 45 días ya estaban las tuberías“, explica con orgullo la líder comunitaria.

Los técnicos del programa de la alcaldía de Bonanza impartieron talleres a los líderes comunitarios sobre agua potable y saneamiento. Hoy en la comunidad todos se sienten capacitados para hablar de estos temas, en una zona del país con fuerte presencia indígena y afrodescendiente donde menos del 20 % de la población tiene acceso a agua potable y saneamiento rural.

Francisco Reyes, encargado de la infraestructura del proyecto, cuenta que uno de los retos que se planteó a la comunidad es que tenía que hacer un aporte económico para financiar la instalación. “Decidimos unirnos y juntos emprender el proyecto. Ahora nuestra comunidad se llama Unión Venus en vez de Venus ya que el proyecto de agua nos unió para salir adelante”, celebra Reyes.

“Lo difícil es que la comunidad está ubicada en una zona minera y hay muchas rocas. Habían días que pasábamos quebrando las rocas que encontrábamos en la zanjas a puro cincel y mazo. Sin embargo, eso no nos bajó la moral, al contrario, nos unió más como comunidad porque cuando una familia encontraba este tipo de problemas, las otras que iban más avanzadas nos apoyaban en el proceso”, explica.

El costo del sistema en la comunidad de Unión Venus asciende a US$ 65.516,32 (1,6 millones de córdobas), fondos aportados por el programa conjunto, además de los  US$ 12.120 (296.000 córdobas) que puso la comunidad en un proyecto que beneficia a más de 400 personas en este territorio indígena.

No es la única iniciativa impulsada por el programa conjunto. En los últimos meses se instaló un sistema de saneamiento en un centro escolar de la localidad de Laguna de Perlas, en la Región Autónoma del Atlántico Sur, que cuenta desde entonces con baños (inodoros y lavamanos), pozo y un tanque que abastece de agua la escuela.

Fuente: PNUD