Siempre pensé –estuve convencido– de que las preguntas eran más seductoras que las respuestas de los expertos. Uno de los libros elaborados por mi equipo de científicos intentaba descubrir Lo que nos pasa por dentro a partir de las preguntas de la gente. Las cuestiones más recurrentes tienen que ver con por qué no aplicamos en la educación y en la vida diaria los descubrimientos más recientes de la ciencia. También me preguntan cuáles espero que sean los próximos hallazgos y, últimamente, si voy a dedicarme a la política. Todas esas preguntas son las que motivan mis respuestas, que básicamente son las siguientes:
1. Una de las grandes conquistas individuales de estos últimos años ha sido el poder inenarrable que tiene la persona o el individuo para incidir sobre las estructuras cerebrales, para cambiar lo que hasta hace poco se creía inviolable. Estamos constatando, por fin, que cualquier tiempo pasado fue peor.
2. El sistema educativo no contempla la enseñanza de la inteligencia emocional porque no nos hemos centrado en el tipo de competencias que son susceptibles de garantizar un puesto de trabajo en la sociedad del conocimiento, en lugar de empeñarnos en las antiguas competencias que garantizaban, supuestamente, una plaza en la antigua sociedad industrial basada en el cálculo del coeficiente intelectual de los candidatos. Ha llegado el momento de analizar las nuevas competencias, como la globalidad, la capacidad de inventiva digital o, desde luego, la mejora del aprendizaje emocional.
3. Hoy sabemos que el destino de las personas no está predeterminado. Hace unos años, yo mismo conocí a grandes científicos –algunos incluso galardonados con premios Nobel– que lo creían. Pero hoy sabemos que nuestra capacidad para incidir en la estructura misma de los circuitos cerebrales es enorme. Y este es el primer gran paso de la innovación humana.
4. Saber lo que nos pasa por dentro. Eso es lo que más me importa. Y, en cuanto a los científicos que más me han impresionado, están los biólogos como Nealson, que dirigieron los primeros esfuerzos para descubrir vida en otros planetas, y sobre todo los físicos cuánticos. ¿Por qué estos últimos? Porque hasta en uno de los países más dogmáticos que existen, como es el caso de España, introdujeron el principio de la incertidumbre.
5. Para sobrevivir, hay que profundizar en el conocimiento. No hay otra manera. Y aprovechar todas las oportunidades que ofrecen las políticas de prevención. Es incomprensible, es un pecado, que se construyan centrales nucleares sin haber previsto los posibles fallos del sistema y soportado el coste anticipado para evitarlos.
6. El desarrollo científico lleva tiempo. Hace falta mucho tiempo para crear las bases de la innovación científica, asentar la comunidad promotora, crear revistas afines y descubrir algo. No hay que ponerse nervioso. Pero si quieres dedicarte a la ciencia, no olvides mezclarla con otras competencias, que ya se acabó lo de que solo hay científicos de la comunidad científica.
7. Lo que me gustaría que descubriesen ahora los investigadores actuales es la mejor manera no tanto de repartir la riqueza como de repartir el trabajo.
8. ¿Si me planteo volver a la política? Lo que me planteo es cómo impulsar la incorporación de los jóvenes a la política. Constituye un fracaso sin límites la no incorporación de la juventud al estudio, al ejercicio del poder y a su representación.