Con Azul y no tan rosa, una película que trata sobre la intolerancia, el cineasta venezolano Miguel Ferrari entró hoy en la historia del cine al conseguir por primera vez para su país un premio Goya a la Mejor Película Iberoamericana, un galardón que se suma a la Concha de Oro del Festival de San Sebastián que ganó su compatriota Mariana Rondón con el filme Pelo malo.
“Este ha sido un año fantástico para Venezuela y para el cine, este es nuestro pequeño grano de arena para sacar a nuestro país adelante”, dijo el cineasta en una entrevista con Efe, “feliz” del acompañamiento que ha sentido tras saberse la nominación de la película.
“Te aseguro que (en Venezuela) han seguido esta fiesta como una final de fútbol”, indicó, con una gran sonrisa que ya no le abandona.
Según dijo, estos dos importantes premios españoles demuestran el “gran esfuerzo” que se está haciendo en Venezuela. “Tenemos una cinematografía joven, pujante y llena de ideas nuevas que viene con muchísima fuerza; se que esto -dijo mientras acariciaba el Goya- va a repercutir en cosas buenas para el cine de mi país.
Su película, la coproducción hispano-venezolana Azul y no tan rosa se impuso a La jaula de oro, El médico alemán y Gloria, opciones de México, Argentina y Chile, respectivamente.
“Este es el primer Goya para Venezuela!”, fue precisamente el grito emocionado de Ferrari, tras recoger el galardón, acompañado de gran parte del equipo de su película.
“Estoy emocionadísimo por darle esta alegría a mi país, en medio de tantas dificultades, estas buenas noticias hacen mucha falta”, dijo minutos después a Efe.
Su actor principal, Guillermo García, que se desplazó a España solo para asistir a la gala, ya que se encuentra rodando en Bolivia una serie de televisión basada en el largometraje No sos vos, soy yo, de Juan José Campanella, compartió su “enorme” alegría por el premio.
Azul y no tan rosa, dice García, es un “alegato a la aceptación, hay una premisa en la película en la que mi personaje dice: ‘soy como soy, ¿y qué?’ y creo que desde que rodé esa escena yo miro hacia adelante y digo lo mismo que él, me banco el mundo un poquito y trato de aceptar lo que haya que aceptar”.
“Trabajar con Ferrari es lo mejor, nos rodeamos del mejor equipo -dijo el actor venezolano, abrazando a ‘su hijo’, el español Nacho Montes. El mundo, de aquí en adelante se va a enterar mucho más de lo que es el cine venezolano”.
Montes, por su parte, aseguró que parte de su corazón “se ha quedado Venezuela” y que se siente “muy orgulloso” de estar en esta película, eso sí, dijo con un guiño: “deseando llegar a mi casa, quitarme el traje, despeinarme y darme una ducha”.
Venezuela da en la diana de los Goya, pues hasta ahora solo había logrado nominaciones, la última la consiguió Carlos Azpurúa en 1999 con Amaneció de golpe, pero en aquella ocasión el premio fue para la argentina El faro del sur, de Eduardo Mignona.
Ferrari dijo que hacer una cinta sobre un tema tan sensible como la homosexualidad había sido un sueño hecho realidad. “Gracias a los valientes que se atrevieron a interpretar esta película y a poner voz y corazón a unas personas que no se interpretan por prejuicios”.
Primer Goya también para el cineasta, debutante con esta tragicomedia amable y desprendida, en la que se critica con buen humor, pero sin resquicios, la homofobia, la intolerancia y el rechazo a lo diferente.
Actor y guionista, Ferrari firma hasta el último detalle de una cinta que le ha llevado varios años sacar adelante, debut internacional del venezolano que ya probó fortuna con Cortos Interruptus (2011), una película que solo se estrenó en Venezuela.
Como Pelo malo, Azul y no tan rosa pone el dedo sobre la llaga de la intolerancia, en este caso con un registro desenfadado y muy “almodovariano”, influencia que Ferrari no solo reconoce, sino que, asegura, la disfruta provocando al espectador con guiños a su filmografía.
Fuentes: El Universal – El País | @IQLatino