El Museo de Arte Contemporáneo Gas Natural Fenosa (MAC) de A Coruña, en Galicia, España, ha puesto en marcha una experiencia pionera para trabajar con personas a quienes la soledad les supone un lastre que les paraliza; su departamento de acción social echó a andar en septiembre de 2010 el programa Acompañarte, y ahora, tras dos años y medio y 175 usuarios, se han animado a contarlo.
El equipo del museo –que abrió en 1995, pero en 2005 dio un giro completo para convertirse en lo que es hoy: un espacio racionalista de unos 8.000 metros cuadrados con una colección de más de 600 obras, y que en 2012 registró unos 41.000 visitantes– se muestra satisfecho de trabajar con gente a la que se le rompió algo en el alma, en las conexiones cerebrales o en la química orgánica, por componentes genéticos, por psicosis o neurosis, o simplemente por las circunstancias de la vida, tan determinantes como el ADN, de acompañarlos para ayudarles a salir del túnel.
Con un argumento muy sencillo: cada jueves, a las cinco de la tarde, tienen una cita de dos horas en el museo, para encontrarse con gente y trabajar en actividades relacionadas, de cerca o de lejos, con el arte. Grupos de 12 a 15 personas durante todo el curso escolar. Y si no han estado jamás en un museo o en una exposición, si nunca se han planteado si les gusta el arte, no importa: es el primer paso para romper el círculo, para obligarse a arreglarse, salir de casa y acudir a un sitio público a encontrarse con otros, a hablar, para reaprender a relacionarse. Es el primer paso para romper la espiral de la… a veces tristeza, a veces algo parecido a eso tan indefinido que es la locura. El arte como herramienta de inclusión social.
María Lemos, psicóloga responsable de Acompañarte, y Jesús Rodríguez, psicólogo de la Seguridad Social en A Coruña que deriva pacientes a este programa, nos ayudan a entender qué es lo que hacen. Lemos empieza acotándolo así con la precisión de su lenguaje de experta: “Acompañarte es un programa de apoyo social a través del arte para personas en situación de aislamiento. El concepto de salud incluye no solo la salud física y la mental, sino también la salud social. Porque entre las condiciones objetivas externas que influyen en la calidad de vida, y que contribuyen a mejorar el estado psicológico de las personas, destaca el tipo y la calidad de los contactos sociales”.
Y añade, ya más llana: “Es que hay gente que se pasa ocho y nueve horas al día sin hablar con nadie, gente que no recibe ni una llamada telefónica en una semana, y así un mes tras otro. El ser humano es un ser social. Les hacemos ver que no se puede vivir solos. Y cuando alguien falta un jueves y le llamamos por teléfono para interesarnos, para saber por qué no ha venido, es impresionante porque se quedan muy sorprendidos de que alguien les eche en falta, que se preocupe por ellos. Ese apoyo social percibido es crucial para que ganen en autoestima y, por tanto, para que desarrollen sus habilidades sociales. El curso, como ellos lo llaman, no solo les obliga a arreglarse y salir de casa, sino que les aporta material para su vida cotidiana, así ya tienen también algo que contar”.
Jesús Rodríguez complementa: “Usamos las obras de arte como excusa, como medio, para desarrollar habilidades sociales, y muchas piezas de arte contemporáneo son perfectas para trasladar la idea de que no todo es unívoco, de que no hay una sola realidad, y que todos podemos reinventarnos. El museo es un espacio muy normalizador, mucho más que un centro social, un hospital, una consulta clínica. Es un espacio nada agresivo, sin ninguna connotación terapéutica. Un espacio agradable que no te juzga. Donde hay conferencias, conciertos, inauguraciones… Se trata de que el museo les sirva para engancharles de nuevo a la sociedad”. Es la chispa para que despierten y tiendan redes.
Fuente: El País (ES)