Bolivia vive la peor sequía de los últimos 25 años. El 21 de noviembre el gobierno de Evo Morales declaró la emergencia nacional y más recientemente el presidente dijo que aceptará ayuda internacional para mitigar la situación.
“El cambio climático y el efecto del fenómeno de El Niño, una dispar geografía que impide un mejor aprovechamiento de las cuencas y una* mala gestión institucional* del sector han empeorado los efectos de la sequía en Bolivia”, explica un despacho de la agencia EFE reproducido por La Prensa de Perú.
El cable recuerda que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) había alertado hace tres años que Bolivia es uno de los países más afectados por el cambio climático y el calentamiento global, “y eso se ha traducido ahora en el deshielo progresivo de los glaciares y la desaparición del lago Poopó, que era el segundo más grande después del lago Titicaca”.
Un estudio de la Unión Europea de Geólogos reseñado por EFE indica que el calentamiento global ha reducido 43% de los glaciares bolivianos en menos de 20 años, entre 1986 y 2014: de 530 kilómetros cuadrados a 300.
“El deshielo supone ‘un hecho alarmante’, pero en concreto solo afecta a la provisión de agua en las ciudades andinas vecinas de La Paz [la capital] y El Alto, donde viven cerca de dos millones de personas, dijo a Efe el investigador del Instituto de Hidráulica e Hidrología (IHH) de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), Jorge Molina. ‘Va a llegar un momento en el que el glaciar sea tan pequeño o haya desaparecido y ahí sí va a afectar a la disminución del agua disponible’, dijo Molina reforzando un pronóstico que se ha repetido varias veces en las instancias científicas”.
Ya, según La Nación de Argentina, una de las principales represas de La Paz está trabajando a sólo el 1% de su capacidad. Aunque el cambio climático es el principal responsable de la emergencia, también lo es la mala gestión institucional y la poca consciencia sobre la importancia del agua. “La mala gestión de la empresa e intereses políticos, sumada a la poca cultura ciudadana de ahorro, son también algunas de las razones que llevaron a esta situación. En algunas de las principales represas de La Paz, los volúmenes de agua apenas llegan al 8%. En una el nivel está al 1%”, dice el artículo del periódico argentino.
La sequía, según el experto Molina entrevistado por EFE, “se han agravado en regiones como La Paz, Oruro (oeste) o Chuquisaca (sureste)”.
El presidente Morales destituyó a tres funcionarios por no haber alertado a tiempo sobre la escasez del agua.
“El suboficial Ramiro Flores, conductor del ejército especializado en transporte pesado, dice que no ha visto nada similar desde que estuvo en Haití con los cascos azules bolivianos, donde repartía agua en los orfanatos. Flores llegó hace poco de la localidad fronteriza de Pisiga, cerca de Chile, para combatir los efectos de la sequía que azota a la región desde hace meses. Maneja un camión cisterna fabricado en 1998 y trabaja casi 24 horas al día, cuenta, con descansos esporádicos entre entrega y entrega de agua.
La emergencia estalló a principios de noviembre, cuando la Empresa Pública Social de Agua y Saneamiento (Epsas) emitió un comunicado que informaba del comienzo de un racionamiento porque las dos represas que suministran agua a más de 340.000 personas en 94 zonas de La Paz estaban a niveles mínimos. Días después, el gobierno ordenó la destitución del gerente de la empresa. El presidente Evo Morales comparó la situación con un terremoto. Epsas endureció los cronogramas de corte: estableció tres horas de agua por sector cada tres días”.
Según un artículo de La Opinión de Bolivia que cita a la agencia Inter Press Service, “as pérdidas en las zonas productoras de alimentos afectadas por la sequía superan los 500 millones de dólares, por los efectos de la sequía en unas 207.000 hectáreas de diversos cultivos y la muerte de unas 277.000 cabezas de ganado”.
El propio presidente Morales acompañó a un grupo de nativos de la comunidad aimara en un baile ritual para pedir lluvia, en un pueblo cerca de La Paz, según La Opinión de Bolivia. Ha llovido, pero no lo suficiente todavía.
Días después, la semana pasada, el mandatario anunció en una rueda de prensa que aceptaba ayuda internacional “sin condiciones”, informó El Comercio de Perú. “Saludo toda la cooperación y ayuda, es bienvenida. No está condicionado ni hemos pedido. Cualquier cooperación incondicional y solidariamente (es) bienvenida, de cualquier país o de cualquier organismo internacional”, dijo, como respuesta al ofrecimiento de cooperación por parte del gobierno chileno.
Otro artículo de La Opinión advirtió que al menos diez países latinoamericanos, incluida Bolivia, están en alerta por la sequía. “Bolivia encabeza la lista con la peor sequía de los últimos 25 años. También Perú, Chile, Paraguay, Uruguay, Venezuela y Colombia reportan déficit de lluvias en Sudamérica. En tanto que el Corredor Seco de Centroamérica de Guatemala, El Salvador y Honduras ya lleva diez años sin lluvias”.
En la nota citan al director del Laboratorio Climatológico Sudamericano, Juan Leónidas Minetti, quien pronostica para 2917 “una sequía importante en Bolivia, Paraguay, sur de Brasil y norte de Uruguay, incluyendo las provincias argentinas de Chaco Corrientes y Formosa”. Y también dan cuenta de que, según la Organización de Naciones Unidas, el fenómeno El Niño, uno de los exponentes del cambio climático y el calentamiento global, “provocó graves daños a 60 millones de personas a través de las sequías extremas, los huracanes y las numerosas inundaciones que originó o exacerbó”.