Casa de Paula y Domingo Díaz
El Calvario Parte Alta, Municipio El Hatillo, Caracas
Mónica Díaz recuerda cuando su mamá se paraba afuera de la escuela a vender empanadas y a la hora del recreo, ella y su hermana se las comían gratis. A Paula la madre de Mónica, siempre le sobraba una empanada para regalar a quien no tuviese para comprarla. Con esas ventas ahorró para comprar algunos muebles de la casa y con su generosidad ganó el respeto y cariño de los vecinos de El Calvario.
La señora Paula viene del oriente de Venezuela, de Güiria (Estado Sucre). Se casó con un caraqueño muy trabajador, Domingo, quien con tan solo 13 años compró su primera piecita en el barrio donde creció en el Hatillo: El Calvario. Ella tenía 19 años y él 24 cuando se casaron en 1965, les tomó 7 años construir su casa con un cuarto, cocina y baño.
La casa la construyeron al vaciar una placa de concreto sobre la piecita que había comprado Domingo. Hicieron la sala, los cuartos y una pequeña cocina en el pasillo. Luego ampliaron esa casita para hacer una cocina más grande y una bodega.
Paula nos cuenta: “Mi esposo se iba a trabajar a las cinco de la mañana para la cantera, yo me quedaba y me traían los materiales de construcción. Iba cargando materiales de la placita para acá en el hombro, sacos de cemento y arena, bastante luché yo para hacer este rancho. En las noches construíamos, trabajábamos hasta las once de la noche pegando bloques y haciendo paredes. Domingo no era albañil. Lo hicimos como podíamos. La prueba está en que no quedó muy derecha. Gracias a Dios quedó bien porque lo hicimos nosotros que no sabíamos. Aprendí viendo. La necesidad me obligo a aprender, esa es la palabra.”
Los Díaz tuvieron cuatro hijos de los cuales tres se quedaron a vivir con ellos. Mónica y Carmen, construyeron dos pequeños apartamentos sobre la casa de sus padres. La piecita original se convirtió en la casa de Miguel, el varón mayor de la casa. Solo Leonardo vive en otro sector de Caracas. De esta manera viven casi todos en la misma parcela pero cada uno con acceso independiente. Adicional a la casa hicieron un pequeño cuarto para alquilar.
Paula explica: “La piecita de arriba la alquilo para pagar la luz. Necesito que me paguen porque yo no tengo más ninguna entrada directa. Tengo la bodeguita pero le gano muy poco porque no se consigue nada.” Todo ha sido autoconstrucción y autogestión. Poco a poco consiguieron el dinero para ampliar la casa. Ya no pueden seguir construyendo, la alcaldía no permite hacer más de tres niveles y además Paula explica que las bases no están previstas para un piso adicional.
La casa llama la atención. Podría ser por sus matas o por lo linda que se ve pintada. A diferencia de muchos vecinos, ellos desde un principio frisaron y pintaron. En palabras de Paula “buscamos que se viera limpiecito y mas nada. La limpieza está en uno, puede ser un rancho feito pero si está limpiecito luce bonito. No es verdad?”
La realidad es que entre su casa y el cuarto que alquila al frente se hace un corredor con sombra muy agradable donde los vecinos se pueden sentar a tomar lo que compraron en la bodega. La tranquilidad de El Calvario y conocer a sus vecinos son las cosas que mas le gustan a Paula.
Domingo falleció hace 10 años por una gripe mal curada. Hoy en día Paula disfruta sentarse afuera y ver a la gente que sube y baja. Pasa horas sentada tranquila. Reconoce que la parte mas linda de su casa es el frente, la entrada. Donde de paso tiene un altar de todos los santos a los que es devota y para irnos nos dice: “No se vayan sin tomarle fotos a mis santos!”
