Cae la noche sobre la ciudad. Miguel se arregla para salir, mientras su madre lo mira. “¿Estás seguro de que tienes ganas de volver a la calle?,” le pregunta. “Sí, mamá. Es el cumpleaños de Alejandro. No regreso muy tarde”. Se despide de su madre con un beso en la frente y se dirige a la puerta. La madre, angustiada, se acerca a la ventana para ver la silueta de su hijo salir de la casa y perderse en la oscuridad de la noche…
Aunque digna de un cliché, esta escena se repite con frecuencia en hogares en toda América Latina. Para los jóvenes, la noche es el espacio de socialización por excelencia, el espacio donde la identidad propia y la colectiva toman forma, donde se consolidan las culturas y emergen las subculturas. Sin embargo, en muchos lugares de América Latina, la noche es también sinónimo de violencia y de miedo.
En nuestra región, la nocturnidad urbana viene cargada de una imagen negativa, ligada a problemas como la inseguridad y el ruido. Encuestas de opinión pública realizadas en más de 20 ciudades de América Latina y el Caribe[1] revelan que en todas ellas —a excepción de Panamá donde la gestión de residuos sólidos tiene prioridad— la inseguridad es la principal preocupación de los ciudadanos. En promedio, 50% de los ciudadanos encuestados afirma que se siente inseguro al caminar por su barrio de noche, y 40% afirma que se ve afectado por ruidos molestos. En este contexto, la gestión nocturna se percibe como una tarea compleja y costosa para los gobiernos locales.
Crecí en Caracas, una de las ciudades más violentas de la región—y del mundo—donde la noche implica un toque de queda, incluso para los más jóvenes. Los altos niveles de violencia y de inseguridad han llevado a los caraqueños a refugiarse en sus casas apenas oscurece, y a restringir las actividades que realizan durante la noche. Hoy es difícil encontrar en Caracas una función de cine o de teatro que comience después de las 9:00 de la noche, o restaurantes que permanezcan abiertos después de las 11:00pm.
Motivada a cambiar esta situación, hace unos años emprendí una investigación junto a mi amigo y sociólogo Gerardo González para entender la importancia de la noche y analizar de qué manera puede aprovecharse mejor este espacio temporal en nuestra ciudad. Nuestro punto de partida fue explorar la noción de nocturnidad y, para nuestra sorpresa, tropezamos con todo un campo de estudio.
El primero en analizar la diferencia que existe entre el comportamiento de los seres humanos durante el día y durante la noche fue el filósofo y sociólogo francés Henri Lefebvre. Sin embargo, los llamados “night studies” o estudios nocturnos tienen su origen en el Reino Unido, y han tomado dos vertientes principales. La primera, es la llamada “economía nocturna” que se refiere a la diversificación de actividades durante la noche, tales como cines, restaurantes, bares y tiendas “24 horas.” La segunda, explora el lado social de la noche referente a las actitudes, hábitos, expresiones y manifestaciones culturales que tienen su origen en este espacio.
La noción de economía nocturna es quizá la más conocida debido a su potencial para revitalizar áreas urbanas. En 2007 Londres publicó Managing the NightTime Economy (“Manejando la Economía Nocturna”), una guía de buenas prácticas que describe el marco regulatorio de la ciudad y las principales intervenciones que han hecho de la capital inglesa un verdadero modelo de ciudad nocturna tanto para sus residentes como para quienes la visitan. Del Reino Unido también surge la Purple Flag (la bandera violeta), una certificación internacional que reconoce a las ciudades que han alcanzado los máximos estándares de calidad en su oferta nocturna, por ejemplo, eficiencia en el manejo de licencias para el expendio de licores y diseño de estrategias multi-sectoriales de seguridad.
En las Américas, Montreal es la campeona de la economía nocturna. Incluso durante el invierno, la ciudad se caracteriza por una gran vida cultural y gastronómica tanto de día como de noche. Hace unos meses, el alcalde Denis Coderre anunció que los negocios del distrito central de Ville-Marie—el cual abarca el Quartier des Spectacles, el Latin Quarter y la zona gay—tendrán la opción de permanecer abiertos durante toda la noche como una medida para levantar la economía local. Si esta medida prospera, Montreal podría colocarse a la par de Nueva York en materia de servicios 24 horas.
Desde el punto de vista cultural, Paris es la principal referencia nocturna. En los 80s, la ciudad de la luz creó La Nuit Blanche (La Noche Blanca) un festival anual en la que los ciudadanos toman los espacios públicos durante la noche y disfrutan de manifestaciones artísticas, gastronómicas y culturales de carácter gratuito. Este festival ha sido replicado en más de 50 ciudades a nivel mundial, tales como Barcelona, Calgary, San Petersburgo, Melbourne e incluso en La Habana. Por su parte, en 1997 Berlín comenzó la Lange Nacht der Museen (La Noche Larga de los Museos), un evento en el que museos y diversas instituciones de la ciudad permanecen abiertos durante la noche en un esfuerzo por ampliar el acceso al conocimiento del arte y la cultura local.
En América Latina, la ciudad pionera de los espacios nocturnos es, sin duda, Buenos Aires. En 2004, la capital argentina organizó su primera Noche de los Museos, un evento que se ha convertido en una institución cultural y que alcanzó reunir a un millón de personas en la celebración de su décimo aniversario. Inspiradas por Paris y Buenos Aires, cada vez son más las ciudades de la región que realizan intervenciones y eventos nocturnos, en su mayoría, de carácter cultural:
Ciudad | Nombre del festival | Año de inicio |
Paris | La Nuit Blanche | 2002 |
Buenos Aires | La Noche de los Museos | 2004 |
Sao Paulo | Virada Cultural Paulista | 2005 |
Caracas | Por el Medio de la Calle | 2006 |
Lima | La Noche Blanca | 2008 |
La Paz (Bolivia) | La Noche Blanca | 2011 |
Belo Horizonte | Noite Branca | 2012 |
Santiago (Chile) | La Noche Blanca | 2012 |
Bogotá | La Noche en Blanco | 2013 |
Bridgetown | Bridgetown Alive/ Thursday Nights Live | 2013 |
Asunción | PaseArte por la Historia | 2014 |
Sin embargo, son pocas las ciudades en América Latina que se han aventurado a explorar los espacios nocturnos desde el punto de vista normativo y, hasta la fecha, ninguna se ha atrevido a medir su impacto económico. En otras palabras, la región tiene en sus manos un enorme potencial:
- La actividad nocturna es una fuente de empleo e ingresos adicionales (contribuciones tributarias) para los gobiernos locales.
- Permite diversificar la oferta de actividades de la ciudad, así como regenerar y revitalizar áreas urbanas que caen en desuso a una hora determinada.
- Promueve la seguridad ciudadana pues ayuda a mantener las calles llenas de vida.
- Fomenta el turismo cuando se ofrece un buen balance de atracciones nocturnas públicas y privadas, y una oferta de consumo nocturno más allá del alcohol.
- Promueve un mayor sentido de pertenencia en la ciudad, en especial para los más jóvenes.
En las próximas entregas de esta serie sobre las Ciudades Nocturnas, compartiré con ustedes las experiencias de cinco urbes cuyos aportes son el punto de partida para los estudios nocturnos en la región: Bogotá, Panamá, Asunción, Bridgetown y Caracas.
Cada una de estas reseñas analizará el potencial de este espacio temporal para transformar las ciudades de América Latina y el Caribe. Los invito a explorar conmigo estas posibilidades de crear las ciudades que soñamos, tanto de día como de noche.
[1] La encuesta de opinión pública es una herramienta utilizada durante la fase de priorización de la Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles (ICES), un programa de asistencia técnica del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que actualmente trabaja en 40 ciudades intermedias en América Latina y el Caribe.
Andreina Seijas – IQLatino
[…] de las ventajas de promover la ciudad nocturna. De acuerdo al artículo, que lleva por título El despertar de las ciudades nocturnas latinoamericanas, fomentar la economía nocturna generaría más oportunidades de empleo, revitalizaría los […]