Ya no basta con que las economías crezcan. Además, debemos acabar con la pobreza extrema, objetivo a nuestro alcance de aquí a 2030. Debemos gestionar la economía para proteger, en lugar de destruir, el medio ambiente y debemos fomentar una distribución más justa de la prosperidad, en lugar de una sociedad dividida entre los muy ricos y los muy pobres.
Utilizamos el término “desarrollo sostenible” precisamente para referirnos al crecimiento económico que pone fin a la pobreza extrema, reduce la exclusión social y es medioambientalmente sano. Lamentablemente, el mundo está descarriado a ese respecto.
Muchas economías de países pobres no están creciendo y la pobreza extrema sigue estando generalizada. La Humanidad está cambiando peligrosamente el clima, agotando los recursos hídricos y envenenando el aire y los océanos. La mayoría de las economías están volviéndose menos justas también y están aumentando las distancias entre los ricos y los pobres. Y sigue habiendo conflictos violentos por todas partes y las regiones más pobres del mundo son las más vulnerables a los estallidos.
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