Alrededor del país, la Gran Recesión ha impactado fuertemente a los estudiantes que se encuentran con caros diplomas desvinculados de la demanda de un mercado laboral todavía débil.
Esta transición escuela-trabajo es especialmente desafiante en Washington DC y sus alrededores, particularmente para estudiantes de minorías y bajos ingresos. De hecho, un 11 por ciento de la juventud en DC es considerada “desconectada”, es decir, que no están en la escuela ni tienen trabajo. Esta es una situación extendida en América Latina, donde estos jóvenes son llamados NiNi (ni trabajo ni educación).
Las cifras en Washington son alarmantes. Un 19% de afroamericanos y un 11.7% de latinos están “desconectados”, comparado con 7% de estudiantes blancos. Esto se traduce en un 32% de estudiantes de bajos ingresos que no tienen diplomas, no están trabajando ni están en la escuela, comparado con un 22% a nivel nacional.
Esta crisis es todavía más inaceptable en un Washington que está creciendo económicamente todos los años. La ciudad es la sede de cientos de embajadas, organismos multilaterales, organizaciones como el Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional y Banco Inter-Americano de Desarrollo, que demandan miles de empleados calificados. A su vez, es la ciudad epicentro de la política americana, atrayendo ambición y talento desde todos los rincones del país.
El sector privado muestra vigoroso crecimiento. Los suburbios del Norte de Virginia hace tiempo que están siendo marcados por la innovación y desarrollo tecnológico, generando miles de empleos asociados, especialmente relacionados con la industria de defensa. En Washington mismo han surgido iniciativas para fomentar la innovación y el emprendimiento. Como dijo Douglas Wolford, presidente y COO de Convergent Wealth Advisors – un fondo de inversión privado con más de $11 billones de capital- recientemente al Washington Post “En los últimos diez años, el crecimiento del emprendimiento en Washington ha sido explosivo”.
La combinación de innovación tecnológica, política y relaciones internacionales es fenomenal para nuestra ciudad, creando empleos bien pagos que demandan competitivas habilidades y talento. Al mismo tiempo, resalta la oportunidad perdida de muchos jóvenes que no tienen la educación necesaria para aprovechar esas positivas condiciones. Cuando consideramos las habilidades necesarias para avanzar en la economía del conocimiento, es imposible evitar la conexión entre la calidad educativa y los empleos calificados. Si bien diferentes indicadores muestran que DC ha realizado significativos progresos desde la década de los 90, las escuelas públicas están todavía en las últimas posiciones de los indicadores nacionales. Washington también presenta las más amplia brecha de performance educativa, y la más baja tasa de graduación en el país- solo 59% de los jóvenes se gradúan de la escuela secundaria, comparado con 63% a nivel nacional, de acuerdo al National Center for Education Statistics.
Empresarios de la región argumentan que existe una profunda desconexión entre lo enseñado por las escuelas y las habilidades que realmente se requieren en una economía globalizada y definida por la innovación y la competitividad. Como lo señala un trabajo del think tank Brookings Institute “un creciente grupo de políticos, líderes de negocios, educacionales y filántropos está promoviendo el desarrollo de caminos adicionales para educarse…incorporando el aprendizaje en el trabajo como una regla más que una excepción en el sistema educativo”.
En este contexto, ¿qué ha pasado con la educación técnica? Otros países que tuvieron éxito en desarrollar sectores de innovación y alto valor agregado, competitivos a nivel internacional, como Alemania, Suiza, Noruega y Finlandia, lo hicieron a través de la educación técnica.
En esos países, entre 40 y 70 por ciento de los estudiantes optan por una educación vocacional o técnica luego del colegio secundario
Parte del problema en DC y a nivel nacional, se refiere al estigma que existe por no seguir una educación universitaria. La educación técnica parecería tener menor reputación que la universitaria, contribuyendo a que los estudiantes desconectados no la vean como alternativa.
De hecho, opciones de educación alternativa no son únicamente una forma de obtener un diploma, sino también una posible carrera profesional. Un estudio del autor Koreano Kyung-Nyun Kim del Korea Research Institute for Vocational Education and Training presenta buenas opciones para prevenir la deserción escolar. Kim argumenta que los estudiantes que dejan el secundario no están buscando una educación universitaria sino que están mas bien abiertos a otras formas de adquirir las habilidades que les están faltando, si encuentran la oportunidad de cómo hacerlo.
Los desafíos son tan variados, que encarar la brecha de habilidades que existe en Washington requerirá una aproximación multifacética. Las escuelas tienen que encontrar formas de estar más vinculadas con la economía productiva que las rodea, y lograr una mejor evaluación de los tipos de habilidades que está buscando el sector privado. Cambiar la percepción de la educación técnica como una opción de “segunda clase” también es fundamental. De acuerdo a Jeb Ory, fundador y CEO de la compañía Phone2Action, con sede en DC “los que nos dedicamos al software, estamos todos buscando desarrolladores PHF y diseñadores web, ninguno de los cuales necesita un diploma de 4 años, pero los profesionales disponibles en la ciudad son muy pocos”.
Este tipo de pensamiento lateral, como la forma de conectar las necesidades de las empresas de tecnología con programas que capaciten a los jóvenes en esas área, es lo que necesitamos aumentar y pronto. Con 70% de los estudiantes del secundario en DC que dicen estar abiertos a más oportunidades de entrenamiento para el trabajo, es momento que políticos y dirigentes empresarios trabajen en esa línea.