El 6 de abril el Atlantic Council organizó una video conferencia para tratar el “Impacto Económico y Social del COVID-19 en Colombia”. En el evento estuvieron presentes: Andrés Cadena, McKinsey & Company; Juan Carlos Pinzón, Embajador de Colombia en Estados Unidos; Rosario Córdoba, Consejo Privado de Competitividad; Luis Fernando Mejía, Fedesarrollo; Catalina Escobar Restrepo, Fundación Juanfe; Alejandro Mesa, Baker Mckenzie y Jason Marczak, Atlantic Council.
Hoy en día es difícil tener una cifra oficial, por lo acelerado que se propaga el virus y por la falta de confianza en los datos que dan algunos países en especifico, pero se habla ya de un millón de casos. Colombia enfrenta no sólo el reto del COVID-19 y proteger a sus ciudadanos sino también reactivar la economía nacional. Se discutieron los posibles planes luego de la crisis, el papel que debe hacer el sector privado con el gobierno y la sociedad civil para contrarrestar la pandemia.
Para el embajador Pinzón no debe haber un dilema entre salud y economía, se deben manejar en simultáneo. El sistema de salud debe ser fortalecido primordialmente, cuidados intensivos e intermedios; el ejército de primera línea son los médicos y personal de salud, a ellos los debemos proteger. Toda la red de apoyo social que está a cargo del gobierno debe funcionar sin errores, ayudas crediticias, flujo de pagos, adaptar la economía a los servicios que esta crisis requiere. En términos de shock de oferta, estamos viviendo lo más parecido a una guerra, es por eso que ya hoy debemos pensar en los planes de reactivación de la economía una vez superemos la pandemia.
Andrés Cadena, también afirma que no debe existir tal dicotomía. El reto debe ser ¿cómo salvamos vidas y mantenemos el bienestar social a la vez? Las pandemia tienen un impacto en los seres humanos en su día a día, vamos a producir mucho menos y demandar mucho menos. Esto genera una presión en 4 aspectos: Los individuos o el ciudadano común, las empresas, el sistema financiero y los gobiernos. Entonces, al no haber vacuna, los distintos sistemas de aislamiento deben ser adaptados porque es la mejor forma de actuar para frenar la velocidad de contagio.
Alejandro Mesa comentó acerca del desplome del precio del petróleo, esto significa una devaluación inmediata del peso colombiano. La guerra de precios entre Rusia y Arabia Saudita hace que existan hoy en día alrededor de 25 millones de barriles que no se están consumiendo y la capacidad de almacenamiento se está llegando a su tope. La industria petrolera está siendo afectada directamente por los costos de extracción del crudo y las ventas se están desplomando, el crudo colombiano llegó a transarse por US$10 y el gobierno hace sus estimaciones con el precio superior a los US$50.
Luis Fernando Mejía, comentó sobre la importancia de tener objetivos de políticas públicas que permitan evitar una expansión desmesurada del coronavirus. Colombia tiene más del 60% de la población en economía informal, los indicadores también reflejan que al menos el 67% de los colombianos están por debajo de la línea de la pobreza que es la franja de vulnerabilidad. Esto quiere decir que estas personas ya están siendo afectadas por los recortes de salario y de personal. Aunque el gobierno de Colombia cuenta con distintos mecanismos de ayuda social, son más de 10 millones de hogares que el estado debe atender y la capacidad es para 7 millones. Esta cuarentena es insostenible a largo plazo, puede generar problemas de ingreso y quiebras masivas de empresas.
Rosario Córdoba considera que la economía debe ir abriendo gradualmente, para eso es necesario crear protocolos que protejan a los trabajadores. Medidas como el uso de tapabocas y guantes obligatorios, distanciamiento entre individuos; estas acciones ayudan a aplanar la curva de contagio. Es crucial proteger a la empresa para a su vez proteger a los trabajadores, hay que garantizar liquidez para que las empresas no saquen a los trabajadores y eso genere una situación de vulnerabilidad incontrolable.
Catalina Escobar, habló del costo de la salud mental. El 80% de las violaciones ocurren en los hogares, hoy por razones de la pandemia estamos confinados en nuestros hogares, esto eleva los riesgos de que ocurran estos delitos. La línea telefónica de orientación a la mujer incrementó de 397 del año pasado a 710 llamadas. Los agresores están en sus hogares con las víctimas 24/7, difícil para los afectados poder denunciar y a su vez saber números reales sobre lo que está sucediendo.
Colombia pareciera estar abocada al COVID-19, hoy tiene 36 casos por cada millón de habitante según las métricas de Google. Los expertos en temas de salud, pareciera trabajan de la mano con el gobierno y la sociedad civil. Así debe actuar toda Latinoamérica, por las limitantes que tenemos no podemos relajar ni subestimar esfuerzos para frenar la pandemia.