El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, presentó un plan de seguridad a la Asamblea Legislativa donde pedía un préstamo. La discusión estaba originalmente planificada para el sábado (8 de febrero, 2020), sin embargo, sólo 28 diputados estaban presentes y se requieren 43 para que haya quorum. Bukele informó a los diputados que debían ir a discutir su requerimiento dada la importancia del mismo. Algunos diputados entendieron estas declaraciones como una violación a la independencia del la Asamblea Legislativa.
Bukele visitó el parlamento el día domingo junto a un grupo de militares y miembros de la policía, antes de hacer su ingreso dio un discurso a las afueras de la Asamblea. Bukele considera inconstitucional el hecho de que los legisladores no discutan ni aprueben un préstamo de US$ 109 millones para mejorar y reforzar el cuerpo militar y policial. El presidente tiene la potestad de invocar a la Asamblea para discutir temas de emergencia nacional, en este caso los diputados no consideran que la discusión y aprobación del préstamo sea una emergencia.
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En su discurso el presidente dijo “Si estos sinvergüenzas no aprueban el plan control territorial los volveremos a convocar el día domingo. Estos sinvergüenzas no quieren trabajar por el pueblo. Una semana les vamos a dar”, también advirtió que de no discutir su propuesta iba a invocar el artículo 87 de la constitución, que permite la insurrección de los ciudadanos para restablecer el orden constitucional. Terminó su discurso diciendo “le pregunté a Dios y me dijo: paciencia, paciencia, paciencia”. Todo esto mientras los cuerpos de seguridad del estado armados como si de un asalto a la Asamblea se tratase.
Lo que hizo Buekele fue una clara intimidación a la Asamblea, usando su posición y poder como presidente para movilizar a militares al congreso. Bukele llegó a la presidencia con mas de 80% de los votos y para algunos es el presidente millenial. Este tipo de acciones deben ser rechazadas: intimidar al cuerpo legislativo con fuerza militar, emplazar a los diputados para tomar decisiones y manipular a los ciudadanos con consignas religiosas.
América Latina necesita líderes que respeten las instituciones; estamos enfrentando una crisis de democracia e institucional. El problema no es de derecha o izquierda, el abuso de poder no tiene ideología política.