Un 30 de Noviembre en 1803 la Luisiana Española, distrito integrante del Virreinato de Nueva España y adscrito a la Capitanía General de La Habana, pasa oficialmente a manos Francesas en acto de transmisión de poder entre autoridades celebrado en el Cabildo de Nueva Orleans; todo en ejecución del Tercer Tratado de San Ildefonso de 1800, ratificado por el Tratado de Aranjuez de 1801.
Hace 215 años un día como hoy, luego de una trienio de negociaciones, la bandera española es arriada y se iza en su lugar el pabellón francés. Tres semanas después este vasto territorio que hoy comprende 13 estados de los EEUU (desde Louisiana hasta el estado de Montana al norte, pasando por lo que hoy son territorio de los estados de las dos Dakotas, Wyoming, Nebraska, Iowa, Minnesota, Oklahoma, Arkansas, Kansas, Missouri y una parte de Colorado y New Mexico), fue vendido por el gobierno de Bonaparte en Francia al de los Estados Unidos, entonces presidido por Thomas Jefferson (quién fue el primer embajador estadounidense en Francia de 1790 a 1793), excluyendo la parte de la Alta Louisiana Francesa o Nueva Francia que forma parte de lo que hoy es territorio de Canadá.
Pero el realidad este día en la historia de Luisiana nos recuerda cuán entreverado en el tejido de la formación histórica e integración territorial de los Estados Unidos está el legado hispano. Este vasto territorio estuvo bajo dominio Español desde 1762 hasta 1802, pero desde 1682 había sido parte de los dominios coloniales Franceses (de hecho debe su nombre al Rey Louis XIV de Francia) todo desde desde la exploración y colonización realizada sobre esas tierras por René-Robert Cavelier, Señor de la Salle. Por tanto, durante toda su historia, y hasta hoy día, la influencia francesa ha sido determinante en la identidad de este territorio, muy particularmente en su parte baja (la Nueva Orleans).
La cesión del territorio de Luisiana por parte de Francia a España en 1763 con el Tratado de Paris, fue en compensación por la pérdida de La Florida recuperada por España en 1783, todo esto parte de la madeja de acuerdos territoriales sobre sus colonias de ultramar entre los reinos europeos de Gran Bretaña, Francia y España a raíz de la sucesión de conflictos o acuerdos entre sus monarcas.
Una gran pregunta es cómo y por qué la monarquia española cedió tan fabulosa riqueza o posesión territorial a Francia para que esta en menos de tres semanas hiciera efectiva la fortuna al venderla a los EEUU, en lugar de monetizar ese activo territorial para su tesorería.
La realidad es que la monarquia española venía bajo grandes dificultades financieras al salir de diversos conflictos bélicos y su endeudamiento se había multiplicado por ocho veces entre 1793 y 1798, y esto hacia muy costosa la defensa de ese territorio ante la penetración de ocupantes estadounidenses provenientes del otro lado del Río Mississippi que pronto reclamarían derechos de posesión en nombre de los Estados Unidos, asomando un conflicto militar con España, que ésta difícilmente podría sostener con éxito.
Por su parte los planes de expansión y el poderío de la Francia Napoleónica presentaban otro riesgo que manejar, en el marco de ese importante endeudamiento de la monarquia Española. Cómo se puede apreciar no fue una cosa relancina de tres semanas, como un “trade especulativo” en los ágiles mercados financieros de esta época. Francia había perdido el control de importantes espacios en el Caribe, y se embarcaba en un proyecto expansivo bajo el liderazgo de Bonaparte muy enfocado en Europa con las conocidas guerras napoleonicas, y la idea de retomar control de su antigua Nueva Francia en América estaba a la orden en 1800, conociendo la debilidad financiera española que se hizo aguda desde 1798.
Es bueno recordar que no mucho después, en 1807 Francia invade y toma el control España, instaurando Napoleón a su hermano Jose Bonaparte como Rey de España. Un hecho que prendió la mecha de la ruptura en la América Española en 1810, comenzando con Caracas el 19 de Abril, en un proceso oblicuo de independencia que comienza con una declaración de lealtad al Rey Fernando VII (derrocado y apresado por la ocupación Francesa) y termina en la guerra de independencia a partir de la declaración del 5 de Julio de 1811, ya ahora contra la propia monarquia española tras el derrocamiento de Bonaparte y la restauración del reinado de Fernando VII. Este formato de ruptura e independencia fue repetido en todo los dominios Iberoamericanos.
Pero volviendo al territorio de Luisiana, luego de la la anterior y oportuna digresión, en ese vaivén histórico la población hispana alcanzó gran importancia e influencia en la historia de los EEUU, cuya figura más reconocida fue Don Bernardo de Gálvez.
Bernardo de Gálvez además de Gobernador del territorio de Luisiana fue una figura clave en la independencia de los Estados Unidos, al volcar las fuerzas militares españolas contra las inglesas, en auxilio de las milicias que bajo el comando de Washington avanzaban en el propósito independentista de las 13 colonias originales de esta gran nación, a la que con el curso de los años terminaría sumado el vasto territorio de Luisiana por la vía de la compra a los franceses.
El Malagueño Bernardo de Gálvez recibió luego ciudadanía estadounidense de honor, y su retrato se ordenó ingresarlo al Congreso de los EEUU como conmemoración de su carácter de prócer de la independencia. Este compromiso centenario no se concretó hasta que hace poco una ciudadana Hispano-Americana Teresa Valcarse hizo las gestiones necesarias para cumplir con esa inclusión del retrato de Gálvez a los salones del poder legislativo de los EEUU el 9 de Diciembre de 2014.