En la mira del desarrollo infantil en América Latina

La región acumula años de experiencia en la oferta descentralizada de servicios educativos para niños. ¿Cuáles son los resultados? Una comparación de los programas aclara el panorama

Numerosos estudios académicos señalan que los programas de formación infantil son esenciales para reducir significativamente la desigualdad y la pobreza. Existen altos retornos de inversión en el desarrollo infantil, especialmente cuando se focalizan en poblaciones vulnerables. Por cada dólar que se invierte en ellos se obtendrá a futuro un estimado entre 7% a 10% por cada niño al año.

Invertir en los programas educativos es una oportunidad para reducir la brecha que existe entre ricos y pobres en nuestro territorio. Esta realidad ha motivado a los gobiernos de América Latina a priorizar en las agendas de políticas públicas los servicios de desarrollo infantil.

La mayor inversión del sector público en estos programas se concentra en zonas urbanas, por lo que en la región latina numerosos proyectos educativos son liderados por gobiernos descentralizados (ya sea estadales o municipales).

Sin embargo, en comparación con los países desarrollados el gasto público en educación inicial por estudiante en Latinoamérica es de apenas un tercio.

 

Una deuda pendiente en América Latina

Para 2010, la inversión del sector público en educación infantil en México fue de US$ 2.217 en 2010; en Argentina de US$ 2.427 y en Brasil de US$ 2.111. Para este mismo año, en los 34 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) el gasto público anual en instituciones educativas públicas infantiles por estudiante fue en promedio US$ 6.275 dólares por estudiante.

La desinversión en la educación de los más pequeños acentúa las diferencias  económicas. Ello lo demuestra una investigación sobre pobreza infantil y sus consecuencias a largo plazo realizada en 2012 por el Urban Institute, en el que  se destaca que los infantes que crecen en situación de pobreza tienen mayores dificultades para desarrollarse y salir de ella, debido a la falta de acceso a una educación inicial de calidad.

Atender a los niños vulnerables en etapa temprana de vida es fundamental. Según la UNESCO, las interacciones y experiencias vividas por el infante durante los tres primeros años de su vida tendrán un impacto en el desarrollo de su cerebro y consecuentemente en las dimensiones física, cognitiva y socio-emocional durante su vida.

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Desarrollo infantil en Latinoamérica

Argentina

A raíz del proceso de reformas institucionales dadas en 1978. Gran parte de los programas públicos de servicios educativos infantiles se encuentran descentralizados. De acuerdo a un reciente informe sobre el panorama de los servicios de desarrollo infantil temprano en América Latina y el Caribe por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), tres de cuatro programas de primera infancia en este país sureño son competencia de gobiernos municipales.

Los Centros de Protección Infantil (CPI) —creado en 2009 por el Ministerio de Desarrollo Social del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires— es un programa que desarrolla talleres con especialistas en desarrollo infantil, incluyendo terapeutas estimuladores tempranos, fonoaudiólogos y nutricionistas.

Los centros son atendidos por profesorado en educación inicial, estudiantes de educación preescolar o mamás cuidadoras. Además de trabajar directamente con los padres, con un enfoque comunitario y un componente de cuidado.

En 2011 el programa atendió en 21 centros de operaciones a más de 2.000 niños en edades comprendidas entre recién nacidos a 5 años de edad de escasos recursos y con una alta vulnerabilidad social.

El costo anual por infante alcanzaba US$ 1.184,8 en 2010. El mayor gasto del programa (57,4%) se encontraba asociado con el pago de salarios, seguido de gastos en infraestructura (21,3%). Para participar en el programa, los padres realizan un copago de US$ 29,3 al mes por servicio de comedor.

Brasil

Los servicios de desarrollo infantil se encuentran absolutamente descentralizados en el país sudamericano. Río de Janeiro, la segunda ciudad más grande de la nación, cuenta con el programa Espacios de Desarrollo Infantil, que se consolidó como iniciativa del gobierno municipal en 2009.

1.269 centros distribuidos a lo largo de la metrópolis brindan atención y cuidado, de 4 a 10 horas al día, a niños de familias vulnerables y en situación de pobreza. El acceso al programa se prioriza por área geográfica y a través de un sorteo que tiene en cuenta las condiciones de vulnerabilidad.

Los Espacios de Desarrollo Infantil son atendidos por profesionales en pedagogía y auxiliares que deben tener educación superior completada.

En 2011, el programa atendió a más de 130 mil pequeños de entre 7 meses a 5 años y medio de edad. En 2010, la inversión por niño alcanzó los US$ 1.783,5. Para ese año, el mayor gasto del programa se concentró en salarios (48,4%), seguido por servicios (28,2%) e infraestructura (15.2%). La familia no realiza ningún pago para acceder al programa, aunque en las instalaciones se proveen todas las comidas incluyendo 2 refrigerios al día.

Colombia

Dos de los tres programas documentados en el informe del BID de este país son de carácter municipal. Uno de ellos es el programa Buen Comienzo de la Alcaldía de Medellín.

Tras una expansión presupuestaria del programa en 2008, el objetivo del servicio es ofrecer acompañamiento al menor desde la gestación hasta que entra a la primaria. Esto significa apoyo en las áreas de salud, nutrición y desarrollo a madres embarazadas.

En 2011 el programa atendió a 83.000 niños menores de 5 años provenientes de familias de bajos recursos y en condiciones de vulnerabilidad en 691 centros distribuidos en todo el municipio. Según reporta la Alcaldía de Medellín, el programa alcanzó cubrir al 100% de la población objetivo.

El costo anual por niño del programa alcanzó US$ 725 en 2010. Casi la totalidad del presupuesto se gastó en salarios (96.8%) para ese año.

El programa cuenta con instalaciones propias y especializadas que cumplen con las necesidades básicas de equipamiento y seguridad. Sin embargo, algunos tienen limitaciones de espacio y sólo el 45% cumplen con el mínimo requerido para los  niños en los salones. Razón por la cual se han construidos nuevos centros y la mayoría ya existente han sido remodelados.

 

¿Los resultados?

Los programas de primera infancia son significativamente heterogéneos en América Latina. Ya sea en términos de alcance, servicios, financiamiento y parámetros de calidad. Aunado a esto, queda pendiente establecer mecanismos de monitoreo y cumplimiento de estándares de calidad para los responsables de operar estos centros y servicios de desarrollo infantil.

La mayoría de los programas públicos de desarrollo infantil están diseñados para atender a poblaciones vulnerables en zonas urbanas. Por ello, la región tiene vasta experiencia en la descentralización de tales servicios. Sin embargo, ante la falta de evaluaciones de impacto es difícil conocer con profundidad los resultados de estas experiencias.

LS | @IQLatino