Este Día del Maestro no es uno más en la historia de la Educación Argentina. Nos encuentra en medio de una “catástrofe educativa”, con dimensiones tan inciertas como alarmantes.
En marzo de 2020, el presidente Alberto Fernández decretó el cierre de las escuelas. Todavía hoy la presencialidad completa es un anhelo para muchos estudiantes. La decisión del presidente dejó a los ministerios sin planes, sin recursos, y sin respuestas durante los largos meses que siguieron a la medida. Basta decir que el Consejo Federal de Educación resolvió sobre los contenidos prioritarios recién en septiembre, 6 meses después del cierre.
Frente a la falta de lineamientos, recursos y estrategias por parte del Ministerio de Educación, cada director eligió cómo posicionarse frente a este nuevo y desconocido desafío. Fue entonces cuando los líderes educativos apelaron a la creatividad y la innovación poniendo recursos propios, como tiempo y dinero, para sacar la escuela adelante.
La Fundación Pensar www.fundacionpensar.org.ar recogió el testimonio de más de 50 directores líderes de escuelas estatales de todo el país sobre su experiencia de educar en la pandemia. De la investigación se desprenden algunas innovaciones que vale la pena resaltar: implementaron nuevos formatos de enseñanza, más contextualizados y significativos; priorizaron contenidos acordes a la realidad de sus estudiantes; dieron un salto significativo en el uso de la tecnología; trabajaron en red con otros educadores y estrecharon vínculos con las familias; aplicaron nuevas estrategias de evaluación, focalizadas en los procesos; y modernizaron la gestión educativa.
Claro que el desafío no fue fácil. El 88% de los directores entrevistados afirmaron que ellos y los docentes trabajaron más que en 2019, ocupando las horas de la tarde y/o noche o los fines de semana. Asimismo, atravesaron momentos de mucho desánimo. “Hubo mucho cansancio y momentos de desesperación por parte de los docentes. Yo era la que tenía que sostener todo eso, porque también los vínculos tienen que fortalecerse”, afirmó una directora de Coronel Rosales, provincia de Buenos Aires.
Un punto de inflexión en la continuidad pedagógica de los estudiantes fue cuando el ministro de Educación anunció que ningún alumno repetiría de año. Para el 80%, el anuncio debilitó la vinculación de los chicos y las familias con la escuela. “Cuando Trotta anunció que no se repetía me di cuenta de que estábamos solas. Más de un 30% de los chicos, después de eso, desaparecieron”, contó la directora de una primaria del conurbano bonaerense.
Hacer escuela durante el primer año de pandemia supuso para los directores y docentes comprometidos con la Educación dejar todo en la cancha. Sin embargo, el 56% afirma que los resultados no reflejan sus esfuerzos.
El mayor nivel de desenganche se dio en la secundaria. De las escuelas relevadas por la Fundación Pensar, la menos afectada reportó un 15% de la matrícula desvinculada, pero hubo casos en los que llegaron a tener un 70% de los estudiantes desconectados. En las zonas de mayor vulnerabilidad socioeconómica, muchos jóvenes tuvieron que salir a trabajar para ayudar a su familia a sortear la crisis. La falta de conectividad, dispositivos, un espacio adecuado para el estudio y adultos referentes pesaron más entre los estudiantes más vulnerables.
Los efectos negativos de las escuelas cerradas son inconmensurables. Muy pocos gobiernos provinciales han transparentado las estadísticas de abandono escolar o han implementado programas serios de revinculación. Tampoco se evaluaron los aprendizajes. Otros países como Perú, México y Chile sí lo han hecho.
En medio de esta catástrofe, necesitamos rescatar las historias de aquellos educadores que se animaron a innovar para seguir educando a partir de su esfuerzo, su compromiso y también sus recursos. En este Día del Maestro merecen un homenaje y mucho más: un Estado que los apoye y les brinde las herramientas y los recursos para seguir innovando. Son ellos y ellas los que pueden liderar el camino a una Educación de calidad, que le permita a cada niño, niña, joven ser protagonista de su futuro.