Mariana Cortés, una emprendedora tecnológica de Querétaro, México, tiene hijos cursando 5º y 10º grado. Reciben una buena educación –mejor que cualquiera de sus amigos, a quienes sólo ven cuando practican deportes u otras actividades extracurriculares. Pero no comparten un aula. Los hijos de Mariana reciben educación en su propia casa.
Cuando se trata de la educación de sus hijos, cada vez más padres eligen “votar con los pies”, parafraseando la frase que acuñó el recientemente fallecido politólogo Albert Hirschman. La frecuente baja calidad de las escuelas públicas tradicionales y la conciencia de que el mundo global y competitivo demandará cada vez más habilidades y capacidades, motiva a los padres a optar por diversos modelos de enseñanza –incluyendo, de un modo creciente, la educación en casa.
Un signo de este cambio es que hoy en Estados Unidos más de dos millones de alumnos están estudiando en sus casas. Sólo 25 años atrás, ésta era una opción que para la mayoría no existía –y ahora no sólo está permitida sino que es practicada en todos los estados del país.
Todavía existen algunos preconceptos en cuanto a las prácticas educativas alternativas, y la enseñanza en casa no es la excepción. Para muchos, estudiar en la casa despierta imágenes de un niño raro, solitario, pasando el día solo, aprendiendo de libros viejos y rezagados en sus relaciones sociales. La realidad es muy diferente. A menudo varias familias se juntan en una casa o espacio alquilado especialmente para estudiar. Y además, las nuevas tecnologías implican que estos alumnos pueden tener acceso a las últimas herramientas de aprendizaje, participando de actividades y clases en línea con contenidos de ultima generación.
Mientras la enseñanza en casa ciertamente no es una solución para cualquiera, se ha convertido en una alternativa importante para un sistema educativo que no está produciendo resultados igualitarios para todos los alumnos.
Por ejemplo, en un tiempo en que las escuelas públicas no cuentan con los recursos necesarios para alumnos con necesidades especiales estas alternativas pueden ser la mejor solución. Milagros Cima, una maestra de educación especial en la ciudad de New York y terapista de conducta, afirma, “la educación en casa es una forma en que los niños con desventajas o discapacidades puedan obtener los servicios que necesitan, cuando las escuelas públicas no puedan proveerlos. Los padres tienen dos alternativas: o enviar a sus hijos a una escuela privada, o desarrollar un programa desde su casa con financiamiento del gobierno”.
Estos programas comprenden profesionales elegidos personalmente, desde fisioterapeutas hasta musicoterapeutas. El niño recibe una educación completamente individualizada, adaptada a sus necesidades. Las familias que eligen este tipo de educación señalan que las escuelas tradicionales no le prestan la suficiente atención a la calidad, que los docentes no están motivados y que hay demasiados alumnos por aula. Argumentan que, en sus casas, la enseñanza es más personalizada y es impartida en grupos más pequeños.
En América Latina, la educación tradicional está obteniendo resultados de desempeño pobres, con altas tasas de deserción y bajo rendimiento académico. Las familias están migrando hacia las escuelas privadas, pero ¿podría considerarse la enseñanza en los hogares como una alternativa viable para la región?
En países como México, como afirma la Sra. Cortés, ya está sucediendo. Un sistema oficial de enseñanza doméstica fue aprobado por el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos. El INEA administra un examen que es requerido para los alumnos a los 10 años, que demuestra que están cumpliendo con los estándares del resto del sistema formal.
Algunos métodos alternativos como estos podrían ser más interesantes si consideramos cómo la educación está basándose cada vez más en la adquisición de competencias. El aprendizaje busca impartir tanto conocimientos teóricos como habilidades prácticas para competir en un mercado global. Es cada vez menos importante si el estudiante pasa más o menos tiempo en el aula. La prioridad es adquirir competencias, aprender.
En palabras de la experta en educación Lisa Nielsen, “en casa, el aprendizaje se customiza a lo que el niño y el padre sienten que es mejor. Los padres han tomado conciencia que el actual modelo industrial de escuelas está preparando a sus hijos para un mundo que ya no existe. Ellos saben que quienes reciben una instrucción únicamente basada en el tiempo que están en el aula tendrán más dificultades para progresar en su carrera profesional”.
El reconocido escritor argentino Jorge Luis Borges resaltó en una entrevista hace muchos años, lo buena que había sido su educación –esto es, hasta que había comenzado la escuela. Quizás este sarcástico comentario es más válido de lo que muchos nos animamos a admitir.