Alex Pentland es uno de los científicos más influyentes del momento. Un pionero en el estudio de las interacciones entre el ser humano y las máquinas. O como él lo pone: un psicólogo que entiende de computadoras. Pentland es fundador del Media Lab del MIT y dirige su Laboratorio de Dinámicas Humanas. Su trabajo para descifrar el potencial del llamado Big Data, efectivamente está cambiando al mundo. Al leer su trabajo puedes tener la sensación de que algunos de los misterios de la vida, del ser humano y las sociedades en la que funciona, han sido revelados.
Pentland es también una persona de una extrema humildad. Tiene la mirada de un niño que no esconde su sorpresa al descubrir la novedad en las cosas y en las personas con las que tropieza. Posee el carisma de quien da importancia a cada individuo que conoce, aún cuando una de las más importantes conclusiones de su trabajo es que estamos equivocados al vernos como individuos racionales: “No por lo racionales, sino por lo de individuos, actuamos sobre todo como colectivos, como parte de un tejido social”.
Tomamos un café con él mientras nos preparamos para grabar un programa especial de Efecto Naím dedicado a comprender el Big Data y las teorías que expone en su Social Physics. Nos habla de ciencia ficción, de su debilidad por los libros de Asimov y es casi imposible no simpatizar con su sueño de salvar al mundo descubriendo cómo las ideas se mueven en su galaxia.
En Social Physics eso es exactamente lo que logra Pentland. Sólo falta comprobar si lo que descubre nos salvará o será nuestra condena. Ante nuestros temores, él es optimista, lo puedes ver en su sonrisa.
El encuentro con Pentland nos permite abrir un portal a un universo paralelo que es el reflejo del nuestro: el campo del Big Data donde efectivamente se fraguan las más grandes innovaciones para las ciencias sociales… Con acento, quizás por primera vez, en lo de “ciencias”, donde el poder de experimentación y de predicción es casi indistinguible de las ciencias duras.
Por ejemplo, detectar los crímenes antes de que ocurran ya no es cosa sólo de Hollywood. Desde finales del 2011, el departamento de policía de Los Ángeles utiliza un sofisticado programa de computador capaz de predecir dónde y cuándo los potenciales delincuentes darán un próximo golpe.
A diferencia del personaje de Tom Cruise en la película Minority Report, los policías de la ciudad californiana no pueden arrestar a sospechosos antes de que cometan un crimen. Sin embargo, en el vecindario de Foothill, donde se llevó a cabo el programa piloto, los robos a residencias se redujeron en 26% en solo seis meses.
Las autoridades policiales no tuvieron que contratar más agentes o invertir en más autopatrullas. Bastó con que siguieran las pistas de su bola de cristal. Una bola de cristal sofisticada y cargada de datos: registros criminales, llamadas telefónicas, operaciones bancarias y todo tipo de interacciones en Internet.
El programa, basado en una fórmula para pronosticar terremotos, combina las bases de datos de crímenes cometidos históricamente con otros factores, como el día de la semana, el clima, y cuánto falta para la quincena. Así demarca con precisión las áreas y momentos de mayor riesgo.
Este tipo de innovaciones son posibles gracias al Big Data, es decir, a los grandes volúmenes de datos que se registran y almacenan constantemente en todo el mundo.
Sin darnos cuenta, dejamos cada día varias huellas: los correos electrónicos, las fotos o videos que compartimos en las redes sociales, los mensajes de texto, las llamadas telefónicas o transacciones financieras quedan registrados. Y no estamos solos. Nuestras huellas se suman a las de miles de millones de personas.
Todo esto es una mina infinita de información en bruto. Para extraer el oro de esa mina, basta con aplicar el análisis matemático: programas que son capaces de establecer relaciones estadísticas e identificar patrones ocultos en el comportamiento humano.
Sus aplicaciones son múltiples. Desde la lucha contra el crimen o las redes terroristas, hasta la salud, la política, el marketing o los espectáculos.
Por ejemplo Netflix, el principal proveedor de películas y videos por internet, usó información sobre los hábitos de sus usuarios para crear una receta de la serie perfecta. Al aplicarla crearon el drama político House of Cards. Sus capítulos tienen una fórmula adictiva que lo ha convertido en un éxito comercial sin precedentes.
Target, la cadena de almacenes estadounidense, usó los registros de compras de sus clientes para desarrollar un algoritmo tan efectivo que puede predecir cuándo una mujer está embarazada a partir de su historial de compras…Y la futura mamá estará recibiendo promociones de artículos de bebé incluso antes de que le haya comunicado la noticia a la familia.
La campaña presidencial de Obama en 2012 usó microdatos demográficos agregados en grandes cantidades para ajustar su mensaje a la medida de cada votante potencial.
La revolución de los datos masivos es un fenómeno nuevo. IBM calcula que el 90% de los datos que existen hoy se han generado solo en los últimos dos años.
El crecimiento económico y los avances tecnológicos han posibilitado esta explosión. Millones de personas se han incorporado a las clases medias. Y las computadoras y los celulares son cada vez más accesibles. La velocidad, variedad y volumen de datos se multiplica a medida que nuestra vida se hace cada vez más digitalizada.
También los programas de computación son mucho más sofisticados y capaces de procesar datos complejos. Los investigadores ya no tienen que valerse de muestras limitadas para formular hipótesis de lo que ocurre. Ahora tienen acceso a datos exactos, en tiempo real, de poblaciones enteras y a muy bajo costo.
La experiencia de la policía de los Ángeles demuestra que el Big Data puede traer cambios positivos. Pero ya antes, en 2009 Google probó ser más útil y rápido que las estadísticas del gobierno.
Con la información generada a partir de millones y millones de búsquedas, el equipo médico de Google comparó el comportamiento que el virus H1N1 había tenido según registro médicos. Con estos datos, identificaron 45 términos de búsqueda que tenían una fuerte correlación con los datos oficiales, de esta forma lograron predecir el comportamiento de la epidemia de influenza en tiempo real, sin la necesidad de esperar las estadísticas oficiales que tardaban 1 o 2 semanas en llegar.
Pero al mismo tiempo, los individuos están perdiendo el derecho a la privacidad. Por ello, el sueño de Pentland también puede tornarse en pesadilla. Quizás la primera campanada que nos despierta es el escándalo desatado por el programa de espionaje masivo de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos.
Las huellas que dejamos en nuestras búsquedas por Internet o en nuestros mensajes de texto permiten a empresas y gobiernos conocer nuestros hábitos de consumo, nuestras tendencias políticas o nuestras preferencias amorosas.
El peligro es que el Big Data acabe convirtiéndose en un instrumento de control social. Pentland cree que es posible reducir este riesgo con regulación y entregando a la gente control y poder sobre sus datos. Acá la ciencia ficción podría tropezar con la realidad. (Laura Jaramillo contribuyó con datos e investigación adicional para este artículo)
Roger Santodomingo | @CodigoRoger