El narcotráfico en Latinoamérica, nuestra eterna condena

 La calidad de vida de la población Latina está directamente ligada con el desarrollo de la actividad narcotraficante. La venta y el consumo de estupefacientes es un negocio creador de debilidad institucional, violencia e inseguridad, adicción y corrupción gubernamental en muchos de los países de la región. La  red de  cocaína, marihuana, drogas sintéticas, y amapola para la producción de heroína es un fenómeno que ha costado miles de vidas latinoamericanas. El narcotráfico tal cual como una multinacional es un mercado de  producción y consumo. Representa una de las actividades más rentables de la economía mundial globalizada, moviendo miles de millones de dólares cada año.  La constante actividad ha generado una costumbre aceptada en muchos sectores de la sociedad. Por ende  existe un alto nivel de dependencia, tanto por parte de los consumidores como para lo que necesitan de esta operación para el sustento  de su economía familiar.  Los bajos estándares de vida de la población de escasos recursos hacen indispensable el dinero ofrecido por las mafias del narcotráfico. Para muchos ciudadanos el servir de mula, cultivar, o participar en la organización es la única manera que tienen de poder subsistir. Esto tiene como causa y consecuencia un bajo  Índice de Desarrollo Humanos y un negativo desenvolvimiento de una sociedad democrática y con oportunidades. 

Los países Latinoamericanos cumplen distintas  funciones estratégicas dentro de la red. Perú, Bolivia y Colombia por su alta producción  y consumo de drogas son un  punto clave de la operación. Venezuela es importante  por su producción, distribución y tránsito a través de CA y el Caribe  e inclusive como área de paso hasta Europa y África. En Centroamérica  principalmente Guatemala y Honduras son los puntos de entrada más populares para la cocaína de  tránsito hacia el norte. Por su parte,  las organizaciones mexicanas se encargan principalmente de la administración hacia los EEUU. Alrededor del 90% de la droga en los Estados Unidos proviene del tránsito  en Centroamérica, lo que conlleva a  un problema de seguridad nacional. Esto ha creado la “necesidad” de un intervencionismo  americano en la situación con la finalidad de combatir las distintas estrategias de  transporte de la droga por  rutas de  tierra , mar  y aire. 

La participación y corrupción gubernamental en estas actividades delictivas es un hecho muy frecuente en la región.   Uno de los casos  más destacados es el de Tony Hernandez, ex miembro del Congreso Nacional de Honduras y el hermano del actual presidente de Honduras.  Condenado  en EEUU a cadena perpetua  de más 30 años por crímenes de movilización, importación y exportación de cocaína; el manejo y venta de armas ilegales ; y falsas declaraciones. Esto refleja que el narcotráfico está muy cercano a la política. También es importante agregar el caso del “Cartel de los Soles”, un cartel integrado por  miembros de las fuerzas de militares y los altos funcionarios del poder ejecutivo venezolano . La organización delictiva cuenta con estrechos lazos con organizaciones terroristas como Hezbollah y Boko Haram.  Entre ellos se encuentran los dirigentes y  figuras políticas más poderosas del país. La constante participación de los gobiernos en la actividad criminal demuestra los altos índices de corrupción en la zona, y por ende un deterioro en el modelo social, político y económico.  Sin transparencia en nuestras instituciones nunca se podrá llegar a nada. 

La lucha contra el narcotráfico es una batalla sangrienta en la región. Latinoamérica cuenta 37% de los homicidios  del planeta con tan solo 8% de la población mundial.  La mayoría de estos son producto del crimen organizado.  Vulnerabilidad social  y marginación socio-económica rodearán el panorama de nuestra tierra mientras no existan  acciones de control, sistemas de seguridad  integrados y  legislación eficaz para combatir este fenómeno. La producción,  venta y consumo son actividades de alto impacto en la población, mayoritariamente la juvenil. La criminalidad en las zonas de pobreza tiene como consecuencia guerrillas financiadas, violencia, machismo, drogas y dinero ilegal. Es por esto que es de carácter absoluto la necesidad de  asumir  el compromiso para encontrar medidas eficaces para la erradicación de este influyente tumor en nuestra sociedad. La autonomía y la libertad de los individuos son un factor crucial para la erradicación de este negocio inmundo. Pero el Estado tiene como labor crear límites para acabar con la utilidad de este fenómeno y con ello encontrar una salida a tan devastadora operación.