Emprendedor crea el primer banco de alimentos de Uruguay

Santiago Abdala se trajo la experiencia de Milán y ahora tiene el apoyo de la empresa Mondelez International para donar comida a 40 organizaciones sociales

La idea original fue de Santiago Adbala, quien había visto la experiencia en Milán, donde funciona un Banco de Alimentos. Allí trabajó como voluntario y se trajo de regreso a Uruguay, hace dos años, la intención de replicar el proyecto. Ahora ha recibido el apoyo de la empresa Mondelez International y su sueño ya es realidad.

El joven emprendedor ha acopiado el apoyo de otras compañías. Fu primera donación fue destinada a la ONG Los Tréboles.

“Llevamos unos 7.500 kilos de alimentos donados a unas 40 organizaciones. La lista incluye centros Caif, cotolengos, el Liceo Jubilar, el Centro de Promoción por la Dignidad Humana, la ONG Remar, la Hermanas Franciscanas que trabajan en los asentamientos del arroyo Pantanoso y la Asociación Civil Madres de la Cruz, entre otras instituciones”, comentó Abdala.

Al no tener personería jurídica, el banco se ve limitado para funcionar y ni siquiera puede alquilar un depósito. Abdala dispuso una habitación en su propia casa para guardar los alimentos y desde allí los reparte junto a un grupo de amigos, utilizando sus propios vehículos y en forma totalmente honoraria.

Para contribuir a solucionar esa limitación, Mondelez International, como parte de su programa de responsabilidad social empresarial, aportó el 35% del capital necesario para que el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) le otorgue al Banco de Alimentos la habilitación para operar, de acuerdo con las normas vigentes. Otras empresas también brindaron su respaldo al proyecto, pero Abdala comentó que aún resta acumular el 40% del importe necesario para obtener la personería jurídica. “Esperamos seguir sumando apoyos para alcanzar este objetivo”, agregó.

En la actualidad, las galletitas, gelatinas, flanes y postres producidos por la compañía llegan a unas 5.000 personas atendidas por el Banco de Alimentos. Entre ellos se encuentran unos 500 niños que asisten a escuelas de contexto crítico y a centros Caif.

Fuente: El País (UY)