“Este es el negocio, socio”

El autor presenta una interesante reflexión sobre la polémica premiación a J Balvin como mejor artista Afrolatino por parte de la organización estadounidense Premios del Entretenimiento Africano (AEAUSA).

Hace 15 años José Álvaro Osorio Balvin, era un hombre nacido en Medellín, Colombia que al igual que muchos individuos luchaba por salir adelante. Desde que era niño se enamoró de la música urbana y se propuso ser cantante. Siendo muy joven se ganaba la vida trabajando como obrero de construcción y en las noches cantaba en bares y discotecas, siempre teniendo claro que algún día sería reconocido.

El tiempo, su talento, el trabajo constante y un poco de suerte le ayudaron a este hombre a llegar a ser J Balvin, considerado por muchos como el artista urbano más destacado de los últimos tiempos.

Muchos los recordamos cuando salía en televisión promocionando una marca de motocicletas y diciendo su frase de combate “Este es el negocio, socio” al ritmo de “Ella me cautivó” su primer éxito.

A partir de ese momento Balvin inició un recorrido que lo ha llevado a las mas altas esferas de la música, ganándose varios premios desde el Grammy Latino, pasando por los MTV, Billboard, entre otros reconocimientos tanto en Colombia como el mundo.

Sin embargo, su trayectoria no ha estado exenta de polémicas, La más reciente fue hace pocos días, cuando recibió el galardón a mejor Artista Afrolatino por parte de la organización estadounidense Premios del Entretenimiento Africano (AEAUSA, por sus siglas en inglés). Hasta ahí, normal, un premio para colgar en la egoteca. Pero. ¿Cómo se le puede entregar un reconocimiento de esta magnitud a un hombre que es tan blanco como la leche y ni siquiera tiene alguna raíz africana en su árbol genealógico?

Me pregunto bajo que criterios fue calificado por parte de la organización norteamericana para darle el galardón. Honestamente, no los encuentro.

A lo largo de mi vida he visto a varios artistas afrolatinos, afroamericanos y afrocolombianos luchando bastante para ser reconocidos en la música. Un ejemplo de ello es Choquibtown, una agrupación nacida en el departamento de Chocó (Colombia) que la no la tuvo fácil para ganarse un lugar tanto en la historia musical afrocolombiana como en la nacional y mundial. Asimismo, hay cantantes y músicos afrodescendientes que han quedado en el olvido. Inclusive, muchos de ellos han sido víctimas del conflicto armado, tal es el caso del cantante Junior Jein que fue asesinado a mediados de 2021 en la ciudad de Cali, o el de Javier Esnaider Castillo, que también fue víctima de los asesinos a finales del año que recién finalizó en Barbacoas, una población del pacífico colombiano.

No pretendo descalificar la trayectoria de J Balvín, que como lo comenté líneas arriba, es un hombre que la ha “Guerreado” para ganarse un lugar en la música latina, un trabajo digno de admirar. Pero siento que Colombia y el mundo tienen una gran deuda con la población afro, que ha tenido iguales o mayores méritos que los de Balvin y la historia los ha condenado a estar relegados, rechazados y hasta ser victimas de un conflicto del cual no eran ni arte ni parte.

Si miramos con detenimiento, son bastantes los artistas afro en gran parte de Latinoamérica que han demostrado un talento excepcional en la música, en la cultura y en otras artes, pero no han contado con el apoyo suficiente para que el mundo los conozca. Es el momento de reconocer a todos esos talentosos hombres y mujeres que luchan constantemente para hacerse notar en una sociedad racista que desde los tiempos de la colonia los ha hecho a un lado.

Volviendo a Balvin, solo se limitó a dar las gracias a la organización afro estadounidense por el premio en una publicación de Instagram que fue borrada poco tiempo después. Muchos lo acosaron de apropiarse de una tradición que no es la suya y hasta le pidieron que devolviera el galardón porque simplemente no le corresponde. La gente de AEUSA, se lavó las manos diciendo que “el reconocimiento se otorga “no basado en la raza”, sino en “la contribución a la cultura africana”. Algo que, desde mi punto de vista, no tiene sentido alguno.

Esto no perjudica en lo absoluto a Balvin, al contrario, lo beneficia y bastante porque simplemente esas cosas acrecientan aún más su fama, de por si grande. Con el tiempo se ha vuelto inmune a las críticas y comentarios que le llueven en la prensa, la radio, la televisión y las redes sociales.

Mientras eso pasa, varios artistas afrolatinos siguen tocando puertas en busca de oportunidades y haciéndole el quite al racismo y hasta la violencia que se ha ensañado bastante con esta población que solo pretende darle un toque de sabrosura al mundo a través de la cultura, bien rica en tradiciones.

Mientras tanto, Balvin seguirá estando en boca de todo el mundo por los hechos de su vida privada como de la pública, componiendo canciones que se han ganado el veto del gobierno colombiano, el mismo con el que se ha reunido en varias ocasiones y hasta ha llegado a condecorarlo. A estas alturas, el paisa tiene bastante claro que “ese el negocio, socio”.