Estudian a los manatíes desde un autobús flotante

Se trata de un proyecto conjunto de los gobiernos de Costa Rica y Panamá desarollado en refugios de vida silvestre de ambos países

A bordo de un autobús flotante, un equipo científico investiga los últimos manatíes de las costas del Caribe próximas a la frontera entre Costa Rica y Panamá, para proteger esta especie en peligro de extinción que alimentó el mito de las sirenas en los conquistadores españoles del siglo XVI.

El proyecto de verificar la cada vez más escasa población de manatíes en la zona de Bocas del Toro es parte de una propuesta científica panameño-costarricense para realizar un inventario de la biodiversidad de la frontera que comparten en la costa del Caribe, según el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI).

La investigación sobre las también llamadas “vacas marinas”, unos animales pacíficos, tímidos y vegetarianos, que pueden medir cuatro metros y medio y pesar 600 kilos, comenzó en febrero y durará doce meses, dijo a Efe el biólogo marino del STRI, Héctor Guzmán.

La iniciativa tuvo su origen en un acuerdo entre el Ministerio de Ambiente, Energía y Mares de Costa Rica y la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM) de Panamá, y el estudio se centra en la cuenca del río Sixaola, un humedal transfronterizo en la costa del Caribe.

Específicamente se desarrolla en las áreas protegidas del Refugio de Vida Silvestre Gandoca Manzanillo, en Costa Rica, y el Humedal de Importancia Internacional San San Pond Sak, en Changuinola, en la provincia panameña de Bocas del Toro, aseguró Guzmán.

San San Pond Sak posee ecosistemas de humedales tanto con influencia marina como de los ríos que lo atraviesan: el Changuinola, el San San y el Sixaola, según datos de la ANAM.

Caza y contaminación

Los manatíes eran mucho más abundantes en el Sixaola, y Guzmán cree que la contaminación es su mayor amenaza en la actualidad, aunque reconoció que han sido cazados por mucho tiempo.

Guzmán, que es panameño, trabaja con su colega Mario Rivera, de la Universidad de Costa Rica, e indicó que el “gran reto” es poder ver a estos animales, que fueron confundidos por los conquistadores españoles de América con las sirenas de la mitología griega.

Para detectarlos, los científicos navegan por el río Sixaola en una curiosa plataforma flotante dotada de tecnología sonar y acústica y construida con parte de la carrocería de un autobús del transporte urbano, de los conocidos como “diablos rojos”.

Los “diablos rojos”, que con sus coloridas decoraciones constituían una de las imágenes más características de la ciudad de Panamá, fueron retirados de las calles el mes pasado y sustituidos por una flota de modernos autobuses del sistema Metrobus.

Aunque este artilugio con motor fuera borda y equipado con escáneres, sonares de doble frecuencia, hidrófonos y tiendas de campaña conserva el aspecto llamativo de los “diablos rojos”, Guzmán insiste en que se trata de algo anecdótico, una necesidad impuesta por las circunstancias, y en que lo más importante son los manatíes.

La idea de usar un autobús adaptado para navegar ni siquiera fue suya, sino de un vecino de la zona que lo utilizaba de vez en cuando en el río y que ellos no tuvieron que modificar “en nada”.

Apenas tuvieron que equiparlo con el instrumental científico, con un portador de kayaks a los lados y un motor moderno.

“Necesitábamos algún lugar donde poder muestrear, dormir y comer, es decir, un barco de investigación o plataforma. Esto fue lo único que encontramos disponible localmente y lo que podemos pagar”, dijo.

Lo ideal hubiera sido “algo mas liviano” y “cómodo” que gastara menos combustible, “pero no hay fondos para eso”, afirmó el investigador, cuyo estudio financia el Banco Interamericano de Desarollo (BID) y el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF).

El científico panameño aseguró que estimar la población actual del manatí (Trichechus manatus) en esa zona, permitirá establecer “un mejor manejo para la protección de la especie y su hábitat”.

Además, se evalúan zonas criticas de apareamiento y alimentación, al igual que las posibles amenazas asociadas a cambios del hábitat y uso de la tierra, como la deforestación, contaminación, colisión con botes y la caza de esta especie dentro y afuera del área protegida.

Igualmente, se indaga la influencia de la dinámica físico-química de los ríos en los manatíes, detalló.

Explicó que dedican quince días al mes a recorrer el río rastreando estos animales en peligro de extinción con un sistema acústico activo consistente en un sonar de frecuencia dual y barrido lateral, complementado con una vigilancia pasiva mediante una red de hidrófonos que “lo escuchan todo”.

Sin embargo, detalló que aunque el manatí es muy tranquilo y en aguas claras, como en Florida y Belice, se puede hasta tocar, acá es “más complicado”, porque la turbiedad del agua impide ver nada y todo se “transforma más en un mundo sensorial y acústico”.

“Nuestro único contacto con el animal es cuando intentamos tomar una muestra de tejido, y es bastante complicado”, dijo.

Pese a que se recaba información desde octubre de 2012, no tienen un cálculo de la población real de manatíes en la zona.

“Hay muchas estimaciones que varían de 25 a 150 animales, pero son estimaciones con métodos algo inusuales. De existir esa población en el área, seria muy fácil ver sus movimientos y sus vocalizaciones, y no es así”, indicó Guzmán.

Para Panamá y Costa Rica “es un honor y un privilegio” tener manatíes en sus aguas, por lo que es vital que conserven los pocos que quedan. agregó.

Fuente: EFEverde