Fiestas de bajo consumo en fin de año

Hay muchas otras formas creativas que se pueden desarrollar para unas fiestas decembrinas más "verdes", solo es cuestión de conciencia y disposición. Aquí recogemos 16 ideas que ofrece la agencia argentina Telám

Usualmente la época de fin año es tiempo de celebraciones en compañía de familia y amigos, pero también lo es de consumo y gastos. Todo impulsa a comprar, pero hay fórmulas sencillas que permiten unas fiestas de bajo consumo.

1. Comida colaborativa. Esto no es ninguna novedad, sino más bien la norma: repartir las responsabilidades a la hora de cocinar ayuda a pasarla mejor y estresarse menos.

2. Todo en su medida. La FAO calcula que un tercio de los alimentos del mundo se desperdician. Calcular razonablemente ayuda a evitar el derroche (y, de paso, el gasto excesivo).

3. Alimentos locales y directo de productores. Vale todos los días, pero en las fiestas de bajo consumo más: mejor elegir siempre productos frescos, dentro de lo posible locales, con la menor cantidad de envase posible. Menos latas, más fruta de estación.

4. Vajilla reutilizable. Es tentador comprar descartables para ahorrarse el momento de lavar los platos. Pero para el planeta es mejor lavar los platos; incluso los desechables que pueden usarse la próxima vez.

5. La sobra también es banquete. Si hubo un error de cálculo, lo importante es no desperdiciar esa comida. Se puede repartir entre los comensales, hacer otra fiesta al día siguiente, regalarla en la esquina… todo menos tirarla.

6. Adornos creativos creativas. En el hemisferio norte, cada diciembre se talan millones de pinos que terminan en la basura a principios de enero. Si no hay arbolito de años anteriores, se puede hacer uno con materiales reciclados, o decorar alguna planta de la casa.

7. Regalos locales de pequeños productores. Siempre mejor comprarle a un artesano o un emprendedor que llevar un producto Made in Taiwán de un supermercado; estimula la economía local y a veces hay productos únicos.

8. Libros de editoriales independientes. En los sellos menos conocidos, con apuestas arriesgadas, es donde está bullendo lo nuevo de la literatura.

9. Cosas ricas. Si cuesta desprenderse de la idea del regalo tradicional, comprado, facturado y envuelto, una buena opción es comida o bebida. Una caja de bombones o una botella de whisky son siempre bienvenidos, y al menos sabemos que no quedarán juntando polvo en un rincón.

10. Objetos reciclados. Hay un gran flujo de creatividad produciendo cosas lindas, útiles y originales a partir de desechos, desde sombreros hechos con sachets de leche hasta hamacas que antes fueron parapentes.

11. Plantas. Están vivas, dan alegría, color, y a veces hasta producen alimentos. Y, encima, suelen ser muy baratas: una aromática cuesta menos que un ramo de flores.

12. Cosas hechas en casa. Retratos el que sabe dibujar, suéters el que le gusta tejer, licores el que se da maña en la cocina, almohadones, macetas… cada uno sabe cuál es su fuerte.

13. Regalos selectos de segunda mano. Las ferias artesanas esconden tesoros para los amantes de lo vintage. Ropa, vajilla y muebles buscan su segunda oportunidad.

14. Cosas propias. Versión extrema del regalo vintage. No significa sacarse de encima lo que uno ya no quiere, sino por el contrario dar aquello que el otro va a disfrutar más: algún libro especial, alguna prenda que le quedará bien, siempre bien envuelta y con moño.

16. Digitales. Desde hace años, muchos de los consumos culturales se han digitalizado. Una opción que lleva más dedicación que plata es regalar libros, películas, música o series en formato digital. El trabajo de buscarlas y reunirlas en un formato cómodo y accesible suele ser muy bienvenido.

Hay muchas otras formas creativas que se pueden desarrollar para unas fiestas de bajo consumo en fin de año, solo es cuestión de conciencia y disposición.

Fuente: Artículo publicado en Telám | versión IQLatino

Imagen: www.ricardogamaza.com