Donald Trump ganó las elecciones. Con 290 delegados electorales a su favor, frente a los 232 que acumuló Hillary Clinton hasta ahora. Pero Clinton ganó las elecciones con el voto popular, con más de 1,3 millones de votos: 48,03% (62.523.126), contra 47,01% (61.201.031) de Trump, que, aún así, según el sistema electoral y la Constitución de ese país, será el nuevo presidente de Estados Unidos y gobernará con mayorías en el Congreso y en el Senado y la posibilidad de nombrar jueces conservadores en la Corte Suprema.
Así ven varios análisis esta victoria y el futuro a partir de ella:
Eduardo Suárez, Univisión: “El republicano Donald J. Trump ganó la carrera a la Casa Blanca y desmintió todos los pronósticos que auguraban una victoria de su rival demócrata. Su discurso de cambio fue más importante para millones de votantes que sus insultos a mexicanos, sus palabras contra los musulmanes o las acusaciones de acoso sexual que pesan contra él.
Empujado por el apoyo de los hombres, las personas mayores y los votantes blancos sin estudios, el candidato batió a Hillary Clinton y a la poderosa maquinaria demócrata, que movilizó a dos presidentes y a una primera dama para evitar que el republicano llegara al poder.
Con la mayoría republicana en el Senado y en la Cámara de Representantes, Trump acabará con el bloqueo legislativo del Capitolio, lo que le permitirá sacar adelante sus propuestas y cubrir la vacante en el Supremo con un juez conservador.
Su promesa de construir un muro en la frontera con México y de deportar a todos los indocumentados tendrá un impacto en millones de familias. Su intención de renegociar los acuerdos comerciales, su retórica aislacionista y su nula experiencia de gobierno dibujan un paisaje muy incierto que hizo desplomarse al dólar y asustó a los inversores de Wall Street”.
Paul Kraughman, The New York Times: “Pensamos que la nación, si bien lejos de haber trascendido los prejuicios raciales y la misoginia, se había vuelto mucho más abierta y tolerante con el paso del tiempo.
Pensamos que la gran mayoría de los estadounidenses valoraba las normas democráticas y el Estado de derecho.
Resulta que estábamos equivocados. Resulta que hay un gran número de personas —blancas, que viven principalmente en áreas rurales— que no comparten para nada nuestra idea de lo que es Estados Unidos. Para esas personas, se trata de una cuestión de sangre y tierra, del patriarcado tradicional y la jerarquía étnica. Y resulta que hubo muchas otras personas que podrían no compartir esos valores antidemocráticos que, sin embargo, estaban dispuestas a votar por cualquiera que representara al Partido Republicano.
No sé qué nos espera. ¿Estados Unidos ha fallado como Estado y sociedad? Todo parece posible. Creo que tendremos que levantarnos y tratar de encontrar la forma de continuar, pero esta ha sido una noche de revelaciones terribles y no considero que sea un exceso sentir tanto desconsuelo”.
Dan Balz, The Washington Post: “Es imposible en este punto predecir cuán incierta es la ruta de lo que viene. Pero, ¿cómo gobernará Trump y cuán efectivo será? Sus cuestiones fundamentales –comercio, inmigración, ley y orden– ofrecen pistas pero no un mapa de ruta claro para el futuro. Aun en el logro de los objetivos que dibujó en esos temas, sus propuestas carecen de especificidad real. Pero entonces su campaña no fue sobre libros blancos para las políticas. Fue, en cambio, un dedo en la llaga de lo establecido, una versión estadounidense del surgimiento del populismo contra las fronteras abiertas y la globalización como el que se ha visto en otras sociedades occidentales.
Trump siempre dijo que veía venir un Brexit estadounidense –refiriéndose a la victoria inesperada de junio en la Gran Bretaña de esos que querían sacar el país de la Unión Europea–. Ese voto pilló a las élites y al sistema totalmente por sorpresa. Fue el surgimiento de lo que ha sido invisible hasta que golpea [delante de nuestros ojos]. La victoria de Trump es, de lejos, todavía más impactante. Era del tipo de cosas sobre las que se dice “eso no puede pasar aquí” y que termina siendo una de los más grandes disgustos de la historia política.
Lo que pasó el martes fue una victoria potenciada por una avalancha de votantes abrumadamente blancos, muchos sin títulos universitarios, que sintieron que se quedaron atrás en la recuperación económica, ignorados por Washington y desdeñados por las élites políticas, culturales y económicas. Al final, eso fue suficiente para derribar a Clinton y su sueño de convertirse en la primera presidenta mujer en la historia de la nación. Las ondas expansivas se sentirán por meses y quizás años.
Trump insultó a los hispanos, mujeres, un senador prominente antiguo prisionero de guerra y a un reportero con discapacidad. Llamó a la prohibición a los musulmanes de su entrada al país, lo cual suavizó y modificó después. ¿Podrá él hacer sitio en el Estados Unidos que ahora lidera para todos aquellos quienes de forma estruendosa y vigorosa se opusieron a su candidatura? Trump sugirió que podría no aceptar los resultados de la elección si la perdía. ¿Cómo responderán a su victoria quienes se le opusieron? Estas preguntas están lejos de ser incidentales”.
David Remnick, The New Yorker: “La elección de Donald Trump a la presidencia no es nada menos que una tragedia para la república estadounidense, una tragedia para la Constitución, y un triunfo para las fuerzas, en casa y en el exterior, del nativismo, el autoritarismo, la misoginia y el racismo. La impactante victoria de Trump, su ascensión a la presidencia, es un evento nauseabundo en la historia de Estados Unidos y la democracia liberal. El 20 de enero de 2017 despediremos al primer presidente afroamericano –un hombre de integridad, dignidad y espíritu generoso– y seremos testigos de la investidura de una estafa que hizo muy poco por rechazar el apoyo de fuerzas de la xenofobia y la supremacía blanca. Es imposible reaccionar a este momento con algo que no sea la repulsión y la ansiedad profunda.
De forma inevitable vienen miserias: una Corte Suprema más y más reaccionaria; un congreso derechista envalentonado; un presidente cuyo desdén por mujeres y minorías, libertades civiles y hechos científicos, por no hablar de nada de una mínima decencia, ha sido demostrado de forma repetida. Trump es la vulgaridad ilimitada, un líder nacional sin conocimiento que no sólo hará tambalear los mercados sino que golpeará con el miedo a los corazones de los vulnerables, de los débiles, y, sobre todo, de muchas variedades de “el Otro” a quienes ha insultado profundamente. El Otro afroamericano. El Otro hispano. El Otro femenino. El Otro judío y el Otro musulmán. La manera más esperanzadora de ver a este evento luctuoso –y es un tramo– es que esta elección y los años que siguen sean una prueba a la fortaleza, o la fragilidad, de las instituciones estadounidenses. Será un test a nuestra seriedad y resolución
Todo el tiempo Trump parecía una torcida caricatura de cada podrido reflejo de la derecha radical. El hecho de que haya prevalecido, que haya ganado esta elección, es un golpe devastador para el espíritu, es un evento que probablemente llevará al país a un periodo de incertidumbre económica, política y social que no podemos imaginar. Que el electorado, en su pluralidad, haya decidido vivir en el mundo de vanidad, odio, arrogancia, mentira y temeridad de Trump, su desdén por las normas democráticas, es un hecho que conducirá, inevitablemente, a toda clase de declive y sufrimiento nacionales.
En los días venideros, los comentaristas tratarán de normalizar este hecho. Tratarán de calmar a sus lectores y audiencia son pensamientos sobre la “sabiduría innata” y la “decencia esencial” de los estadounidenses. Minimizarán la virulencia del nacionalismo desplegado, la cruel decisión de ascender a un hombre que conduce un avión dorado pero que ha cernido su propuesta con la retórica populista del sangre y suelo. George Orwell, el más intrépido de los comentaristas, era acertado a señalar que la opinión pública no son más sabios de forma innata que lo que los humanos son naturalmente amables. La gente se puede comportar de forma tonta, temeraria y autodestructiva en su conjunto tanto como pueden hacerlo de forma individual. A veces lo único que requieren es un líder con astucia, un demagogo que lea las olas de resentimiento y las cabalgue hacia una victoria popular. “El punto es que la relativa libertad que disfrutamos depende de la opinión pública”, escribió Orwell en su ensayo “Libertad en el parque”. “La ley no es protección. Los gobiernos hacen leyes, pero que se cumplan y como se comporte la policía dependen del temperamento general en el país. Si grandes cantidades de gente están interesadas en la libertad de expresión, habrá libertad de expresión aun si la ley la prohíbe; si la opinión pública es perezosa, las minorías que les son inconvenientes serán perseguidas aun cuando la ley vigente los proteja.
El panorama es todo sombrío. Tarde en la noche de anoche, mientras llegaban los resultados de los últimos estados, un amigo me llamó lleno de tristeza, lleno de ansiedad sobre el conflicto, sobre la guerra. ¿Por qué no abandonar el país? Pero la desesperanza no es la respuesta. Para combatir el autoritarismo, para desafiar a las mentiras, para luchar de forma honorable y fiera en nombre los ideales de Estados Unidos, eso es lo que resta por hacer. Es todo lo que hay por hacer”.
John Carlin, El País: “Trump en el ala oeste de la Casa Blanca será, en el mejor de los casos, un Cantinflas interpretando el papel de Calígula en una versión moderna del declive y caída del imperio. En el peor, representa una amenaza para la estabilidad mundial.
Antes incluso del resultado electoral, ante la mera posibilidad de que el bufonesco magnate neoyorquino pudiese ganar las elecciones, el resto del mundo miraba Estados Unidos con una mezcla de risa y pavor. Una historia en The New York Times del lunes contaba que el régimen iraní había roto con su tradición de censura y permitido transmitir en directo en la televisión estatal los debates entre Trump y Hillary Clinton durante la campaña electoral. El Gran Satanás, calculaba, se ridiculizaba solo.
A la misma conclusión habrán llegado hoy los políticos y demás habitantes de la mayoría de los países del mundo. Pero pocos ahora se van a reír. En Estados Unidos buena parte de la nación llorará: entre ellos muchos de los que tienen un nivel educativo más alto de la media, de los que saben distinguir entre los hechos y las mentiras, de los que se interesan por lo que ocurre fuera de sus fronteras, sin excluir a varios altos mandos del partido republicano que Trump en teoría representa. El desconsuelo será tremendo; la división dentro del país, abismal; la herida social que se ha abierto, imposible de cicatrizar a corto plazo.
La victoria de Trump es, entre otros horrores, una victoria para la supremacía blanca. Se sentirán incómodos o vulnerables en su país los negros, los hispanos y los musulmanes.
Los analfabetos políticos que votaron a Trump han caído en lo que la historia juzgará como un acto de criminal irresponsabilidad hacia su propio país y, aunque pocos de ellos lo entenderán, hacia el mundo entero. Que una nación tan próspera con una democracia tan antigua haya cometido semejante disparate pone en cuestión como nunca la noción sagrada en Occidente de que la democracia representativa es el modelo de gobierno a seguir para la humanidad (…)”
Dara Lind, Vox: (…) ” ‘Ahora es el tiempo para Estados Unidos de cerrar las heridas de la división’, dijo él durante el discurso de su victoria el martes por la noche. ‘A todos los republicanos y demócratas e independientes en toda la nación, les digo que es tiempo de juntarnos como una sola gente unida. Es tiempo’.
‘Prometo a cada ciudadano de nuestra tierra que seré el presidente de todos los estadounidenses, que esto es muy importante para mí. Para quienes han escogido no apoyarme en el pasado, de los cuales hubo bastante gente, me acerco a ustedes para pedirles su guía y ayuda para que podamos trabajar juntos y unificar a nuestro gran país’ ”
Las fisuras que se abrieron durante la carrera de Trump hacia las presidencia –fisuras que él mismo ayudó a cavar– no van a sanarse con un par de gestos retóricos. Más que la mayoría de los presidentes electos, Trump tendría que hacer un esfuerzo activo y sostenido para unificar el Estados Unidos tras de sí para cumplir el rol que se espera de un presidente.
Pero desde el principio de su carrera larga e improbable, ha sido exitoso en energizar a sus fans y antagonizar a sus enemigos –en efecto, ha energizado a sus fans antagonizando a sus enemigos.
Donald Trump será el primer presidente de Estados Unidos en tomar posesión sin experiencia política ni militar. Pero él no es un recipiente vacío para las políticas e ideas de muchos de los políticos experimentados, o una figura decorativa muda para el partido que reclama la Casa Blanca eligiéndolo a él.
Es un hombre que ganó la expresiva lealtad de millones de estadounidenses prometiendo que haría a Estados Unidos grande de nuevo, protegiéndolo de la inmigración tanto legal como no autorizada, restaurando los valores cristianos tradicionales y sacando a los ‘criminales’ de las calles reforzando a los oficiales de policía para que hagan lo que consideren necesario.
Mucha de la gente que votó por Trump puede que no lo haya hecho para lograr estas cosas o puede que incluso no se hayan tomado estas promesas seriamente. Pero la mayoría de la gente que ama a Trump sí.
Trump siempre actuó para la gente que lo ama más. Si va a ser un presidente para todos los estadounidenses tiene que parar.
No conoceremos por un tiempo los perfiles exactos de la coalición que eligió a Donald Trump, si es que llegamos a hacerlo. Pero las encuestas a pie de urna –que proyectaron que Trump perdería con el 42% del voto popular frente al 45% de Hillary Clinton– sugieren que que los estadounidenses que empujaron a Trump a la Casa Blanca eran abrumadamente blancos.
En esto, en efecto, subyace la brecha entre el Estados Unidos que eligió a Trump y la América que él tendrá que gobernar. La población de los Estados Unidos apta para votar es más diversa que la población que en efecto votó (en 2016 o en cualquier otra elección). Los estadounidenses menores de 18 años son todavía más diversos que esos que tienen edad para votar.
Y de maneras significativas, ni siquiera termina allí. El presidente de los Estados Unidos no sólo hace políticas para los ciudadanos estadounidenses. Hace sus políticas para todos quienes viven dentro de las fronteras de la nación. Y esa población es todavía más diversa”.
Albinson Linares, The New York Times: “Las propuestas de campaña de Donald Trump, el nuevo presidente de Estados Unidos, comenzaron a tener efectos apenas se declaró su victoria. En el plano económico, entre sus propuestas principales, Trump prometió renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), incautar las remesas derivadas de sueldos ilegales, deportar a 11 millones de inmigrantes indocumentados y construir un muro fronterizo, todas medidas que afectan directamente a México.
No en vano la noche del martes el dólar llegó a cotizarse en 20,74 pesos mexicanos, con una pérdida del 13,21 por ciento frente al precio de 18,32 registrado por Reuters antes de que Trump ganara la presidencia. Estados Unidos es el principal mercado de las exportaciones mexicanas con un intercambio aproximado de 350 mil millones de dólares anuales. Según los expertos, las propuestas de Trump aislarían la economía estadounidense y afectarían los tratados comerciales a un nivel que recuerda los peores momentos de las crisis económicas mexicanas como pasó con el Efecto Tequila en 1994, bajo la presidencia de Ernesto Zedillo, y en 2008 bajo el gobierno de Felipe Calderón.
Consultoras, como Capital Economics, han pronosticado que el cambio podría llegar hasta los 25 pesos mexicanos por dólar. Juan Carlos Moreno-Brid, académico de la Universidad Autónoma de México (UAM), afirma que sería un ‘choque muy fuerte’ para una economía abierta como la de México, al punto de que podría bloquear las inversiones de otros países y afectar las exportaciones.
‘Sería un terremoto porque el 80 por ciento de las exportaciones de México se dirigen a Estados Unidos’, explica Moreno-Brid. ‘Además, Trump ha jurado bloquear los proyectos de inversión en México y gravar con impuestos exportaciones como los automóviles. Eso va a afectar el cambio y muchas variables macroeconómicas’.
Ira Iosebashvili, Min Zeng y Chelsea Delaney, The Wall Street Journal: “Los resultados de las elecciones estadounidenses causaron una fuerte caída de los futuros de acciones estadounidenses y una estampida de los inversionistas hacia activos de refugio alrededor del mundo.
Los futuros del S&P 500 cayeron hasta 5% tras los primeros reportes que mostraban a Donald Trump superando a la candidata demócrata, Hillary Clinton. El índice de acciones Nikkei de Japón caía 5,3% al inicio de la tarde del miércoles en Asia, el crudo perdía más de 3% y el dólar retrocedía 3,6% frente al yen japonés, mientras que los precios de los bonos del Tesoro de EE.UU. y otros países desarrollados aumentaron, lo que hizo bajar los rendimientos. El dólar alcanzó a subir hasta 11% frente al peso mexicano, mientras que los precios del oro, un refugio, subieron casi 5%.
Los movimientos del mercado son un claro signo de nerviosismo ante una presidencia de Trump. Durante su campaña, el candidato republicano abogó por el control agudo de la inmigración y el aumento de los aranceles sobre el comercio, decisiones que muchos economistas sostienen podrían ejercer presión sobre el crecimiento de socios comerciales como México y potencialmente reducir el ya lento crecimiento mundial.
El retroceso de los precios de las acciones en EE.UU., si se mantiene cuando el mercado estadounidense abra el miércoles por la mañana, podría revertir el alza del lunes, que marcó el mayor repunte diario del Promedio Industrial Dow Jones desde el segundo trimestre. Ese aumento, que se produjo después de que el FBI desestimó una investigación a Clinton por el uso de un servidor privado para manejar sus correos electrónicos mientras fue secretaria de Estado, fue ampliamente tomado como una señal de que los inversionistas estaban apostando por una victoria de la candidata demócrata el martes.
Muchos inversionistas también se sienten incómodos por la falta de detalles específicos de algunas propuestas de Trump y la incertidumbre que afirman surgiría como resultado de una presidencia cuyas políticas no están completamente explicadas. Además, la sorpresiva victoria del republicano podría desbaratar el plan de aumento de tasas de la Reserva Federal de EE.UU. en diciembre, dijeron operadores”.