Son muchas las investigaciones que demuestran correlación entre los niveles de educación superior, los ingresos individuales y el crecimiento económico nacional. Pero ¿Sigue siendo la Universidad la única forma de alcanzar la mejor empleabilidad?. Un estudio realizado por McKinsey, basado en la experiencia de cinco mil graduados, consideró que “no se utiliza todo el potencial de los graduados, ya que casi la mitad de ellos dicen que están en puestos de trabajo que no requieren estudios universitarios”.
En este contexto, muchos analistas, y recientes libros se preguntan: ¿Vale la pena estudiar en la Universidad? ¿O el sistema de educación superior simplemente está produciendo alumnos sobreeducados, que en muchos casos están además, agobiados por deudas difíciles de de pagar debido a su incapacidad para encontrar aquellos buenos empleos que anhelaban cuando comenzaron su educación?
El editor general de Chronicle of Higher Education, Jeffrey Selingo, entiende esta situación mejor que nadie. En su último libro, College (Un)bound, sostiene que “durante muchas generaciones la Universidad ayudó a crear una vasta clase media, atrayendo a los estudiantes más talentosos de otros países, y graduando a jóvenes americanos, que resultaban ser los mejores educados en todo el mundo”.
En la actualidad la situación es muy diferente. Por lo menos un 46 por ciento de los estudiantes que ingresan a la universidad no terminan en menos de 6 años, y la Universidad no les garantiza la misma calidad de trabajo ni un estable ingreso de clase media como era antes. A su vez el costo es inmanejable. Según Selingo, “la deuda estudiantil ha superado el billón de dólares, mientras que desde finales de 1970, el costo anual de la escolarización de cuatro años en una universidad ha aumentado tres veces más rápido que la tasa de inflación”.
Un tercio de los graduados universitarios tienen empleos que no requieren un título universitario, señala el informe de McKinsey y “cuatro de diez graduados de las 100 mejores universidades del país no pueden conseguir trabajo en su campo elegido”.
Los alumnos universitarios siguen siendo los de mayores ingresos. Selingo sostiene que “de las 200 universidades de mas difícil acceso, sólo el 15 por ciento de los estudiantes provenía de familias de los quintiles más bajos del país”. En Chile una situación similar llevó a una serie de protestas masivas y huelgas escolares, que paralizaron el sistema escolar durante semanas. Desgraciadamente, este descontento se manifestó como una pequeña rebelión en contra de la educación privada per se, en vez de enfocarse en el verdadero problema, que es la falta de correlación entre la educación y las habilidades necesarias para conseguir un trabajo en el mundo moderno.
América Latina enfrenta desafíos similares a los del país del Norte. Sostener el crecimiento económico de la década pasada será difícil sin más graduados universitarios que agreguen innovación y espíritu empresarial a la economía. Las “multilatinas” de la región son uno de los grandes éxitos de los últimos años, pero para continuar su expansión, es necesario capital humano de alta calidad.
Otros desafíos incluyen la falta de información adecuada para decidir a qué universidad asistir, en función de la salida laboral y los ingresos potenciales de los que ahí estudian. Además, muchos graduados terminan sus estudios universitarios con poca o ninguna experiencia laboral, y así surgen las dificultades para encontrar trabajo en su campo específico. Al mismo tiempo, el crecimiento económico de la última década ha creado un alza en la demanda de capital humano de calidad. Esto significa no sólo las tradicionales habilidades “duras” que se aprende en un aula, sino también el conjunto de habilidades necesarias para el éxito en la “economía del conocimiento” del siglo 21, como ser la resolución de problemas, la colaboración, el pensamiento crítico y la creatividad.
Para poder adquirir estas habilidades, la Universidad no es la única opción, aunque a menudo es tratada como tal. De hecho, posiciones de alta calificación, especialmente en el sector de tecnología, se pueden alcanzar a través de escuelas de formación profesional o cursos en línea. Sin embargo, la educación no tradicional es un tema controvertido, y la cuestión de las acreditaciones y títulos genera un intenso debate. No es claro el futuro de la educación universitaria, pero sí es claro que será muy distinta de donde Ud y yo estudiamos.