Esta semana los mercados financieros recibieron, de manera muy diferente, noticias de default en la deuda pública de dos gobiernos: Puerto Rico y Grecia.
La comparación es muy relevante en sus méritos, aun cuando diametralmente diferente en su tratamiento e impacto, precisamente porque pone de relieve lo que puede ser la solución de fondo a los problemas de la Eurozona.
En el estatus político y soberano de ambas naciones hay divergencias muy claras (ya no digamos en su tradición histórica y cultural). Si además tomamos en cuenta que Grecia tiene 11 millones de habitantes, mientras Puerto Rico, unos tres y medio, las particularidades se hacen más prominentes. Y, sin embargo, hay muchas coincidencias que merecen reflexión.
La verdad es que en términos prácticos, Puerto Rico y Grecia tienen magnitudes económicas muy similares y ambas pudieran ser caracterizadas como “eslabones débiles” de las uniones que conforman respectivamente en el mercado internacional, la Zona Euro y la Zona Dólar.
El GDP per cápita de Puerto Rico y de Grecia alcanzó en su momento en ambos países la cantidad de US$ 27.000, aun cuando el de Grecia hoy se proyecta en US$ 21.000, mientras el de Puerto Rico es de US$ 28.000. Es decir, son economías de magnitud muy pareja, aunque la balanza de pagos de ambos países es inversamente proporcional: mientras la isla del encanto registra un superávit comercial de tres millardos, Grecia tiene un déficit de dos.
Estas y otras cifras delinean un perfil prácticamente de economías gemelas, pero la más relevante para este artículo es la magnitud de su endeudamiento público per cápita, que en ambos países es equivalente, aún cuando mayor el de Grecia (US$ 30 mil per cápita) que el de Puerto Rico (US$ 20 mil per cápita). En Puerto Rico esto representa un monto bruto de endeudamiento de US$ 164 millardos (160% del PIB), al tiempo que el de Grecia ronda los US$ 400 millardos, lo que representa cerca del 170% del PIB (cifra no muy distante del caso Puerto Rico). A pesar de la disimilitud en las magnitudes, las necesidades de financiamiento de ambas economías, con base al perfil de su endeudamiento y vencimientos, es igual: está en el orden de los US$ 70 millardos.
Entonces, ¿por qué el problema de Grecia ha cobrado mucho mayor impacto y visibilidad? Porque, aunque Puerto Rico es un Estado Libre Asociado al sistema Federal de Estados Unidos, está de facto integrado a la “unión fiscal, financiera y monetaria federal” de este país.
La Zona Euro es muy diferente. Allí la unión es monetaria, pero no tiene dimensión fiscal. En pocas palabras, el default de Rico se puede refinanciar en el marco del endeudamiento público global de los EEUU. Esta suerte no la tiene Grecia, puesto que no habiendo una unión fiscal, su default recae sobre las economías de la Zona Euro individualmente consideradas, es decir, que pesa fundamentalmente sobre los hombros de Alemania. En consecuencia, el tratamiento que Alemania le dé a la tragedia griega constituirá un adelanto de situaciones en puerta, como es el caso de Portugal y de España, por mencionar un par de eslabones débiles en la Zona Euro.
Puerto Rico no es tampoco el único quebradero de cabeza de la Zona Dólar. Las economías de Alabama y Luisiana tienen claros problemas de pobreza y exhiben un desempeño económico frágil en comparación con otros estados de la Unión. La ciudad de Detroit, por su parte, transitó por un espinoso trayecto en el marco de la crisis de 2008 en EEUU. En aquel momento, la crisis bancaria e inmobiliaria coincidió con la de la industria automotriz. Esa crujía fue superada gracias al plan de endeudamiento, auxilios y estímulos federales ejecutado por el presidente Obama, que, pese a lo que dijeron los críticos y opositores del endeudamiento federal propuesto en su momento, desembocó en el actual período de crecimiento –y consecuente reducción del desempleo a niveles de 5.3%- que atraviesa EEUU. A contravía de lo que anunciaron los detractores, la deuda pública de Estados Unidos está hoy bajo control y el déficit fiscal federal es de sólo el 2,8% del PIB.
En síntesis, el futuro de Europa y su Zona Euro depende de llevar la actual Unión Económica y Monetaria, a una unión fiscal y financiera, lo que prácticamente equivaldría a construir un Gobierno Federal Europeo.
Ese es el reto, nada fácil, que explica las variaciones en impacto y visibilidad del default de Puerto Rico y el de Grecia.
Pero, como se sabe, vivimos en tiempos de innovación. Y la política no tiene que quedar fuera del ventarrón de cambio y actualización. Esto se aplica a todo el planeta, pero en Europa el desafío de reingeniería del sistema político-económico se expresa con urgencia. Y debe llegar hasta el Olimpo si fuera necesario.
Leopoldo Martínez | IQLatino
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