Luego de unos largos veinte años desde el último encuentro, volverá a celebrarse la conferencia de Habitat de la Organización de Naciones Unidas, en su tercera edición, entre el 17 y el 20 de octubre próximos, para discutir y consensuar soluciones comunes para mejorar las ciudades.
Quito, la capital de Ecuador, será la anfitriona este año y espera recibir a unas 30.000 personas de ciudades de todo el mundo. “Si las ciudades fueran equipos de fútbol, este evento tendría la importancia de una Copa Mundial”, escribe Javier Vergara, director de Ciudad Emergente, en su columna de Citylab Latino.
Ecuador –golpeado con fuerza con dos catástrofes naturales desde que aceptó ser el anfitrión, la erupción del volcán Cotopaxi y el terremoto de la costa– quiere enfocarse en temas de inclusión. Durante un foro urbano nacional en Guayaquil, preparatorio de Habitat III, la ministra de Vivienda y Desarrollo Urbano, María Duarte, dijo que las prioridades de este país durante la cumbre serán la exclusión social y la especulación en el uso de la tierra, según Citiscope, que la cita así: “Estos son los problemas que están afectando a los países en desarrollo, los problemas que enfrentan las ciudades de América Latina”.
El programa anunciado en el sitio web de la cumbre dice que se discutirán temas como vivienda, financiación municipal, resiliencia urbana, cambio climático y el manejo de riesgos durante los desastres naturales, gobernanza, organizaciones civiles, marcos socioculturales urbanos, ciudades inclusivas, estrategias para el desarrollo económico urbano, servicios y tecnología.
Se pregunta entonces Vergara si a partir del Habitat III, los temas urgentes de la nueva agenda urbana mundial de los próximos 20 años serán la adaptación de las ciudades al cambio climático, con varias ciudades americanas corriendo riesgos de inundaciones,; o el foco en la inmigración y desplazamientos de poblaciones, dados los movimientos migratorios crecientes y continuos no solo hacia Estados Unidos, sino entre los propios países latinoamericanos; o si en nuestras ciudades trabajaremos para reducir los tiempos de viajes para las actividades diarias, con la mejora del transporte urbano; o si los gobiernos locales lograrán más peso en las decisiones sobre sus ciudades frente al poder de los gobierno centrales.