Un primer debate de investidura fallido en el Congreso de los Diputados, con 180 votos en contra de Mariano Rajoy frente a 170 favorables, cerró el mes de agosto con la probabilidad más clara de unas terceras elecciones en España el próximo diciembre. Rajoy se quedó a seis votos de distancia para llegar a los 176 síes que requiere para ser presidente del Gobierno.
Hoy continúa el debate que terminará con una nueva votación, con bajas expectativas de que salga un mandatario de allí. Aunque le bastaría con la mayoría simple esta vez, “Rajoy necesita seis nuevos apoyos o la abstención de 11 diputados”, recuerda El País. El PSOE (el partido socialista), Podemos y Ciudadanos, además del Partido Popular –los partidos con mayor poder en las negociaciones de los pactos de investidura, porque son los que obtuvieron más votos–, miran “la opción de unas terceras elecciones como un ‘escenario no descartable’ “, publica el diario El Mundo.
Como candidato del conservador Partido Popular, Mariano Rajoy ganó las elecciones del 26 de junio pasado, unos comicios repetidos después de que no se alcanzara a un acuerdo para nombrar el presidente tras las elecciones del 20 de diciembre. Porque en España ya no hay mayorías absolutas desde que el desencanto de la clase política permeó en la población. Y sin ellas, sin mayorías contundentes, en un sistema parlamentario como el de este país, los políticos están obligados a negociar para gobernar. Así que quien gane las elecciones con los votos no tiene garantizado ser el Presidente del Gobierno de España, a menos que los propios votos le den una muy holgada mayoría.
El Partido Popular superó el 26 de junio los resultados de diciembre. Las Cortes han quedado constituidas con los diputados electos, pero lo más seguro es que no salga investido Rajoy por el Congreso como presidente.
“La formación conservadora ha recibido como un jarro de agua fría el discurso de Pedro Sánchez en cuyas palabras han visto la imposibilidad de torcer el brazo del PSOE hacia una abstención en la votación del viernes. ‘El no de Sánchez es un no para ahora y también para después’ “, cita Eldiario.es a una fuente del Partido Popular. Si Sánchez y su bancada vuelven a votar hoy que no, en vez de abstenerse, es poco probable que Rajoy salga airoso del debate.
Si había alguien que parecía acabado en las campañas, reforzada esta aparente derrota por el inmenso desgaste de su partido, ese era Pedro Sánchez, el líder del PSOE. Ahora se muestra fortalecido, por su trabajo en las pasadas negociaciones de investidura, y por su actual negativa, en apariencia inamovible y aun en contra de los llamados barones de su propio partido, a permitir un gobierno de Rajoy, con lo cual se ganaría la confianza perdida de la izquierda en unas elecciones futuribles.
“La única opción viable para Rajoy sería ahora lograr el apoyo de los cinco diputados del PNV [Partido Nacionalista Vasco, también conservadores] y lograr una abstención de un diputado de algún otro partido, pero el debate de este miércoles [31 de agosto] también ha desdibujado esa posibilidad. Además, las elecciones vascas del 25 de septiembre convierten a los nacionalistas vascos, que en la sesión de hoy no han dado ninguna pista sobre futuros cambios de voto, en una opción inestable”, añade el diario.es.
Los 170 votos que tiene Mariano Rajoy ahora son los de Ciudadanos –con quienes llegó a acuerdos puntuales y que había pactado antes con Pedro Sánchez para la investidura fallida de principios de año–y del partido pequeño Coalición Canaria.
Mientras tanto, sigue habiendo en España un “gobierno en funciones”, ya de casi 9 meses, presidido por Rajoy, que no tiene el mismo margen de actuación de una administración debidamente constituida y legitimada por las urnas. La actual se pasó de la fecha de vencimiento y se convirtió en provisoria. No puede nombrar ministros nuevos ” y su gabinete original de 13 ya ha quedado en 10, porque la ministra de Fomento se fue a presidir el congreso, el de Sanidad a candidatearse al País Vasco y el de Industria a intentar explicar sus cuentas panameñas”, recuerda Martín Caparrós en un artículo de opinión The New York Times en su versión en español.
“El gobierno provisorio no tiene autoridad para sancionar el presupuesto general del Estado, su herramienta básica, que debería entrar en vigencia en octubre; sus juristas buscan con denuedo aquel capítulo de aquel libro que sugiera que sí. Tiene, en cambio, desde su punto de vista, una ventaja (que muchos consideran inconstitucional): sus miembros, so pretexto de interinos, se niegan a someterse al control parlamentario. Y el parlamento lleva diez meses sin promulgar una ley, porque sus miembros están muy ocupados en sus campañas y negociaciones”, detalla Caparrós.
De este lado de Europa hay una referencia reciente. Entre 2010 y 2011, Bélgica rompió la marca mundial que tenía Camboya de un país sin gobierno: 541 días, según El País. “Bélgica creció más del 2% entre las elecciones de junio de 2010 y el 6 de diciembre de 2011, el día en que el socialdemócrata Elio Di Rupo se convirtió en primer ministro; España perdió PIB y la eurozona creció por debajo del 2% en el mismo periodo. El paro [desempleo] belga bajó en ese año y medio, mientras aumentaba en la zona euro y se disparaba por encima del 20% en España”, agrega el periódico. Los expertos atribuyen esto a que el modelo de estado Belga es descentralizado y el Parlamento pudo seguir trabajando de forma autónoma.
No es exactamente el caso de España. “La democracia parlamentaria fue eficiente durante los más de 30 años de sistema bipartidista. Ahora, cuando cuatro partidos se reparten el grueso de los votos, el mecanismo los obliga a negociar, y no parecen saber cómo. No tienen la costumbre de pactar, lo cual es bueno y malo al mismo tiempo: no traicionan demasiado sus mandatos; no logran gobernar […] La falta de gobierno es como una amenaza que a veces se ve terrible, otras inocua. Habrá servido para algo si consigue mostrar que el sistema debe cambiar para seguir sirviendo. Si no, seguirá siendo la burla de todos —y el espacio donde el discurso de la antipolítica conseguirá instalar nuevas opciones—”, escribe Martín Caparrós.
Y a medida que pasan por la erosión de elecciones, con sus campañas y debates parlamentarios posteriores, los dos partidos que parecían alternativa al bipartidismo van perdiendo fuelle. O al menos a eso apuestan los dos grandes de siempre y, según eldiario.es, no temen demasiado el escenario de las terceras elecciones.
De acuerdo con fuentes del PSOE y del PP consultados por ese diario, unos hipotéticos comicios de diciembre “plantean la posibilidad de un ascenso [del partido] socialista a costa de Podemos”, a juzgar por encuestas recientes, mientras el Partido Popular cuenta con que “si hay nuevas elecciones […] seguirá aumentando su renta de diputados a costa de Ciudadanos”.
La fecha de esas terceras elecciones es una ironía: el 25 de diciembre, el día de Navidad, en el que los españoles suelen reunirse en familia a la hora del almuerzo, con la resaca de la Nochebuena. Son los tiempos que dicta la ley electoral. El PSOE presentará al Congreso un proyecto de reforma de esta ley para que la campaña se reduzca a la mitad y los comicios se celebren el 18 de diciembre, reseña El País. El diario.es añade que esta propuesta contaría con el apoyo de Podemos y Ciudadanos.
Hay más opciones en el marco legal español: de aquí al 1 de noviembre, fecha en que la convocatoria a nuevas elecciones sería automática si fracasan todos los intentos, podría haber más debates de investidura, El Rey, que es el jefe del Estado, tiene la atribución de volver a proponer a Rajoy como candidato para someterse al debate, o a líderes de otros partidos, e, incluso a otros que no sean diputados, recuerda El País. Lo que no está claro es si podrán usarse.
Este periódico amanece con el anuncio de que los líderes regionales del PSOE “abrirán el debate” de aquí hasta que termine el tiempo para evitar nuevas elecciones, tras el fracaso previsto de la investidura de hoy, aunque la directiva del partido se mantiene en su “no dejar gobernar al PP”, apoyada en la buena percepción en la opinión pública de esta decisión.
ACTUALIZACIÓN AL 6 DE SEPTIEMBRE: En efecto, no hubo acuerdo. El rey Felipe VI, en su rol de Jefe del Estado, decidió por ahora no convocar una nueva ronda de consultas para proponer a otro candidato, como prevé la Constitución española, e instó a los partidos con diputados electos en el Congreso a dialogar para lograr una posible investidura antes del 31 de octubre, fecha límite para evitar unas terceras elecciones. Si no se lograr el cometido, el rey firmará la convocatoria de los comicios. “De este modo, la que sería segunda ronda de consultas de Felipe VI tras la repetición de las elecciones el 26 de junio y la quinta del Rey desde los comicios del 20 de diciembre de 2015, queda así en el aire, a expensas de los posibles pactos a que puedan llegar a partir de ahora las fuerzas políticas para evitar terceras elecciones”, dice un despacho de EFE difundido por varios medios el 5 de septiembre.