Inmigrantes reconstruyen Los Ángeles

La crisis causada por los incendios en Los Ángeles demuestra que los inmigrantes son esenciales para la reconstrucción, pero su situación de vulnerabilidad —agravada por políticas migratorias hostiles y la falta de protección laboral— requiere atención urgente

Los recientes incendios de proporciones casi apocalípticas en Los Ángeles han dejado a la ciudad ante uno de los peores desastres de su historia. En medio de la devastación y el caos, un grupo fundamental de trabajadores ha emergido para encabezar las labores de limpieza y reconstrucción: los inmigrantes, muchos de ellos indocumentados.

Esta realidad no es nueva en Estados Unidos; tras cada desastre natural o crisis, la mano de obra inmigrante ha sido clave para levantar comunidades enteras y reactivar la economía.

La relevancia de la mano de obra inmigrante se vuelve aún más evidente si consideramos que un proceso de recuperación eficaz no solo beneficia a quienes han perdido sus hogares, sino también al sector de los seguros y, en general, a toda la economía. Desde 2005, cuando el entonces presidente George W. Bush pausó temporalmente las sanciones contra empleadores tras el huracán Katrina, las empresas estadounidenses han reconocido el papel imprescindible de los inmigrantes en la reconstrucción. Ahora, en 2025, los líderes empresariales se han apresurado a contactar al nuevo gobierno para atenuar las políticas de “deportación masiva”, pues se enfrentan a una notable escasez de trabajadores.

Los centros de trabajadores como eje de respuesta ante el desastre

Pablo Alvarado, codirector ejecutivo de la Red Nacional de Jornaleros (NDLON, por sus siglas en inglés), explica que esta organización cuenta con alrededor de 70 centros de trabajo a nivel nacional. Según él, “cada vez que hay un desastre, estos centros se activan para convertirse en centros de información”, llegando incluso antes que los primeros respondedores oficiales a las zonas afectadas.

Alvarado describe cómo en el centro de trabajadores de Pasadena, ubicado a apenas una milla de la zona más devastada por los incendios, “la gente viene a recibir suministros esenciales, desde fórmula para bebés hasta pañales y alimentos”. En su testimonio, destaca que los propios jornaleros, muchos de los cuales también han perdido sus hogares, se han organizado de forma espontánea para ayudar a la comunidad. “Formamos la brigada de ayuda contra incendios, empezamos removiendo un árbol caído en la esquina del centro, y de pronto se unieron cientos de voluntarios”, comenta.

Asimismo, subraya la dimensión humana de esta tragedia: “Hay trabajadores que me dicen: ‘Lo que tengo puesto es todo lo que poseo en esta vida’… Perdieron su apartamento y también la casa que limpiaban o en la que trabajaban”. Esta conexión ilustra la interdependencia entre los inmigrantes y las familias a las que sirven. De hecho, señala que “no hay forma de reconstruir Los Ángeles sin la mano de obra de inmigrantes indocumentados”, pues son ellos quienes están limpiando escombros y removiendo cenizas mientras, al mismo tiempo, tratan de rehacer sus propias vidas.

Riesgos para la salud y vulnerabilidad de los trabajadores

Pese al entusiasmo solidario, Alvarado advierte sobre los graves riesgos para la salud que enfrentan estos trabajadores: “Recuerdo el 11 de septiembre en Nueva York, fue la comunidad jornalera la que hizo gran parte de la limpieza y, años después, muchos desarrollaron cáncer”. Ahora, en Los Ángeles, teme que ocurra algo similar, pues “hay quienes están entrando a casas llenas de cenizas tóxicas sin el equipo de protección adecuado”.

El papel de la investigación y el testimonio académico

Nik Theodore, profesor distinguido del Departamento de Planificación Urbana y Políticas de la Universidad de Illinois en Chicago, ha investigado durante 25 años las condiciones de trabajo de los jornaleros y otros trabajadores inmigrantes. Explica que “la magnitud de la destrucción en zonas urbanas es casi inimaginable”, y la urgencia de la remediación crea oportunidades para la explotación laboral.

Según Theodore, “hemos visto contratistas sin licencia que llegan de otros estados y contratan rápidamente a trabajadores inmigrantes para las labores de limpieza y reconstrucción”. Sin embargo, “la provisión de equipos de protección personal siempre ha sido inadecuada”, y a esto se suma un incremento drástico en el robo de salarios (wage theft).

Enfatiza también que “el ambiente político antiinmigrante actual ha envalentonado a algunos empleadores para usar amenazas de deportación contra los trabajadores”, dificultando que estos denuncien abusos o condiciones inseguras.

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El impacto de las políticas migratorias en la reconstrucción

Jenny Murray, presidenta y directora ejecutiva del National Immigration Forum, coincide en que la mano de obra inmigrante es esencial para el proceso de reconstrucción. “El mercado laboral está extremadamente restringido. Tenemos la tasa de natalidad más baja de la historia y entre 8 y 10 millones de empleos vacantes cada mes”, explica.

Además, subraya que el miedo a la deportación desalienta a muchos a presentarse a trabajar: “Sabemos que 40% de la fuerza laboral de la construcción en California es nacida en el extranjero. Sin embargo, con la retórica actual, muchos temen perderlo todo si ICE llega a sus lugares de trabajo o comunidades”.

Murray agrega que “podríamos estar perdiendo hasta 1.4 millones de personas con permiso temporal que ahora se enfrentarían a la posibilidad de deportación”, lo cual agravaría aún más la escasez de mano de obra. No obstante, cita encuestas recientes que indican que “hasta un 75% de los conservadores y evangélicos quieren que las deportaciones se enfoquen solo en criminales violentos y no en quienes están aquí contribuyendo”. Esto sugiere que podría haber espacio para una reforma migratoria pragmática y humanitaria.

Conclusiones

La experiencia de los centros de jornaleros demuestra que, con organización y solidaridad, es posible ofrecer recursos, capacitación y apoyo legal a estos trabajadores.

Pero, a largo plazo, solo una reforma migratoria integral y políticas laborales más robustas podrán garantizar que quienes sostienen la economía y reconstruyen las comunidades lo hagan con la seguridad y la dignidad que merecen.

“En este momento, la humanidad está por encima de la ideología. Y lo más hermoso es que son los trabajadores inmigrantes quienes lideran la ayuda en el terreno”, concluye Pablo Alvarado.