Seis preguntas y respuestas sobre Intervenciones Urbanas Participativas

Las IUP son un reto para profesores y estudiantes universitarios que pone a prueba el conocimiento adquirido en las aulas con la realidad empírica

La universidad como centro de investigación nos enseña sobre metodología, además de ello, nos enseña que para ser precisos y completos debemos ordenar nuestras ideas. Partiendo por lo anterior, he decido dividir este artículo, que se asemeja más a un breve relato, en seis preguntas con sus respectivas respuestas.

¿Qué es IUP? Intervenciones Urbanas Participativas es un cambio de dinámica, es un reto para profesores y estudiantes universitarios que a lo largo de su estancia en la universidad se han acostumbrado a enseñar/aprender realidades desde un aula de clase, alejándose totalmente de la evidencia empírica con la que sustentan su programa de estudio, de la verdadera idea de captar conocimiento: el comprender lo estudiado. Se entiende por compresión a una internalización intelectual donde se activan sentidos como la intuición, la percepción, aquello que nos acerca a lo inteligible y nos aproxima a la reflexión. Reflexión que, en la actualidad, y desde mi realidad (en Venezuela) es necesaria para dar espacio a la formulación de soluciones eficientes e innovadoras para los problemas más urgentes de la sociedad, partiendo no sólo del campo de estudio personal, sino del interés del ser humano de  vivir en plena calidad. IUPes una experiencia que cambia perspectivas, es un paso a lo empírico, a lo palpable. IUP es una cercanía a la realidad distinta a la propia y un balde de agua fría (coloquialmente hablando) para aquellos que se sumergen en una burbuja fríamente delimitada.

¿Por qué escribo sobre IUP?  Mi nombre es Ivanna, tengo casi 20 años y hace 6 meses comencé a estudiar mi octavo semestre de Ciencias Políticas en la Universidad Rafael Urdaneta de la ciudad de Maracaibo, mi interés auspiciado por la continuidad de lo aprendido en una materia electiva llamada “Ciudades y planificación” me llevó a inscribir “Intervenciones Urbanas Participativas”, una electiva que, pese a ser impartida por el mismo profesor de la que me motivase a continuar con la onda de la planificación urbana, prometía ser evidentemente diferente. ¿Y por qué ésta iba a ser tan diferente? En simples palabras: nos convertiríamos en un ensayo elocuente de la universidad y Ashoka (una organización internacional que promueve el emprendimiento social), pues, esta materia no sólo iba dirigida a futuros politólogos, sino que, además de ser impartida por un politólogo, ésta sería a su vez impartida por una arquitecta y al mismo tiempo sería dirigida a estudiantes de arquitectura también. En síntesis: IUP era y continúa siendo una materia electiva impartida por una arquitecta y un politólogo, y dirigida a 20 estudiantes (10 de arquitectura y 10 de política) quienes, bajo la figura de dos equipos multidisciplinarios tendrían que, en los siguientes cuatro meses, elaborar dos proyectos arquitectónicos acompañados de programas que fuesen dirigidos a solucionar los principales problemas de dos comunidades sumamente vulnerables de Maracaibo: El barrio 19 de Abril y el barrio Las Trinitarias. Es entonces que escribo sobre mi experiencia en IUP, por ser parte de éste experimento universitario de hacer a jóvenes entre 19 y 21 años más cercanos a la realidad del 84% de la población de mi país, que, según cifras oficiales y no oficiales, vive en condiciones de pobreza y exclusión.

¿Qué hicimos en IUP? A lo largo del semestre y pese a la ola de manifestaciones en el país que en parte imposibilitaron la consistencia del periodo académico, nos dedicamos a entender lo suficiente herramientas metodológicas que nos permitiesen identificar las necesidades de la comunidad al igual que sus prioridades, en función a elaborar diseños participativos de la mano de las comunidades y sus peculiares personajes. El reto de la interacción fuera del aula se resumió en lo siguiente: ¿Cómo elaborar un proyecto destinado a mejorar la calidad de vida de las comunidades que han recibido tantas promesas de proyectos por parte de entes gubernamentales? ¿Cómo generar confianza de manera natural si existe una barrera auspiciada por la desconfianza en aquel que quiere ayudar a solucionar? Sencillo: fue la misma energía, espontaneidad y empatía de los estudiantes lo que facilitó de manera extraordinaria un acercamiento que derivó resultados más que favorables, únicos.

intervenciones urbanas participativas

De lo académico pasamos a lo cotidiano, pues, las visitas los domingos a la comunidad, en vez de ser tediosas (por hacernos despertar temprano) se convertirían en lo más esperado de la semana, ya que, pese a estar haciendo una labor académica, el domingo sería un día para compartir; un día para jugar damas chinas con el campeón de las trinitarias, el señor José; un día para jugar fútbol en la “plaza de los cauchos”; un día para que con la ayuda de la comunidad hiciéramos un sancocho (sopa) en uh horno improvisado de leña; en fin, el domingo era una visita a la otra realidad, que, cada lunes siguiente, se convertía en la discusión de una clase que prometía apropiase de proyectos que seguramente son respuestas a las problemáticas diagnosticadas.

“¿Cómo ves tu barrio en unos años?” le pregunté a Andrea, una joven de 18 años oriunda de Valledupar (Colombia), quien reside desde hace 15 en Las Trinitarias (el mismo tiempo que tiene en Venezuela). Su respuesta me impresionó, pues ya me había acostumbrado a escuchar “queremos servicios públicos, agua, luz, cloacas, seguridad y menos niñas embarazadas”, fue entonces que Andrea dijo: “En unos años veo mi barrio como una urbanización cerrada del este”, quise ahondar más en el tema, por lo que ella continuó diciendo: “Me gustaría que además de tener todo lo que ya te dijeron los demás, esto funcionara como una villa cerrada, y que en el centro, donde están la placita de los cauchos que hicimos, haya un verdadero parque que nos sirva a todos y nos una como comunidad”. Al escuchar las palabras de Andrea, además de admirar su postura firme y su habilidad para escribir y cantar hip-hop con contenido social, me percaté en lo difícil que sería canalizar todas las necesidades de la comunidad en un proyecto, pues: ¿Cómo podemos priorizar problemas que parecen necesitan una solución conjunta? Por otro lado, me preguntaba: ¿Dónde están los gobernantes cuando más necesitan de sus competencias y atribuciones?

Es inaceptable que parte de la población no reciba de manera eficiente y efectiva los servicios necesarios para mejorar su calidad de vida debido a su posición espacial (como lo son la electricidad, sistema de acueductos, agua potable, vialidad, rutas suficientes de transporte público, servicios médicos, educativos, espacios recreacionales, acceso al trabajo, infraestructura…). Si entendemos como Teresa Montagut que la pobreza genera aislamiento, exclusión social, ausencia de ciudadanía, desigualdad y por consecuente el crecimiento exacerbado de los problemas sociales y entendiendo además que la mayoría de la población habitando en asentamientos irregulares vive en pobreza relativa y extrema, podríamos entonces señalar la necesidad no de reubicar a quienes habitan en estos (como en algún momento les plantearon a quienes residen en el sector 19 de Abril, sino más bien, de promover políticas urbanas incluyentes que superen las diferencias sociales y resulten un efecto positivo para la transformación de comunidades como Las Trinitarias y 19 de Abril.

intervenciones urbanas participativas

¿Cómo saber si intervenir los espacios sirve para solucionar esas múltiples demandas? Es sencillo, los ejemplos en el mundo lo responden: Las intervenciones de las distintas entidades en el ámbito internacional corresponden a su naturaleza, misión y presupuestos, es decir, están contempladas entre sus acciones permanentes. Las obras son técnicamente perdurables y de fácil mantenimiento, corresponden a estándares adecuados al estrato en que se localizan, a las restricciones geotécnicas de los terrenos y a los recursos de reposición previstos por las entidades ejecutoras. Los subsidios son invertidos en familias muy pobres, reducen el sufrimiento de aquellas localizadas en zonas de riesgo, y las acerca al desarrollo urbano, esto quiere decir que son subsidios muy racionalizados y plenamente justificados. La gente cada vez tiene más claro conocimiento del mejoramiento del espacio urbano, participa activamente de él y se lo apropia. El ejemplo más cercano: el nuestro, además de acercarnos y compenetrarnos con las personas del barrio 19 de Abril y Las Trinitarias, nos apropiamos de sus deseos, de sus necesidades y sus demandas y las canalizamos de tal manera que, hoy por hoy, no dejaremos que la intervención quede solo en proyecto y buscaremos lo necesario para hacer el “ejecútese”.

Hoy día, las entidades gubernamentales, no gubernamentales y particulares se notan paulatinamente comprometidas con estas intervenciones. El espacio público y el equipamiento comunitario son obras multifuncionales, es decir, satisfacen diversas necesidades de los habitantes de manera simultánea y en consecuencia son apreciadas por la comunidad, es así como solucionamos nuestro proyecto con múltiples demandas para las dos comunidades visitadas. El proceso de intervención ha promovido y capacitado a la comunidad y sus estructuras sociales en la contratación, el desarrollo zonal, los procedimientos legales y administrativos, la estructura y el funcionamiento y es ello lo que pretendíamos y aún pretendemos lograr con este experimento.

Además de incluir al excluido, las intervenciones urbanas pretenden llevarnos a lo más puro de la teoría política: La discusiones de ciudadanos en la polis. Los romanos y griegos tenían grandes espacios públicos de deliberación, y son las intervenciones participativas actuales las que generan esos espacios, que están acordes a la realidad propia de las comunidades. Mientras no se construyan espacio público, la ciudadanía no se pone en contacto; las comunidades por muy carentes que sean, no se comunican (eso era lo que Andrea me decía que anhela). Mientras no haya contacto, no habrá organización; las comunidades no podrán deliberar mancomunadamente en función a un futuro lleno de mejor calidad de vida. Mientras no haya organización, no hay participación; más bien hay exclusión, pues no incorporamos estas comunidades al sistema de planificación. Y por último lugar, mientras no haya participación, no somos ciudadanos, ¿Y qué son estas comunidades? ¿Objetos?

Hace dos meses, la señora María del barrio Las Trinitarias, madre de 4 hijos y residente de la comunidad desde hace 20 años (desde la fundación de la misma) me dijo: “Hija por favor, acá ha venido Gobernación, Ministerio y Alcaldía, nunca hacen nada; prometen y no cumplen, nos dejan sin esperanzas. Así que te pido de todo corazón, que esto no se quede en palabrerías”. En resumen, mi experiencia en Intervenciones Urbanas Participativas me ha cambiado como individuo, pues, me ha demostrado, que no soy quien para juzgar otra realidad sin conocerla, no soy quien para juzgar quien no tiene la misma calidad de vida que yo, no soy quien para juzgar a los ciudadanos que viven en asentamientos informales, más bien, soy quien exige políticas que solucionen los problemas más urgentes de quienes no reciben las comodidades que yo, pero sobre todas las cosas, quienes no reciben la atención de quien se debe a ellos, el Estado.

 

Por: Ivanna Mía Márquez, especial para IQ Latino