IQLatino entrevistó a Jan Gehl durante el evento Demand Solutions del Banco Interamericano de Desarrollo. Pueden ver la entrevista en nuestro canal de Youtube.
En los años 60 dos personas en diferentes rincones del mundo estaban haciendo cosas que parecían distintas pero que en esencia eran muy similares. Queriéndolo o sin querer, ambos estaban redefiniendo su manera de conocer el mundo. En las selvas de Tanzania Jane Goodall observó a los chimpancés durante 55 años enseñándole a la comunidad científica -entre muchas cosas- que “no solamente los seres humanos tienen personalidad, y son capaces de tener pensamiento racional y emociones”. Simultáneamente, el arquitecto Jan Gehl observaba al homo sapiens pasear por las interminables plazas italianas, enseñándole a la comunidad modernista de arquitectos cómo el diseño del espacio que nos rodea nos influencia. Dependiendo del mismo interactuamos más o menos, somos más o menos saludables, más tristes o más felices. Hoy en día puede parecer algo obvio, pero en ese tiempo no lo era.
La palabra humano no parece existir en el vocabulario de Jan Gehl. Como substituto él habla del homo sapiens. Consciente de esa frase que dice “vigila tus palabras porque se convierten en acciones”, Gehl utiliza el término como un recordatorio de que somos una especie como todas las demás, influenciamos el espacio que nos rodea tanto como ese espacio influencia nuestro comportamiento.
Él no siempre pensó así. Entrenado por la escuela de arquitectura modernista, Gehl estaba destinado a ser un arquitecto danés más hasta conocer a futura esposa, la psicóloga Ingrid Mundt. Según Gehl, Ingrid fue la causa de múltiples conversaciones sobre cómo los seres humanos utilizaban las ciudades en distintas partes del mundo, y cómo los arquitectos parecían estar desconectados de las realidades y necesidades del homo sapiens. En 1965 ambos se fueron a Italia para llevar a cabo sus primeros estudios sobre el espacio público. Gehl ha dedicado el resto de su vida a la creación y aplicación de estos estudios y al establecimiento de una arquitectura y urbanismo centrados en lo que él llama “la escala humana”.
En el año 2000, Gehl y su estudiante Helle Søholt crearon Gehl Architects, una consultora con proyectos de urbanismo y arquitectura en cada rincón del mundo, incluyendo muchos países latinoamericanos como lo son Paraguay, Argentina, Colombia, México y Brasil.
¿Cuál es la importancia de Jan Gehl?
Como ya lo mencioné, personas como Gehl y Goodall estaban redefiniendo su manera de conocer al mundo que los rodeaba. Sin embargo, eso no quiere decir que este cambio de perspectiva haya sido un descubrimiento de por sí. Quizás todo lo contrario, ambos estaban retomando y adaptando a sus campos uno de los métodos de aprendizaje más básicos: la observación. A veces este tipo de acciones pueden ser tan innovadoras como cualquier creación, todo depende en el lugar y el momento. En el caso de Gehl, el lugar y el momento exigían un cambio de pensamiento.
El Síndrome Brasilia
La arquitectura de los 60 estaba influenciada por profesionales que, según Gehl, “diseñaban ciudades desde aviones. Las ciudades eran fantásticas desde el aire, pero un desastre desde la tierra.” En pocas palabras, no estaban diseñadas para el beneficio del homo sapiens. Brasilia, la capital de Brasil inaugurada en 1960, se convirtió en el ejemplo perfecto de este tipo de arquitectura modernista y de un síndrome que, según Gehl, aún sigue afectando a muchos arquitectos en China, Arabia Saudita y otros países del mundo.
Brasilia es una ciudad adorada por algunos y aborrecida por otros. Creo que la mejor descripción de ella es que aunque puede ser considerada una obra de arte, es más un monumento que una ciudad. Representando perfectamente la idea de una “ciudad diseñada desde aviones”, Brasilia tiene la forma de un avión y es una ciudad totalmente compartimentalizada. En una zona viven los embajadores, en otra se encuentran las oficinas, otra zona está destinada al comercio y así sucesivamente. Quizás el mejor ejemplo de cuánto se ignoró al ser humano en la planificación de la ciudad es el siguiente: para vivir en Brasilia se debe tener automóvil, puesto que gran parte de sus calles no tienen aceras.
Originalmente Niemeyer -de ideología izquierdista- planificó una ciudad utópica cuyos edificios acogerían a ricos y a pobres. Sin embargo, los edificios monumentales son hoy en día hogar sólo para aquellos con los medios para pagar por ellos, mientras que los demás se han desplazado a sectores informales en las afueras de Brasilia, uno de los lugares más costosos del mundo. Si a esto agregamos el hecho de que son pocos los espacios públicos en la ciudad, no es sorprendente ver que el diseño de la misma invite a la segregación y a la falta de convivencia y vida pública.
Como politóloga creyente en la importancia del capital social como factor fundamental para la vida en democracia, puedo entender por qué Mundt y Gehl observaban con alarma el movimiento arquitectónico modernista de los 60. Los espacios públicos, más que espacios de convivencia, son espacios de aceptación e inclusión social especialmente necesarios en países sumamente desiguales como lo son la gran mayoría en nuestro continente latinoamericano.
Ciudades para la gente
El equivalente a la “escala humana” que hoy en día Gehl defiende, era la “escala automovilística”. Como se puede ver en Brasilia, muchas ciudades fueron -y aún son- construidas para automóviles. Sin embargo, el trabajo de Gehl y otros arquitectos preocupados por el homo sapiens ha transformado muchos lugares.
Un ejemplo perfecto es la ciudad natal de Gehl, que ha tomado las ideas del profesor como bandera. Copenhagen decidió que para el año 2025 sería la mejor ciudad del mundo para la gente. La oficina de vida pública del gobierno local (si, tienen una oficina de vida pública) se ha encargado de convertir este sueño en realidad por medio de la utilización de políticas orientadas a las personas. En los últimos diez años, calles antes destinadas exclusivamente a vehículos ahora son transitadas por cientos de personas al día. Por otro lado, el número de ciclistas se ha duplicado en los últimos 10 años hasta el punto de provocar “serios problemas de tráfico en los canales destinados a bicicletas”.
Otro proyecto interesante en el que Gehl ha participado fue el de transformar a Times Square. Ubicada en el centro de Manhattan, Times Square es quizás la intersección más famosa del mundo. Cuando el alcalde Bloomberg decidió que era necesario mejorar la vida urbana y el estado del tráfico en la Ciudad de Nueva York, lo primero que hizo fue llamar a Gehl.
Al final de un estudio que observó y cuantificó a todos los que transitaban Times Square, el arquitecto concluyó que aunque 90% de sus usuarios eran peatones, sólo 11% del espacio estaba dedicado a ellos. Esto lo motivó a trabajar junto a Sadik-Khan (a quien también entrevistamos en IQLatino) para mejorar la utilización del espacio público en la zona. Aunque los resultados fueron mixtos, hubo cambios positivos. Por ejemplo, las lesiones a peatones y ciclistas se redujeron en un 39% y hubo un incremento del 11% en peatones utilizando Times Square (el equivalente a 2000 personas).
Cuando las plazas no son suficientes
Aunque el Prof. Gehl ha tenido una influencia muy grande en la planificación urbana de nuestro tiempo, especialmente en el desarrollo de espacios públicos ejemplares; aún existe un área inexplorada por él: las ciudades informales o favelas que rodean las periferias de muchas ciudades en el mundo, especialmente en Latinoamérica.
Hace algunas semanas tuve la oportunidad de conversar con el Prof. Gehl durante el evento Demand Solutions del Banco Interamericano de Desarrollo (vean la entrevista aquí). Durante la entrevista, Gehl y yo tuvimos la oportunidad de hablar sobre la escala humana en las ciudades informales y la necesidad de mejorar la condición de vida en las mismas. Debo decir que me desilusionó un poco saber que -a pesar de haber trabajado con varios gobiernos latinoamericanos- Gehl Architects nunca ha sido contratado para explorar ese aspecto de nuestra urbe.
Gehl compartió la misma preocupación, asegurando que “aunque la mayor parte de [sus] investigaciones hablan sobre países desarrollados, los mayores problemas que tenemos que resolver se encuentran en las ciudades emergentes de los países en vías de desarrollo”. Las ciudades principales de Latinoamérica -la región más urbanizada del mundo- han sufrido las consecuencias de la urbanización acelerada y la falta de planificación pública. Algunas de esas consecuencias incluyen grandes déficits en materia de seguridad, educación, salud, transporte, vivienda y más. Aún son muchas las ciudades emergentes en Latinoamérica y el mundo que se encuentran en capacidad de prevenir muchos de estos problemas antes de que sea demasiado tarde.
El caso de las ciudades informales en las grandes metrópolis de Latinoamérica es especialmente preocupante porque es demasiado tarde para la prevención. Las consecuencias ya están presentes y sus ciudadanos viven en zonas segregadas, con pocos servicios y prácticamente ingobernables. Incontables han sido los proyectos de varios gobiernos para reubicar a dichas comunidades en casas y zonas más seguras, pero muchos de esos proyectos han estado desconectados de las personas y sus necesidades (algunos, por ejemplo, son reubicados lejos de la ciudad); de manera que al final los reubicados vuelven a su lugar de origen.
Según Gehl, los homo sapiens de las ciudades informales vuelven a las favelas porque -a pesar de sus grandes fallas- estas zonas son mucho más dinámicas y adaptadas a su forma de vivir. La mayoría de las casas han sido construidas o remodeladas por sus propietarios y -aunque estructuralmente imperfectas- son muy acertadas desde el punto de vista de convivencia y de diseño. Lo que falta es mejorar la calidad de lo que ya está establecido y trabajar para integrar las favelas al resto de la ciudad.
La aceptación e integración de las ciudades informales debe ser planificada y llevada a cabo de manera creativa para que de la misma no derive aún más segregación. En Rio de Janeiro, por ejemplo, está sucediendo un fenómeno sumamente interesante que ejemplifica la dificultad de ciertas soluciones: algunas favelas están pasando por procesos de gentrificación.
Muchas de las ciudades más bellas y desarrolladas del mundo han tenido una existencia de varios siglos, así que las ciudades jóvenes Latinoamericanas aún tienen mucha historia por escribir. Al final de mi conversación con Gehl le pregunté si a él le gustaría escribir este nuevo capítulo de nuestra historia y ayudar a gobiernos locales a entender la vida en las favelas, él respondió: “me sentiría halagado y honrado de ayudar porque es una tarea importante y complicada, y en principio me encantaría intentarlo.”
Marcela Colmenares – IQLatino
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