Diana Chávez es una mexicana que llegó a Colombia en 2009 para dirigir el Centro Regional de América Latina y el Caribe del Pacto Mundial. Su posición le permite tener una visión global sobre cómo la Responsabilidad Social está ganando terreno en la región. En México Corresponsables le hicieron una entrevista.
— Existen diferencias entre la aplicación de la Responsabilidad Social en los diferentes países de América Latina? ¿Cuáles son las más notables?
— Sí existen. Desde el punto de vista del Pacto Mundial, por ejemplo, en cuanto a Derechos Humanos, se observa que Colombia pone énfasis especial en esta materia. También vemos que todos los países quieren trabajar en asuntos vinculados al medio ambiente. ¡Ser verde es lo más sexy! Es lo que todo el mundo está haciendo e influye mucho el que además se perciba que proteger el medio ambiente y realizar productos verdes es un incentivo, es una acitud que se premia.
— En relación con la dimensión laboral, la que tiene que ver con los recursos humanos y los trabajadores, ¿qué actitudes se observan?
— En el ámbito de las condiciones laborales, hay historias que tenemos que poner sobre la mesa ya que son retos que no están resueltos y que no veo que vayamos a ser capaces de responder en el cercano camino. Por ejemplo, el tema de servidumbre por deuda en Bolivia. En pleno siglo XXI es un problema que sigue vigente. Las mujeres ganan en las plantaciones de caña de azúcar la mitad que los hombres. Este es uno de los grandes retos en el ámbito laboral para mí. También existe otro desafío importante que es el tema de las pensiones: cómo las contrataciones están cambiado su esquema.
— ¿Qué papel tienen las multinacionales al promover unas condiciones laborales justas y equitativas para todos? Existen derechos como la negociación colectiva, obligatorios en muchos países, pero que en otros no lo son. ¿Cómo se debería manejar este asunto?
— Respecto al asunto de los salarios justos y las prestaciones sociales, en Colombia por ejemplo, existe el debate sobre cuál es el salario mínimo, con cuánto puede realmente vivir una persona. Son cuestiones que deben resolverse. Creo que existe un doble reto en este sentido: uno es cómo mantener la inversión extranjera e incluso elevarla y otro es el incremento de la competitividad. Me parece que es uno de los temas que van a tener más importancia en un futuro próximo.
— Las empresas españolas, muchas con una larga trayectoria en Latinoamérica, están apostando por la Responsabilidad Social y muchas luchan por mejorar su reputación. ¿Cómo cree que estas compañías se están adaptando a las particularidades de cada país y están ajustando su RSE a ellas?
— Considero que las multinacionales saben mejor que nadie cómo llegar a un lugar y no operar como globales sino como locales. Eso lo hacen muy bien. Dependiendo del país se pueden observar algunos ejemplos significativos. En el caso de Repsol, a modo de ejemplo, cuando llega a Ecuador modifica su sistema de traslado del petróleo y lo hace para adaptarse a las peculiaridades del contexto. Creo que la pregunta clave radica en cómo encontrar sinergias entre la RSE y la estrategia de negocio. No se trata de llevar a cabo prácticas filantrópicas. El compromiso y la disposición para invertir a largo plazo son fundamentales. A corto plazo, esto no va a resultar barato, pero hay que mirar más allá.
— Un tema de gran envergadura en todos los países, y también en Latinoamérica, es la lucha contra la corrupción. Precisamente fue uno de los asuntos que más costó introducir en el Pacto Mundial. ¿Cómo puede manejarse?
— El tema de la corrupción empieza en la casa, antes que en la empresa. Es importante que tengas una fuerza laboral que tenga valores y ética y si es así, se va a ver reflejado de manera automática. No puedes estar luchando contra un sistema sin antes poner las bases para que ese sistema cambie. Repito que la clave vuelve a estar en el largo plazo, la inversión social y responsable, y sobre todo, en cómo las empresas valoran todo ese retorno a la sociedad.
— ¿Cómo se están implicando en esta lucha por promover un mundo más responsable, justo y solidario? ¿Cómo ha evolucionado su manera de implicarse en la Responsabilidad Social?
— Uruguay es un caso que me gusta mucho resaltar porque las empresas públicas son fimantes del Pacto Mundial y lo están impulsando. El Gobierno creo que ha de ser garante de ciertos derechos, como los laborales. Pero también desempeñan un papel crucial los consumidores y los ciudadanos. Aunque queda un largo camino por recorrer…
— ¿Cómo valora la actitud que tienen los medios de comunicación en América Latina a la hora de difundir información sobre Responsabilidad Social y de apoyar este paradigma?
— Creo que la clave es entender el entorno. Sabemos que no es fácil conseguir este apoyo, en el sentido de que los medios a la hora de hablar de Responsabilidad Social van a tener que detenerse y negociar una primera plana para una información que realmente tenga una incidencia… Creo que hay que esforzarse e ir buscando estas historias, estos héroes anónimos que están en los países en vías de desarrollo, estos programas de gran valor que están impulsando muchas pymes… Los medios de comunicación, por ejemplo, tienen que revelar esta realidad y poner sobre la mesa a este colectivo, capaz de generar conocimiento, de aún ser productivo, pero para quien escasean las oportunidades.
— ¿Qué se puede hacer para convencer a las pymes de la ventaja competitiva que supone apostar por la RSE?
— En primer lugar, me gustaría decir que las pymes tienen mucha Responsabilidad Social. Existen muchas prácticas familiares que vienen de esquemas de RSE aunque ellas mismas no lo sepan. ¿Por qué ocurre esto? Creo que se ha sofisticado tanto este asunto, que se ha llegado a percibir como exclusivo de un grupo de élite. Tenemos que hacer un esfuerzo y hacer llegar la Responsabilidad Social a los ciudadanos para que lo perciban como una manera de obrar cotidiana. Hay que decirles que no se trata de un tema de grandes grupos. No puedes construir ignorando tu realidad. Y la realidad, en nuestros sistemas de desarrollo sostenible, sobre todo en América Latina, no son los paraísos, sino escenarios con mucha complejidad que conviene enfrentar de la mejor manera posible y por parte de todos los actores implicados.
Fuente: México Corresponsables