La renuncia de Evo Morales indica el agotamiento de un modelo de gobierno en América Latina

Después de varias semanas de inestabilidad, con protestas continuas que siguieron a unos comicios cuestionados que dieron a Evo Morales como ganador en las elecciones del 20 de octubre pasado, el presidente de Bolivia renunció a su cargo este domingo. El detonante fue un informe de la Organización de Estados Americanos sobre tales elecciones  y el empujón final lo dio la cúpula de las Fuerzas Armadas.

Evo Morales iba a cumplir 14 años en el poder. Con él renunciaron en cadena el vicepresidente del país, el presidente del Congreso y la presidenta del Senado. No se sabe a esta hora quién asumirá la presidencia temporal de Bolivia ni se conoce el paradero de Morales, aunque el gobierno de México ofreció asilos a sus funcionarios y al expresidente.

El informe de la OEA, que resultó de una auditoría que comenzó el 31 de octubre, se publicó apenas horas antes de la dimisión del ex presidente. Los técnicos encontraron:

  • Que el sistema de transmisión de los resultados y los cómputos estuvieron viciados y que no fue posible dar certeza a esos resultados
  • Que hubo falsificación de firmas y alteración de actas en la muestra que revisaron –un 23% de las actas presentaron irregularidades— “Es importante advertir, asimismo, que el análisis de las actas originales en los departamentos de Potosí, Chuquisaca y Santa Cruz no ha sido posible, debido a que parte de la documentación fue incendiada. Es previsible suponer que de contar con más tiempo para procesar mayor documentación se hallaría un número aún mayor de irregularidades”, dice el informe
  • Que hubo una deficiente cadena de custodia del material electoral. “Dado que en Bolivia no existe la posibilidad de recuento de votos, el resguardo de las actas electorales es un aspecto crítico para dar las garantías al proceso electoral. El control de quien maneja las actas y el lugar en que se encuentran en cada momento es fundamental”.
  • Que el cómputo presentado del último 5% del conteo de los votos presentó una curva a favor de Morales muy inusual y “altamente improbable”

Por tanto, el informe concluyó que en esas elecciones presidenciales hubo irregularidades “que varían desde muy graves hasta indicativas”. “Esto lleva al equipo técnico auditor a cuestionar la integridad de los resultados de la elección del 20 de octubre pasado”.

El mismo domingo, Evo Morales reaccionó al informe con un anuncio de su disposición a ir a nuevas elecciones. La cúpula militar y la de la policía pidió su renuncia de todas formas y Morales dejó el cargo horas más tarde.

El secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, dijo a BBC Mundo que “el llamado a elecciones es necesario en ese país”. Este medio no reportó ninguna otra declaración a nombre del secretario general.

En su perfil de Twitter, Almagro opinó en la misma línea de la Unión Europea, cuya alta comisionada para las Relaciones Exteriores dijo que la UE continuaba su apoyo a Bolivia en el fortalecimiento de sus instituciones democráticas.

Almagro retuiteó el mensaje oficial de la UE y añadió:

“Suscribimos y reiteramos el llamado a soluciones constitucionales, cívicas y pacíficas en Bolivia conforme al comunicado de @eu_eaas de apoyo al proceso”

Las reacciones de gobiernos de América Latina

A través de un comunicado de la Cancillería, del gobierno de Colombia solicitó a la OEA la convocatoria “de manera urgente” de su Consejo Permanente, “a fin de buscar soluciones a la compleja situación institucional que se presenta en el Estado Plurinacional de Bolivia”.

En otro comunicado, el gobierno de Perú expresó su deseo de la celebración de elecciones “con las debidas garantías de transparencia”.

Por su parte, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala se pronunció e hizo “votos por una transición pacífica que garantice un proceso electoral transparente que permita el pronto retorno a la democracia en ese país, se respete la voluntad del pueblo boliviano, y al mismo tiempo hace un llamado a todos los actores políticos y sociales de ese país a fin de que cese la violencia”.

La Cancillería de Chile, país que en plena inestabilidad social y política, manifestó “su preocupación por la interrupción del proceso electoral para elegir democráticamente al presidente y por la crisis por la que atraviesa la sociedad boliviana” y también hizo votos “por una pronta solución pacífica y democrática, en el marco de la Constitución y las leyes del Estado Plurinacional de Bolivia”.

Los gobiernos de Venezuela, Nicaragua y Cuba hablaron de un golpe de estado. El presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, los acompañó en esa opinión. Fernández asumirá la presidencia de su país este diciembre.

El presidente de México tuiteó que reconoce “la actitud responsable del presidente de Bolivia, Evo Morales, quien prefirió renunciar a exponer a su pueblo a la violencia”. El canciller de México, Marcelo Ebrard publicó, además, que en Bolivia “hay una operación militar en curso, la rechazamos (…). México mantendrá su posición de respeto a la democracia y las instituciones. Golpe no”. Y anunció que el gobierno de su país dará asilo a 20 funcionarios del ejecutivo y legislativo de Bolivia en la embajada de México en La Paz y “de así decidirlo ofreceríamos asilo también a Evo Morales.

¿Efectos en el resto de la region?

Están en pleno desarrollo las réplicas de la situación actual de Bolivia en el resto de la región, en el presente movida por otros sacudones políticos y sociales que tienen todos como fondo el descontento frente a la dirigencia de sus países y sus instituciones, independientemente del signo político de sus gobiernos.

Francesco Manetto, corresponsal curtido en América Latina para El País, interpreta que “la renuncia de Evo Morales es el síntoma del agotamiento de un modelo que había generado una fuerte contestación social y al mismo tiempo la preocupante demostración de que el poder en América Latina depende aún hoy de las Fuerzas Armadas”.

Roy Campos, politólogo mexicano consultado por La Tercera, opina, por su parte, que “la caída de Evo es el fracaso de una política y de una democracia. Las banderas con las que llegó se pervirtieron. Estamos viviendo una reconfiguracion no de izquierdas y derechas, sino el fracaso de modelos tradicionales de gobierno”.

Para el común puede ser evidente pensar en Venezuela con la renuncia de Morales, aunque el gobierno de Maduro es fundamentalmente militar y, por tanto, su régimen tiene el blindaje del Alto Mando de las Fuerzas Armadas. Las complejidades de los dos países difieren.

RCN Radio entrevistó al analista internacional Jairo Libreros, quien percibe otras diferencias en las reacciones de uno y otro gobierno a los informes de los organismos multinacionales. El informe de los técnicos electorales de ese organismo sobre Bolivia, dice, tuvo efectos determinantes apenas 12 horas después de que se presentara, mientras que el informe de Michelle Bachelet, alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, sobre graves violaciones de derechos humanos en Venezuela, no ha generado ninguna reacción que apunte a nada parecido en el régimen de Maduro.

“Hay analogías, sobre todo en el plano ideológico, pero también hay diferencias en su puesta en práctica. Y el mero hecho de que en estas elecciones hubiera una misión de observación de la OEA y que su auditoría haya desembocado en una nueva convocatoria electoral marca una distancia importante entre ambos Gobiernos, aunque tuvieran un proyecto parecido”, escribe Manetto.

“Lo que se ha visto es un síntoma de su debilitamiento, del malestar social que ha alentado, en ocasiones con violencia, y el impulso de una política del todo o nada dentro la oposición, que contribuye igualmente a la inestabilidad del sistema”, concluyó.

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