A la fecha, varios equipos de científicos están trabajando en la inmunización contra el nuevo coronavirus. Según los entendidos, los estudios tardarán todavía meses en estar listos y probar su efectividad, incluso un año. Las investigaciones están en su fase experimental. En Seattle, Estados Unidos, científicos del Kaiser Permanente Washington Research Institute están ensayando las primeras dosis de una posible vacuna con voluntarios sanos, ahora, y dentro de un mes. El gobierno chino asegura que desarrolló “con éxito” una vacuna, cuya eficacia se comprobará en ensayos clínicos en abril.
Por ahora, las medidas de aislamiento siguen siendo fundamentales para reducir la propagación del virus.
España, mientras tanto, tiene trabajando a investigadores del Centro Nacional de Biotecnología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) –para el cual el gobierno destinará 4,5 millones de euros adicionales (casi 5 millones de dólares) de los 30 millones (casi 33 millones de dólares) que ya tenía presupuestados– y de la Fundación Lucha Contra el Sida y las Enfermedades Infecciones. Y un médico español en el hospital Mount Sinai, uno de los virólogos más reconocidos del mundo, estudia en esa institución el coronavirus con su equipo: asegura que la vacuna no estará lista antes de finales de año.
Una posible vacuna en el Centro Nacional de Biotecnología
En el equipo del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC hay 16 científicos que trabajan en el desarrollo de la vacuna con ingeniería genética, reportan Virginia Martínez Crespo y Luis Manuel Rivas para El País.
En la presentación de su estudio, los científicos lo explican así: “El principal objetivo de nuestra investigación es el estudio de las bases moleculares de la replicación y virulencia del coronavirus (CoV), y la identificación de las vías de señalización modificadas por el virus, para controlar la enfermedad. La información de estos proyectos básicos se utilizará para diseñar estrategias de protección contra las enfermedades inducidas por el CoV, en particular la neumonía humana grave, que puede terminar en el síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA).”
Es un método de clonación del virus que permite su manipulación genética para “atenuar su virulencia” y con eso hacer la vacuna, publica el CSIC. Con técnicas parecidas consiguieron la vacuna para otro coronavirus, el SARS, en 2002.
Luis Enjuanes, virólogo de este centro, lo explica en el reporte de El País: “Nuestro laboratorio fue el primero del mundo que consiguió desarrollar un sistema que se llama de genética reversa. Quitamos los genes que son los responsables de neutralizar las defensas nuestras, el virus se atenúa y un virus atenuado es un candidato a vacuna muy importante”.
El equipo también trabaja en desarrollar anticuerpos para las personas ya contagiadas.
Detener la transmisión en la Fundación Lucha contra el Sida y las Enfermedades Infecciosas
En la gente que ya tiene el virus se concentra la investigación de la Fundación Lucha contra el Sida y las Enfermedades Infecciosas. Es un ensayo clínico que no se enfoca en curar del virus, sino en detener la transmisión comunitaria, como se llama a los contagios masivos. Por eso en la página web de la fundación dicen que esta investigación es pionera.
Los científicos de este equipo trabajarán con 190 personas contagiadas con síntomas leves y 3 mil personas que hayan estado en contacto con ellos en las zonas de mayor incidencia del virus: el norte del área metropolitana de Barcelona (al norte) y en Igualada, el municipio ahora confinado de la provincia de Barcelona, a 60 kilómetros de la ciudad.
A las personas con el virus les darán darunavir, que es un antiviral contra el VIH, “con el objetivo de reducir la carga viral, y, por tanto, la capacidad de transmitir el virus a otras personas”. A sus contactos cercanos les darán hidroxicloroquina, un fármaco contra la malaria. “Con esta estrategia la persona con COVID-19 sería infecciosa durante menos días y los contactos estarían más protegidos”, explica Oriol Mitjà, el científico que lidera la investigación, en la página web oficial. Creen que esto también podría proteger al personal sanitario, más susceptible de contagiarse.
El darunavir inhibe la proteína que hace que el virus se reproduzca, la proteasa, y la hidroxicloroquina, que también se usa para enfermedades reumatológicas, evita que “el virus entre en la célula huésped”, explica Mitjá a Jessica Mouzo de El País.
Según Mijtà, el ensayo clínico tiene este enfoque por el alto grado de contagio de este coronavirus. “Cada caso infecta durante 14 días una media del 15% de sus contactos. Es decir, de cada 20 contactos con una persona infectada, salen entre 2 y 3 nuevos infectados”, dice en la nota de la página web de la Fundación.
El virólogo español en el Mount Sinai
La línea de investigación del español Adolfo García-Sastre se ha concentrado en la influenza durante los últimos 25 años: en estudiar en estudiar la biología molecular de los virus que la producen. Es profesor de microbiología y de enfermedades infecciosas en la escuela de Medicina del hospital neoyorquino Mount Sinai. En la misma institución, dirige el Instituto de Salud Global y de Patógenos Emergentes, y también es director del Centro de Investigación de la Patogénesis de la Influenza.
El Instituto de Salud Global investiga varias enfermedades infecciosas y los patógenos que las causan. Según un reporte de Televisión Española, en esta coyuntura han estado García-Sastre y su equipo estudiando el coronavirus que produce la COVID-19.
“Lo más fácil es que no tengamos una vacuna hasta dentro de un año. Lo más fácil es que hayamos pasado una ola, que es la ola que estamos pasando ahora. Que incluso estemos pasando otra ola, que es la ola que ocurrirá en invierno [finales de año, principios del que viene], porque el virus no desaparecerá, y quizás para entonces es cuando tengamos una vacuna disponible”, dijo García-Sastre a la periodista.
En una entrevista con la periodista Gloria Díez, de Burgos Conecta, el científico fue más al detalle: “Para que una vacuna esté lista tiene que haberse probado y comprobado que funciona. En EEUU y Europa la ley no permite vacunar sin ensayos clínicos y estudios previos. En cuanto a los 90 días puede ser si algún país se salta esos ensayos pero aquí eso no sería ético. Para que esté lista faltan al menos siete meses. No podemos saber si estará preparada para utilizarse el próximo invierno”.
Mientras los resultados de todas estas investigaciones se prueban como efectivos y pueden aplicarse a la población general, lo más efectivo, además de las medidas de los gobiernos, es la responsabilidad individual con miras al bienestar colectivo, para detener la propagación y el daño a los más vulnerables: el aislamiento, la higiene y el llamado distanciamiento social.