Con el mundial femenino tomando relevancia y la visibilidad que esta disciplina está teniendo, me he encontrado con comentarios de muchos hombres de diferentes idiosincrasias, formaciones y estratos sociales.
En general las opiniones son similares: “estas chicas no le ganan a un buen equipo formado de hombres que no son profesionales pero que juegan los domingos”, “ el fútbol femenino es aburrido, mira no tienen velocidad, no es vistoso”, “que boludez tan grande que les celebren a las chicas argentinas un empate con Japón, porque supuestamente son potencia, eso en el de hombres ni por casualidad… lo malo que será el futbol femenino que Japón es potencia”, “Como dice Nadal no mueven el dinero que mueven los hombres en los deportes, ¿porque quieren cobrar lo mismo sino generan tanto?”, entre otras frases que suelo escuchar.
Cuando reflexiono sobre esto, me percato que el 80% de los que hablan creen que el fútbol es un deporte de hombres, el otro 20% no entiende de fútbol o no le gusta y como ya les parecía sin sentido el masculino, obvio el femenino es peor. Y es allí donde me preguntó: ¿Por qué el fútbol debe ser solo para hombres? ¿Por qué no es para las mujeres? ¿Por qué una mujer no puede ganarle a un hombre? Y la verdad que más allá de las características físicas que por obvias razones hay entre hombres y mujeres, no hay otra cosa que impida que las mujeres jueguen al fútbol. No estoy hablando de un fútbol mixto profesional, en mi opinión no está mal que mujeres jueguen con mujeres y hombres con hombres. Pero quizás una selección de chicas si le pueda ganar a un equipo de hombres que juega cada domingo, y le ganan no por fortaleza sino por cabeza ¡porque los hombres aún hoy creen que las mujeres no podemos!
Si bien es cierto que Japón no es potencia en el fútbol masculino, el hecho que lo sean en el femenino demuestra que en América del Sur estamos atrasados en este sentido. Estos países han invertido dinero y tiempo en las mujeres de la misma forma que lo hacen con los hombres. Sin embargo, viendo el mundial nos damos cuenta que Francia, Alemania e Inglaterra son potencias futbolísticas en ambos sexos. Son países en los cuales el trato a la mujer futbolista es mayor, aunque, como bien lo explicaron las alemanas en su video de promoción, nadie sabe quiénes son y no han tenido el mismo apoyo o publicidad que los hombres. Y es en ese punto donde está la diferencia, ellos siempre tuvieron apoyo, publicidad e inversión. Las mujeres se formaron con garra, de abajo, sin apoyo, luchando por sus sueños y por demostrar que ellas también son buenas.
Hoy somos muchas las que jugamos al fútbol, somos muchas las que sabemos que nunca llegaremos a una selección, que nunca jugaremos un mundial, pero cada fin de semana en una cancha corremos con la pelota, hacemos jugadas y por más que no pudimos tener la preparación que tienen prácticamente todos los niños (varones), aprendimos a jugar en el barrio, a los ponchazos, esperando que nos eligieran para un picadito, armamos equipos y ya de grandes nos entrenamos con alma, vida y corazón, para decirle al mundo que también sabemos jugar al fútbol; que lo entendemos, que lo vivimos, que lo sentimos, que somos apasionadas de un deporte mundial que muchas veces se nos negó, pero por el que hemos luchado contra los prejuicios y la imposición tácita de que no es un deporte para las niñas.
Muchos nos mandan a lavar ropa, a cocinar, “la mujer es de la casa”, pero así como a lo largo de la historia las mujeres hemos ido ganando posiciones en la sociedad (que aún lejos de lograr equidad hemos avanzado dentro del mundo con concepto machista), también hemos logrado posicionarnos en las canchas, robando las admiraciones de algunos que aún no nos creían jugando a la pelota, con el apoyo de algunos que han visto en nosotras un potencial y hasta un negocio. Está claro que a la selección Argentina de mujeres le falta mucho, como le faltaba a la selección de Colombia cuando en el último mundial en el que participó (2015), pero ambas con garra y amor por los colores que representan se han impuesto. Argentina logró empatar y ganar su primer punto en mundial y la Colombia del 2015 se impuso a Francia y llegó a octavos de final demostrando que no importa que rival tengan al frente, lo importante es jugar, vivir, ser feliz, transmitir y nunca pero nunca arrugar. Porque las mujeres nos levantamos cuantas veces nos tiren abajo, porque estamos hechas de un corazón de hierro y nosotras no arrugamos, nosotras luchamos por lo que queremos y cuando lo hacemos en la cancha somos guerreras que vamos a por todo por hacer un gol y ser felices.