“Si los latinoamericanos pudieran hacerlo [votar en las elecciones del 8 de noviembre en Estados Unidos] hay pocas dudas de la amplia ventaja que obtendría Hillary Clinton sobre Donald Trump”, escribe en Infolatam, Carlos Malamud, profesor de Historia de América de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), de España, e investigador de América Latina.
Lo afirma basado en un estudio de Ipsos Public Affairs, en el que consultaron a 393 líderes de opinión de 15 países de Latinoamérica, en el que Hillary Clinton tiene un respaldo de más de 90 por ciento y Trump un cero por ciento en Bolivia, Argentina, México y Ecuador; 90 por ciento frente a un tres y cuatro por ciento en Colombia y Brasil respectivamente; 77 por ciento para Clinton en Centroamérica y Caribe y 6 por ciento para Trump; 78 y 11 por ciento en Chile y 81 y 12 por ciento en Perú.
El analista internacional Felipe Trigos echa manos de los siguientes datos en un artículo en El Nuevo Herald: según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal, esta región representa “una quinta parte del comercio exterior de Estados Unidos” y en los últimos diez años un tercio de la inversión extranjera directa en la región de ese país vino de ese país, el primero en México, Centroamérica y Colombia. Es a América Latina, continúa, a la que EEUU compra más petróleo.
¿Qué pasaría en la región según cuales sean los resultados electorales de ese país este otoño y a partir de enero, cuando el nuevo mandatario tome posesión?
La Deutsche Welle, en su versión español, revisa varios escenarios en los que se pasea por los temas clave de las relaciones –diplomacia, acuerdos de libre comercio, lucha contra las drogas, relaciones comerciales– y concluye, tras juntar las opiniones de varios analistas, que Hillary Clinton daría continuidad a la política de Barack Obama y, si fuera Trump el próximo presidente, “habría, más que agresión, abandono”, como les dice Raúl Benítez Manaut, del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Hillary Clinton “no es una proteccionista radical”, dice Benítez: “Clinton seguiría las políticas de Barack Obama, que a su vez son continuación de las políticas de Bill Clinton y George W. Bush de buscar compromisos de libre comercio y acuerdos comerciales con todos los países del mundo”.
Otro artículo del mismo medio entrevista al politólogo experto subdirector de la Fundación Ciencia y Política Günther Maihold. Si Trump ganara, “América Latina se va a quedar sola, porque no tendrá muchas oportunidades para cerrar acuerdos de libre comercio con Estados Unidos bajo Trump. Tampoco podrá esperar apoyos para salir de las crisis que se presenten”.
El politólogo Javier Corrales, de Amherst College de Massachusetts, para quien “al parecer la única amenaza de seguridad que preocupa al candidato republicano es el Estado Islámico”, dice en el mismo artículo: “Trump está en contra de las alianzas, a menos de que los aliados paguen la cuenta, lo que pone en peligro las relaciones de seguridad con Colombia, México y Centroamérica. Es difícil predecir cómo se va a comportar con Venezuela, el único país de la región con el que Estados Unidos tiene divergencias importantes en temas de seguridad nacional. Podría tomar una línea dura, o simplemente ignorar la situación”.
El editor de Iq Latino, Leopoldo Martínez Nucete, se detiene en Venezuela: “(…), Hillary Clinton ha sido una voz coherente, comprometida y decidida a favor de la recuperación de la democracia, menoscabada hasta extremos patéticos por el chavismo como ella misma no ha vacilado en denunciar. Mientras que Trump no tiene ni idea al respecto, ni jamás ha dedicado un pensamiento a cómo enfrentar la crisis de Venezuela en el hemisferio”, escribió en su columna regular.
“Los motivos de los latinoamericanos para apoyar a Clinton frente a Trump y los de los hispanos para votarla son claros. El discurso negativo del candidato republicano sobre la realidad de EEUU se vuelve descalificatorio al hablar de los inmigrantes mexicanos. La ignorancia de Trump de los grandes temas de política exterior lo lleva a desconocer los cambios producidos en América Latina en las últimas dos décadas. Su estilo agresivo y populista no sólo provocará la ruptura del Partido Republicano sino también la desafección durante un largo período de tiempo de importantes contingentes de votantes hispanos que tradicionalmente lo habían apoyado”, escribe Malamud en Infolatam.
“Es verdad que la mayoría de los países en Latinoamérica tienen serios problemas de corrupción y la presencia de organizaciones criminales que representan un riesgo para la seguridad de todo el hemisferio. Sin embargo, antagonizar a vecinos, aliados y amigos, que aportan tanto para nuestra prosperidad no solo es una estrategia equivocada, sino suicida”, escribe Felipe Trigos, en clara alusión a Trump, en El Nuevo Herald.
“La próxima administración en Estados Unidos debe pensar seriamente el tipo de relación que quiere con personas, culturas y países que tanto aportan al bienestar de nuestros ciudadanos. No hacerlo y crear muros tanto físicos como sociales nos regresarían al aislamiento que nos llevó a la ruina en décadas pasadas”, concluye.