El cambio climático se está acelerando, según la Environmental Protection Agency (Agencia de Protección Ambiental) de Estados Unidos, haciendo más difícil la vida de la humanidad en general.
El calentamiento global ya es una realidad y el ciudadano común tiene que aprender a convivir con él mientras se libra la titánica lucha por atajarlo. Porque, como dijo una de las expertas citadas en el presente trabajo, “el calor mata”.
Pero, ¿tiene este fenómeno alguna incidencia particular en la comunidad latina?
En su artículo “Los efectos del cambio climático en las comunidades hispanas y latinas”, los académicos Héctor A. Colón-Rivera y Giselle Plata, afirman: “En última instancia, la crisis del cambio climático subyace a una crisis de salud mental que ya va en aumento y la heterogeneidad hispana/latina conforma diferentes patrones de injusticia medioambiental”.
¿De qué manera particular estamos insertados en este problema?
“El calor mata”
La mayor parte de Oregón, Idaho y Washington quedaron bajo avisos y advertencias de calor excesivo el pasado viernes 25 de junio, según informó la cadena televisiva NBC. Las temperaturas extremas amenazaron a unos 22 millones de personas en la región.
La doctora Kristie L. Ebi, profesora del Centro de Salud y Medio Ambiente Global en la Universidad de Washington, es coautora de un nuevo informe sobre el impacto del aumento del calor en la mortalidad y afirma: “Las altas temperaturas pueden matar. En Europa en 2003, hubo 70 mil muertes por el calor. Todo esto es evitable”.
Los expertos alertan que la muerte por calor es la mayor causa climática de muerte, y creen que hay un sub-registro al respecto.
Un análisis citado por Ebi sugiere que 5 mil quinientos estadounidenses mueren por calor cada año. “Si las temperaturas siguen subiendo, la mortalidad también aumentará durante el verano”, teme la experta.
Las altas temperaturas suponen un peligroso riesgo de enfermedades relacionadas con el calor, según The Washington Post. Los incendios forestales son mayores, las olas de calor más frecuentes, los mares más calientes.
Nuestros cuerpos funcionan dentro de un rango de temperatura que no es tan grande.
“Cuando se incrementa, nuestro corazón y otros órganos tiene que trabajar demás. Los adultos mayores de 65 años o con enfermedades crónicas tienen mayor riesgo; así como las mujeres embarazadas. Sus condiciones afectan el sudor y eso incrementa el riesgo. Finalmente, se produce un paro cardiaco por calor”, detalla la doctora Ebi.
Latinos y nueva realidad climática
En California viven más de 11 millones de inmigrantes y la mitad de ellos son latinos, según dio a conocer el Public Policy Institute of California en marzo pasado. A este estado lo afecta una sequía muy amplia, que castiga a México, Utah y Colorado, entre otros territorios.
Así lo afirma Daniel Swain, científico del clima de la UCLA (Universidad de California, Los Ángeles) en el Centro Nacional de Investigación Atmosférica. Agrega que “Es de intensidad muy severa y no es normal. Superará el nivel de 2013, que fue la peor en la historia del estado. Va de extrema a excepcional”.
El también autor del blog Weather West, afirma que “El impacto se incrementará en los últimos meses, porque apenas estamos iniciando la estación seca, que llega hasta septiembre, e incluso hasta noviembre”. Y agrega que “Existe un impacto de salud pública que no se está reconociendo”.
Detalla que este escenario aumenta la evaporación de agua y hay menos líquido disponible cuando más se necesita. “La atmósfera deja de tener la humedad que serviría como colchón en condiciones de calor. La humedad del suelo también baja”, dice.
Por si fuera poco, los bosques son más inflamables, los fuegos son más intensos y difíciles de controlar, amenazan a la gente y a los ecosistemas. “Esto se mueve hacia el noroeste del país”, advierte.
Más allá de las emisiones humanas, los científicos buscan otras causas. Pero la única explicación, según Swain, es que estamos emitiendo estos gases de efecto invernadero, que se acumulan por años en la atmósfera y no se disipan. “No es que no llueva; es que con el calor, el agua de la lluvia se evapora”, agrega.
Y continúa: “Estamos quemando cosas que tienen carbón, gasolina, aceite, incluso algunas maneras de generar la electricidad, despiden gases de efecto invernadero”.
Concluye diciendo que, aún si nos lo tomáramos en serio y bajáramos desde hoy las emisiones, tendríamos incremento de olas de calor por décadas. “Debemos adaptarnos a esta nueva realidad climática”.
¿Qué hacer para resguardarnos?
“Tenemos que educar a la gente sobre cómo bajar la temperatura central de su cuerpo. Mojarse la piel, mantenerse hidratados, vestir la ropa adecuada, usar un ventilador, qué actividades se pueden desarrollar para salvar gente”, según la doctora Ebi.
También debemos asegurarnos de que nuestros vecinos estén hidratados, que tengan un entorno con buena circulación de aire. La experta recomienda tener “tejados verdes”, que consisten en techos de edificios que está parcial o totalmente cubiertos de vegetación, con una membrana impermeable y los desagües apropiados.
Otro dato aportado por la doctora es que “La gente cree que, al vivir en un entorno de calor, se adapta. Esto no es así. El lugar con más muertes por calor en EE. UU. es Arizona”, Estado, por cierto, con 31% de población latina, de acuerdo al Pew Research Center.
La vocera advierte que la concentración de dióxido de carbono es un hecho y ha habido un gran incremento. En los últimos 15 a 20 años el calor es mayor de lo que esperábamos y en más lugares.
Refiere que una tercera parte de las muertes por olas de calor se atribuye al cambio climático. “La mayoría de los datos vienen de países del primer mundo, por lo tanto, no hay mayor información sobre países de medianos o bajos ingresos, que son los de mayor riesgo”. Entre estos se cuenta, por supuesto, toda América Latina.
Cuidando a los más vulnerables
Aradhna E. Tripati, del Instituto de Medio Ambiente y Sostenibilidad de la UCLA, señala que “Toda injusticia que exista va a interactuar con otras inequidades y esto va a ser devastador para las comunidades de bajos ingresos”. Entre estas comunidades, los inmigrantes latinos son un grupo superior al 17,2% del total, según data del U.S. Census Bureau (Oficina del Censo de Estados Unidos, 2019).
Tripati reflexiona: “Hemos escuchado de autos eléctricos, pero la mayoría de la gente no puede comprarlos. La energía solar está donde la gente tiene dinero”.
Según ella, “Tenemos que dar información, tomar decisiones y crear soluciones”. Pero aconseja: “Si queremos que las comunidades afectadas participen, hay que hacerlo en varios idiomas”, lo cual incluye a la población latina estadounidense.
Por otro lado, Tripati cree que la administración actual y el Congreso apoyarían todo esto. Pero “Hay que involucrarse con quienes toman las decisiones, emprender una acción colectiva, emitir mandatos para las oficinas de los representantes locales”, finaliza la académica.