En 2012 despertó el “gigante dormido”: así calificaron muchos al creciente poder de los hispanos para influir en la política estadounidense, como quedó en evidencia en los comicios presidenciales del pasado noviembre.
La permanencia del mandatario Barack Obama en la Casa Blanca –según indicaron los análisis postelectorales- mucho le debe al voto latino. Y no sólo en las urnas se mide el peso de la primera minoría del país: las acciones y opiniones de los hispanos han adquirido fuerza para hacer oscilar cualquier balanza.
Hoy los hispanos son más de 16% de la población total de Estados Unidos, pero además se han encaramado a posiciones desde donde es posible influir en la agenda política.
Algunos latinos prominentes han estado en primera plana durante el proceso electoral, como el cubano-estadounidense Marco Rubio –senador republicano por Florida, cuyo nombre sonó fuerte como compañero de fórmula de Mitt Romney- y el alcalde de la ciudad de San Antonio, Julián Castro, nominado como orador para la Convención Demócrata, una plataforma notable para impulsar cualquier carrera política.
Fuente: BBC Mundo