De niño quería ser cazador de tigres. Creció para ser uno de naturaleza muy distinta. Durante los últimos nueve años, el ingeniero forestal Laury Cullen Jr. ha coordinado esfuerzos para conservar los fragmentos restantes de la franja forestal al éste de Brasil, también conocida como la Mata Atlántica, que una vez ocupó la mayoría del este de Brasil. Trabajando con pequeños terratenientes, él ha probado que las técnicas agroforestales pueden revivir tierras degradadas y al mismo tiempo salvaguardar los bosques con su fauna excepcional.
Para el año en el que ganó el premio Rolex, Cullen planificaba incrementar el número de corredores forestales en el estado de Sao Paulo y ayudar a más de 400 nuevas familias a ganarse una vida basada en la agroforestería.
Proyecto
Conexiones que salvan vidas:
El mencionar la biodiversidad en Brasil conjura imágenes de la cuenca amazónica y la rápida disminución de la selva tropical. Existe, sin embargo, otro ecosistema en peligro en Brasil que requiere de una atención más urgente.
La Mata Atlántica una vez cubrió 1.2 millones de kilómetros cuadrados, más del 12% del territorio brasilero. Bordeando la costa atlántica por miles de kilómetros, solía extenderse 1,000 kilómetros hacia el interior del país. Hoy en día, solamente 80,000 kilómetros cuadrados – aproximadamente un 7% del bosque original – permanecen.
El bosque ahora consiste en pequeños fragmentos de tierra vulnerable. Pero éstos son el hogar del 7% de las especies de plantas y animales de nuestro planeta. Como Laury Cullen Jr. explica: “La Mata Atlántica es el ecosistema más adecuado para endemismo en el planeta – 55% de los animales y las plantas encontrados aquí no se encuentran en ningún otro lugar”.
Conectando los fragmentos del bosque:
El ingeniero forestal brasilero ha pasado la última década coordinando esfuerzos para conservar la mayor parte de los restos de la Mata Atlántica en el estado de Sao Paulo, por medio de proyectos ambiciosos que incluyen a los agricultores, terratenientes, plantaciones de azúcar y al gobierno brasilero.
El ahora planea expandir este proyecto conectando los fragmentos del bosque con los nuevos corredores forestales de vida salvaje que ha creado, y ayudando a más de 400 familias a cultivar 120 kilómetros cuadrados de tierras de cultivo degradadas.
En el estado de Sao Paulo, cerca de un 84% de los restos de la Mata Atlántica en el interior del país, se encuentra en el Pontal do Paranapanema, un área rural muy pobre que abarca los 360 kilómetros cuadrados en los que se encuentra el parque nacional Morro do Diablo – que es el hogar de 350 especies de árboles y 300 especies de mariposas, junto con 275 especies de pájaros y 40 especies de mamíferos – junto con una docena de pequeños fragmentos de bosque que cubren una totalidad de 120 kilómetros cuadrados. Fuera del parque, la mayoría de las tierras son propiedad privada y utilizadas para la plantación de caña de azúcar y para la cría de ganado – actividades que han ocasionado la deforestación y la degradación de las tierras.
Espacio para la vida salvaje
Después de completar su licenciatura en ingeniería forestal en la universidad de Sao Paulo en 1990, Cullen se mudó al Pontal do Paranapanema para estudiar una especie de mono en peligro de extinción, el tamarino león negro. Cullen se dio cuenta de que los fragmentos del bosque se estaban volviendo demasiado pequeños para la sobrevivencia de muchas especies. Es por esto que él comenzó a investigar la diversidad genética y el comportamiento de especies en peligro, incluyendo los jaguares y tapires, y puso collares-radios en algunos de estos animales, para poder utilizarlos como “detectives ecológicos” y poder seguir sus movimientos desde un fragmento del bosque a otro.
Trabajando con el Instituto de Pesquisas Ecológicas (IPÊ), el cuál co-fundó a principios de los noventa, Cullen coordinó estudios de los fragmentos más grandes del bosque para poder determinar cómo conservarlos y conectarlos los unos con los otros, previendo que los animales tuviesen l0a capacidad de migrar de un fragmento al otro.
Educando nuevos colonos
Mientras Cullen y sus colegas trabajaban para asegurar la supervivencia del bosque, un plan político presentó una potencial amenaza. A finales de los noventa, el gobierno brasilero lanzó un esquema ambicioso para re alocar a 50,000 familias desde las ciudades hacia las áreas rurales, suministrando una cantidad de terreno a cada familia. Muchas grandes haciendas han sido subdivididas a causa de esto, y segmentos de tierra de 12-15 hectáreas han sido donados a 6,000 familias pobres.
En el estado de Sao Paulo, una gran parte de las tierras dadas a los nuevos colonos son adyacentes a los fragmentos del bosque que todavía sostienen gran diversidad de flora y fauna – incluyendo el tamarino león negro, jaguares, ocelotes, pumas, tapires y guacamayos azules-amarillos.
Cullen decidió que los fragmentos del bosque necesitaban ser protegidos y conectados para asegurar que las prácticas agrícolas de los nuevos colonos no causara más pérdidas de biodiversidad. “Estos parches de bosques aislados son demasiado pequeños para mantener su propia integridad ecológica sin mantener un intercambio genético con los otros parches del bosque,” Cullen dice. Es por esto que los fragmentos están siendo conectados en una red de biodiversidad.
Un equipo de IPÊ ha construido un esquema para educar a los agricultores sobre la importancia de conservar el bosque. Esto incluye el entrenamiento de miembros del poderoso movimiento de trabajadores rurales sin tierras, Movimento dos Trabalhadores Rurais, en el uso de agroforestería, administración de tierras para la simultánea producción de alimentos, cultivos y árboles. “Nosotros les enseñamos que por medio de la utilización de principios agroforestales ellos pueden recuperar la productividad de las tierras,” dice Cullen.
Este proyecto llevó al IPÊ a reforestar las zonas de tierra piloto con la ayuda de terratenientes. Utilizando la información proveída por animales etiquetados con radios, los agricultores ayudaron a crear corredores para la protección de la vida salvaje, plantados con árboles nativos.
Los agricultores comenzaron plantando cinturones de árboles nativos de 50 metros alrededor de los parches de bosques existentes, para proveer zonas de amortiguamiento en contra de la incursión de plantas invasoras. Al mismo tiempo, ellos también han plantado “escalones” – nuevos segmentos de árboles nativos que incrementan la conectividad entre los fragmentos de bosques y proveen sombras para el crecimiento de cultivos como las semillas de café.
Los agricultores han donado su tiempo al proyecto a cambio de entrenamiento y equipos para proteger los nuevos árboles de su ganado. Para el final del año 2003, 80 pequeños terratenientes estaban envueltos en todas las etapas del proyecto.
Entre el 2004 y el 2007, Cullen planeaba conectar cinco fragmentos de bosque restantes en Pontal do Paranapanema con nuevos corredores de vida salvaje. En donde éstos corredores no son factibles, él planifica – en conjunto con los agricultores – establecer zonas de amortiguamiento y nuevos “escalones”.
Ayudando a los pobres
El adoptar técnicas de silvicultura será la única forma en la que estas personas podrán ganarse la vida en éstas tierras tan degradadas. Esto crea una situación en la que todos ganan por igual, tanto los conservacionistas como los agricultores. “Nosotros ganamos porque ahora tenemos un ejército de personas ayudándonos a plantar un nuevo bosque, y los pequeños terratenientes ganan porque pueden ganarse la vida,” dice Cullen. De esta manera, las personas sin tierras que fueron vistas como un problema a causa de su necesidad de deforestar y cultivar la tierra, se han convertido en parte de la solución.
El éxito que Laury Cullen ha tenido al entretejer un plan de protección ambiental combinando técnicas de agroforestería, investigación de la vida salvaje y la participación de agricultores; le ha ganado la admiración de personajes como Richard Bodmer, de la universidad de Kent, en Inglaterra, quien está supervisando el Ph.D. de Cullen sobre jaguares en la región de Pontal. “Su proyecto, combinando la agroforestería y los corredores de vida salvaje de una forma emocionante, está a la vanguardia de la conservación y dejará un gran impacto tanto en la vida salvaje como en las personas de la localidad,” dice Bodmer. “Este es exactamente el tipo de proyecto que se necesita para una conservación exitosa.”
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