Quizás el momento que determinó el éxito de esta aguerrida emprendedora social fue aquel en que rodeada de usuarios de computadoras en un cyber-café, tuvo que volver tras sus pasos en el pasillo para recoger una de las suelas de goma de su único par de zapatos. Humillada ante los murmullos y las risas burlonas, Lilian estalló en lágrimas al llegar a casa y darle la espalda a la puerta. No era la primera vez que las circunstancias la intentaban detener. No fue la única vez que insistió.
Al día siguiente volvió a la misma sala de computadoras donde jamás ocultó el propósito de sus visitas: Lilian estaba decidida a crear una organización, a constituir un proyecto y expandirlo, trascender fronteras geográficas y económicas. Desde niña, cuando su madre la abandonó y hasta buena parte de su adultez, riñó fuertemente con la pobreza y la necesidad, ambos aspectos que ella consideró (aun en sus momentos más terribles) pasajeros, porque tenía muy claro dentro de sí lo que quería lograr. Suena fácil de decir, pero Lilian atravesó terribles avatares que le impedían desde un descanso mínimo hasta una alimentación regular: “comía pepitos con malta”.
Esa determinación de una joven con escasísimos recursos no pasaba desapercibida para quienes la rodeaban. En efecto, el dueño del cyber-café desde donde Lilian con un conocimiento precario de internet averiguaba cómo hacer un proyecto, qué eran las metas, qué era una misión, al verla tan decidida, siempre le dejaba usar más tiempo del que su presupuesto le permitía pagar para cubrir sus horas en Internet. Fue ese mismo propietario (que la vio recoger la goma de su suela) quien le hizo la primera donación que recibió en su vida: una hoja de cartulina de hilo para que imprimiera sus tarjetas de presentación.
Hay un hecho trágico detrás de esta determinación, un hecho que además, detonó su voluntad de salvar vidas.
En 2005 murió su cuñado en un accidente de tránsito. Lilian estuvo en el “levantamiento del choque” como se llama en Venezuela al proceso (a veces viciado) en que se traza un croquis y se hacen las experticias que pretenden “clarificar” las posibles culpas del siniestro. Semanas después, en el proceso que se inició, ella misma vio en los pasillos de los tribunales que había muchísimas personas en régimen de presentación por homicidios viales. Lilian quería justicia para la muerte del esposo de su hermana. Nada pasó. La persona responsable del choque quedó en libertad. Todo esto dejó a Lilian aturdida, la poca asistencia en casos como el que ella y su familia vivían la hizo reflexionar profundamente sobre los accidentes y la desprotección posterior a las víctimas y afectados de los mismos.
Fue así como junto a sus hermanas decide crear una asociación para orientar e informar qué hacer en caso de un accidente vial, todo bajo un ambiente bastante familiar y poco comprometido por parte de los otros integrantes. Lilian rápidamente se desprendió de esa intención vana. Ella sí había encontrado una “pasión impactante” y a ello quería entregarse. En 2008 crea Asotránsito, empezando desde cero y con la convicción de que su idea iba a crecer.
Con 32 años, una niña y habiendo perdido su empleo como Trabajadora Social, Lilian se aboca a la organización. Ella misma diseñó la página web, el logo, pasaba las noches en vela desde su cama pensando en cómo darle cuerpo a su organización. Todo esto en una pieza de un ambiente hostil, habiéndose separado de su pareja y de su hija, por no poder garantizarle la manutención. No decayó.
Poco a poco la web de Asotránsito y su empeño en proyectos de atención al niño así como la elaboración de una primera guía de afectados por accidentes de tránsito fueron teniendo mayor acogida entre instituciones y entes vinculados a la seguridad vial.
En 2009 recibe una invitación para un evento del Ministerio de Educación, con participaciones y “palabras del emprendimiento”. Lilian se vio rodeada de ingenieros, urbanistas, ejecutivos y expertos en el tema vial. Ella no quería ser vocera de una asociación más que desde la comodidad de una oficina se “sentara a hablar por teléfono de la situación con aire acondicionado”. Ella no quería salir en el periódico como muchos de los presentes en aquel evento del Ministerio. Tomó el micrófono y lo dijo.
Porque le dolían las muertes.
En su turno de palabra, se vio rodeada de la tensión que generaba aquella aparente “lucha” por saber quién tenía más conocimientos. No se dejó apabullar y contra todo pronóstico empezó diciendo: “no tengo cuadros ni estadísticas, lo que tengo son unas tremendas ganas de salvar vidas”. En el foro había una representante de la Organización Mundial de la Salud que al escucharla quiso inmediatamente sumarla a su equipo.
Con la ayuda de la Fundación Seguros Caracas y la OMS pudo entonces costear el pago del pasaje, el hotel y sus viáticos para hacer el primer viaje de su vida. Iría a Bélgica donde tendría una participación en el I Foro de Asociaciones de Víctimas de Accidentes de Tránsito de la OMS. Lilian, aquella muchacha que rogaba en Caracas cuando se reunía varias veces con las mismas personas que no notaran que estaba vestida igual. La asistieron para poder hacer su participación en inglés dejándole por escrito literalmente cómo debía leer y pronunciar las palabras. Allí Asotránsito quedó inscrita ante la Organización.
Empezó el período de dichas, casi fieles a las mejores historias de “al mal tiempo buena cara”. Asotránsito creció ofreciendo cursos de manejo defensivo y capacitación industrial en el mismo sector. Su padre, a quien le habían dicho que su hija tenía serios problemas de atención y aprendizaje, gritaba al verla en televisión ¡la loca, la loca, la loca lo logró!
Las visitas en la misma página web que a tientas hizo con tutoriales en línea, recibió más visitas, de instituciones, organizaciones y claro, víctimas. Víctimas que hoy día cuentan con un equipo de abogados voluntarios que asesoran totalmente gratis el proceso posterior a un accidente. Fue por esta vía que la contactó la Asociación Stop Accidente, con ánimos de formar una Federación Iberoamericana de Asociaciones en contra de la Violencia Vial, intención que se formalizó al poco tiempo en Medellín con el apoyo de MAPFRE España y el gobierno local.
En 2010 el segundo viaje de este recorrido tuvo como destino a Washington D.C. Lilian fue invitada siendo la suya una de las organizaciones que propuso y discutió los puntos para el Decenio de Seguridad Vial convocado por Naciones Unidas, en el marco de los “Diez años de seguridad vial para los países miembros de la ONU. A su regreso entiende que está consolidando su sueño. En efecto, sintió varias certezas: “no podía permitirme vivir echándole la culpa de todo a mi papá y a mi mamá”. Ahora vivía el tiempo que soñó, el trabajo se multiplicó y empezó a necesitar ayuda, para 2011 ya orientó la idea hacia crear voluntariados a nivel nacional.
Lilian no omite confesar que en todo ese tiempo bombardeaba con e-mails a cuanto persona hubiera tenido la ocasión de conocer en empresas de la industria automotora, de seguros o combustible. “Eran horribles, escribía mal, con errores y desesperada buscando apoyo o ayuda, eso sí, les informaba de todo lo que estaba haciendo, sin siquiera saber si alguien leía mis reportes”.
En efecto los leían.
Un día de principios de 2013 recibe una llamada de ASHOKA. Una de las ejecutivas de una corporación transnacional de las que ella sentía molestar con sus “horribles correos” había seguido la pista de su trabajo, su evolución y su compromiso. Fue esa misma ejecutiva quien sin comunicárselo la postuló para que fuera Fellow de ASHOKA, por lo que la llamada la encontró sinceramente impresionada. Si bien el proceso de postulación cumple con unas fases muy rigurosas, no fue difícil para Lilian demostrar su valor, compromiso y trayectoria. Desde entonces, ASHOKA significa para ella muchísimo. Se sintió valorada por primera vez y además, comprendida. Esas ansias que sentía en el liceo por liderar, pero sin saber muy bien qué, ahora tenían nombre y forma: “me hicieron entender que yo era una emprendedora social, y me hicieron sentir que lo que yo tenía valía la pena, Ashoka para mí ha sido la ausencia de dolor”.
Ya incorporada como Fellow, tomó talleres de trabajo organizado, planes de acción, presupuestos, planificación estratégica y de orientación emprendedora “cómo ser un emprendedor” y claro, cómo replicar esa idea que ella tiene con Asotránsito, cómo poder lograr ese mismo sistema en otras regiones.
Actualmente Asontránsito brinda cursos de manejo defensivo para evitar accidentes, talleres de seguridad vial, charlas que van desde los efectos del alcohol al volante hasta el uso del cinturón de seguridad.
El equipo lo integran representantes voluntarios en cinco ciudades de Venezuela: Maracay, Valencia, Puerto La Cruz, Puerto Ordaz y Maracaibo. Al menos una vez al año hacen Ferias de Seguridad Vial donde actividades con lentes simuladores de embriaguez, entre otras formas animadas toman el rol protagónico para fortalecer la conciencia al volante. A su vez, es fijo el voluntariado jurídico que han capacitado para brindar un cuestionario de fácil comprensión en caso de accidentes: información de responsabilidad, homicidios y características de los accidentes.
Con la ayuda de Seguros Caracas tiene previsto publicar 3.000 ejemplares de una “Guía de ayuda a los afectados de hechos viales” que será distribuida gratuitamente. El protagonista de la guía es Rafa, una mascota que a través de las páginas recuerda a los usuarios “estar pilas con los papeles”.
Además de la Guía, en septiembre esperan por el evento “Déjate ver” que se valdrá de un aparente desfile de moda que busca enseñar las señales de tránsito de una manera fashion ofreciendo prendas como correas, bufandas, pulseras y accesorios con adhesivos retro reflexivos que además tendrían contenidos e información vial. “Hay que hacer una convocatoria y creer en los líderes” es como resume Lilian su intención replicadora dentro de Asotránsito.