Nadie parece dudar que la realidad global es muy dinámica, cambiante y que está en constante movimiento, pero jamás lo vimos tan claramente como hasta el año pasado con la llegada de la pandemia. Jóvenes y adultos tuvimos que aceptar la nueva realidad y aprender a cambiar nuestras dinámicas laborales, familiares y de la vida diaria.
Atravesados por la tecnología en todas sus dimensiones, pusimos en práctica habilidades y capacidades que quizás hasta entonces no conocíamos, lo que aumentó los debates en torno a qué aprendemos y a cómo se enseña en los diferentes niveles de educación.
Si tenemos en cuenta que la universidad es el lugar que históricamente se ha encargado de prepararnos y brindarnos las herramientas para el futuro, debatir su rol debe ser una prioridad.
Porque los tiempos han cambiado y los desafíos que se les presentan a las nuevas generaciones distan mucho entre sí. Hasta hace poco se les exigía a los jóvenes contar cada vez con más títulos y bagajes teóricos; en los últimos años las exigencias pasan más por la adquisición de habilidades socioemocionales como la autorregulación emocional, empatía, resiliencia y trabajo en equipo entre otras.
En torno a estas, han surgido un sinfín de iniciativas de skilling y up-skilling que muestran cómo otras instituciones de educación superior pueden prepararnos para el mundo laboral y hasta con ofertas educativas que se adaptan a los tiempos y necesidades de cada uno, muchas veces generando debate sobre el rol actual de las universidades.
El experto Jeffrey Selingo describió muy bien esta realidad en su último libro publicado hace unos meses, llamado Who Gets in And Why, a Year Inside College Admissions. Según narra, en Estados Unidos están surgiendo miles de ofertas nuevas, porque los millennials y la Generación Z están más abiertos a recibir educación de diferente manera; y además porque están cambiando los procesos de admisión deshaciéndose de los exámenes estandarizados y acelerando la acreditación entre diferentes instituciones y niveles educativos.
Ante este aumento de la necesidad y la demanda de la educación superior, que se ha visto reforzado por el Covid, se vuelve fundamental repensar la Universidad tal como la conocemos, su acceso y el sistema de graduación en América Latina y una gran cantidad de lugares de Estados Unidos, donde los egresados siguen siendo una minoría, principalmente entre la población mas vulnerable, hispana y afro-descendiente.
Pero no sólo sobre este punto las universidades merecen un debate. En el último tiempo también hemos visto surgir muchas instituciones nuevas en el campo de la investigación y desarrollo de la ciencia, donde la Universidad hace décadas tiene un liderazgo indiscutido y han perdido fuerza como espacio único de relacionamiento y de networking. La expansión de think tanks , centros de pensamiento e Institutos publico-privados, y la aparición de redes sociales como Linkedin han logrado disputar dentro de estos terreno que durante mucho tiempo fueron de su propiedad exclusiva.
El uso de la tecnología digital en la educacion superior, que existe hace tiempo ya, pero que durante este año de pandemia parece haberse hecho mas aceptable y consolidado, generará mayores intercambios entre países, menor relación con la localización de los estudiantes y posiblemente mayor acceso y oportunidades.
La Universidad es una institución fundamental en todos los países que han logrado desarrollarse y generado una amplia clase media. No hay ninguna duda al respecto, pero ¿cómo seguirá creciendo en las próximas décadas? Y, lo que es más importante, ¿hacia dónde va su futuro?
Gabriel Sánchez Zinny, Exministro de Educación de la Provincia de Buenos Aires.