Los límites de la RSE: ¿respetarlos o cruzarlos?

La responsabilidad social empresarial es un modelo de gestión que puede marcar un diferencial potente y a la vez enriquecedor con las compañías de la competencia

La RSE (Responsabilidad Social Empresaria) tiene que ver con los límites. En realidad tiene que ver con superar los límites yendo más allá de donde corresponde para que los beneficios que se obtengan sean superiores a los que se podrían obtener sin superar esos límites.

En términos empresarios una metáfora válida sobre límites es la del terreno de juego. Los negocios se llevan a cabo en un terreno de juego -y con reglas- que no están fijadas por los empresarios.

No son los hombres de negocios quienes imponen las reglas que regulan su actividad.

Si bien es cierto que permanentemente intentan influir para que éstas sean tan favorables como lo consigan existe una actividad, al menos regulada en Estados Unidos, que tiene por objeto transparente influir frente a los reguladores en beneficio de las empresas (lobbying)- finalmente las decisiones, y las regulaciones, no quedan en sus manos.

No hay empresa que no tenga que amoldarse a las reglas de juego del sitio donde opera. No hay empresa que pueda llevar a cabo una operación ilegal ya que el solo hecho de hacerlo la descalificaría como empresa.

Sin embargo los límites suelen disparar dos reacciones básicas; por un lado la protección que brinda la certeza en presencia de los límites.

Si conocemos los límites podemos concentrar todos nuestros esfuerzos en intentar ser los mejores “dentro de la cancha”.

Ganar, perder o empatar nos permitirá siempre adquirir un aprendizaje que nos facilite la chance de superarnos durante el siguiente desafío.

Por otro lado los límites suelen generar la tentación de quebrarlos. Evaluar qué podría ocurrir si los ignoramos suele ser la oportunidad para que la creatividad cobre fuerza y la innovación encuentre su lugar.

Esta lectura positiva, y hasta recomendable, pierde su valor y sentido cuando es aplicada al vínculo entre una empresa y su comunidad.

Nadie puede sospechar que forma parte de una empresa como empleado- y ésta no hace los aportes -por tomar solo un ejemplo- que requieren las normas vigentes.

Si esto ocurriera la persona no estaría en condiciones de rendir (trabajar seguramente sí, en especial si lo impulsa la necesidad y no tiene alternativas) como corresponde.

Sería una estafa basada en la seria asimetría entre una institución poderosa (la empresa) y una persona necesitada de trabajo.

Un típico caso de quiebre de límites que requiere de varios factores coincidentes. En primer lugar ocurre cuando las reglas se mantienen pero los que se diluyen son los castigos. Si es así habrá empresas que asuman el riesgo impulsados porque las posibilidades de castigo son muy bajas y los beneficios extremadamente tentadores.

En segundo lugar porque la segunda línea de control, la más amplia, la que corresponde a la comunidad y sus actores, lo deja pasar por una cuestión de valores. Valores confundidos frecuentemente por la necesidad y el espejismo del mal menor.

Siempre será preferible que la gente tenga trabajo, aunque no sea digno, que el flagelo de la desocupación. Un pensamiento equivocado que se impone a fuerza de repetición y como mecanismo de escape de situaciones críticas que, por sostenidas, se terminan haciendo costumbre.

En tercer lugar debido a la aceptación de los pares, quienes finalmente deberían defenderse de la competencia injusta e insostenible que genera compartir un mercado con actores que no respetan las reglas de juego “inclinando la cancha” a su favor de una forma que hace muy difícil mantenerse en juego para quienes cumplen con todas las reglas.

¿En qué momento entra en juego la RSE?

La RSE es un modelo de gestión que supera otros límites. En primer lugar el límite de la competencia. Cuando no nos quedan diferenciales físicos, cuando lo que hacemos ya lo copió o lo mejoró- la competencia la RSE nos permite incrementar el valor que nos otorga el vínculo con la comunidad a través de todos y cada uno de los actores con los que nos relacionamos.

Y la forma de relacionarnos con ellos es a través, en buena medida, de mostrarles salida y solución a sus problemas.

Mostrando alternativas superadoras a la oferta actual. Si nuestra empresa cumple con todas las alternativas legales, y las excede para darles mayores beneficios de los impuestos por las normativas vigentes a nuestros empleados, vamos a tener un diferencial potente y a la vez enriquecedor tanto para la empresa como para la comunidad. Al tiempo que vamos a estimular a nuestros competidores a que intenten seguirnos por la senda que nos lleva al éxito.

La realidad es el escenario donde nos toca competir, el que está delimitado por regulaciones que pueden no gustarnos, que podemos ver como equivocadas pero que son las que tenemos que aceptar para llevar adelante nuestro negocio dentro del marco de la ley.

En este campo de juego las posibilidades son infinitas. Allí es donde la RSE pasa a ser una de las habilidades que nos pone a la “hinchada de nuestro lado” y eso suele ser un buen estímulo para conseguir el mejor resultado.

Fuente: TERRA (AR)