La población de animales vertebrados en el planeta ha caído 58% entre 1970 y 2012: más de la mitad de peces, aves, mamíferos y reptiles del mundo han desaparecido en sólo 42 años, que es el tiempo de medición registrado en el último Living Planet Report de la organización World Wild Fund (WWF) . La principal responsable de esta degradación es la actividad humana. Y para 2020, la devastación podría crecer hasta 67%.
El periódico The Guardian dice en un reportaje que estas criaturas que han desaparecido y las que están amenazadas con desaparecer se extienden “desde las montañas a los bosques, los ríos, los mares, e incluyen las bien conocidas especies en peligro de extinción como elefantes y gorilas, y las menos conocidas como los buitres y las salamandras”.
“El tamaño y la escala de la empresa humana ha crecido exponencialmente desde la mitad del siglo XX. Como resultado, la naturaleza y los servicios que provee a la humanidad están sujetos a un creciente riesgo. Los científicos sugieren que hemos hecho la transición del Holoceno a una nueva era geológica, a la que llaman Antropoceno. El futuro de muchos organismos vivos está en cuestión”, expone el resumen del informe.
Las principales amenazas para los animales salvajes son, entonces, “la pérdida y degradación de su hábitat, con la conversión de áreas naturales para la expansión agrícola, seguidas de la sobreexplotacion de las especies, como la pesca no sustentable”, concluyen los investigadores, quienes, de acuerdo con The Guardian, y junto a la Sociedad Zoológica de Londres, usaron data científica para elaborar el estudio que indicaban también que la caza y la contaminación son también responsables de esta devastación.
El informe –considerado por un artículo de The Guardian como el más amplio realizado hasta la fecha–, dice que podríamos presenciar la caída de dos tercios de esta población de seres vivos hacia 2020, hasta 67%. “A manos que actuemos ahora para reformar nuestros sistemas de alimentación y de obtención de energía y cumplamos los compromisos globales para abordar el cambio climático, proteger la biodiversidad y apoyar un desarrollo sustentable”.
Los investigadores llegaron a esta conclusión a través del indicador Living Planet Index, con el que encontraron que la población de especies de agua dulce ha experimentado la mayor caída, 81%, en el mismo periodo. “Las principales amenazas son las pérdidas del hábitat y la degradación, por ejemplo, a través del impacto directo de las represas y extracciones de agua no sustentables, además de la sobreexplotación”, estiman.
La población de especies terrestres ha disminuido 38% en esos 42 años. “La mayoría de la tierra del planeta ha sido modificado por los humanos, lo cual ha tenido un gran impacto en la biodiversidad. Sin embargo, áreas designadas protegidas cubren 15.4% de la superficie de la Tierra, lo que es probable que haya disminuido la caída del índice terrestre” comparado con los otros índices, dice el extracto.
La especies marinas ha disminuido 36%, la mayoría hasta los años 80, “cuando la tendencia se estabiliza”. “La pesca excesiva es la amenaza más común y mientras algunas pesqueras están ahora mostrando recuperación por medidas de gestión más fuertes, la mayoría de las reservas de peces que contribuyen más a la captura global han sido completamente pescados o pescados en exceso”.
“Ya no somos un mundo pequeño en un planeta grande. Somos ahora un mundo grande en un planeta pequeño, donde hemos alcanzado un punto de saturación”, cita The Guardian, en la onda de la teoría del Antropoceno, a Johan Rockström, director ejecutivo del Stockholm Resilience Centre, que escribió un prólogo del informe.
El verano pasado –no mucho tiempo antes del informe del WWF– otro grupo de 40 especialistas alertaba, en un artículo científico de la revista BioScience de la Universidad de Oxford, avalado por la Wildlife Conservation Society, del riesgo de que se extingan de la Tierra los mamíferos más emblemáticos, también por efecto de la actividad humana. “Los humanos han sido una fuerza motriz responsable de un proceso sostenido de extinciones y declives en la abundancia de numerosas especies de animales”, lo cita el periódico El País, que advierte que estos científicos estiman que “en el siglo XXII podría no quedar ni uno de los considerados grandes mamíferos. Ni los emblemáticos como el oso polar ni los más desconocidos como el órix cimitarra, que ya está a punto de extinguirse”. Y abundan en ejemplos: los leones están amenazados por “la reducción drástica de sus territorios y la presión de la frontera agrícola”; los elefantes, por la caza furtiva que busca sus marfiles; los herbívoros salvajes, por la ganadería masiva –“por cada gran herbívoro salvaje que encontremos en el planeta, hay 400 cabezas de ganado rumiante”; otras especies, por “la deforestación de sus hábitats”.
Agrega el periódico: “(…)En la actualidad, el 59% de los grandes carnívoros (aquellos de más de 15 kilos) están oficialmente amenazados de extinción. Y lo mismo sucede con el 60% de los grandes herbívoros (los de más de 100 kilos). Y aunque se han hecho importantes esfuerzos para salvar a algunos de estos animales, como con los grandes carnívoros europeos, no serían más que parches a juzgar por la alarma con la que importantes expertos en biodiversidad describen la situación. El riesgo es particularmente crítico en África Subsahariana y el sudeste asiático. (…) El problema va más allá de la desaparición de un animal bonito o emblemático. Cada vez hay más ciencia que muestra el papel de estos grandes mamíferos como especies clave en sus entornos, de los que depende un equilibrio muy delicado. Son ‘ingenieros de ecosistemas'”, dicen, capaces de regular efectos en cascada en la biodiversidad que los rodea. Además, prestan servicios económicos y sociales fundamentales en las comunidades que los tienen cerca”.
En el documento de WWF, Marco Lambertini, su director general, escribe: “La biodiversidad y el mundo natural, incluyendo los sistemas que mantienen la vida como los conocemos colapasarán. Dependemos de la naturaleza por el aire que respiramos, el agua que bebemos, la comida y los materiales que utilizamos y la economía de la que dependemos y, no menos importante, para nuestra salud, inspiración y felicidad”.
El informe resalta una amenaza cada vez más clara, descuidada en el trajinar de nuestra vida civilizada: “De forma creciente, la gente es víctima del estado de la naturaleza en deterioro: si no actuamos, la Tierra se volverá menos habitable para nuestra sociedad globalizada moderna. Los humanos ya han traspasado el límite del equivalente a cuatro sistemas planetarios más de lo que necesita para una operación adecuada. En 2012, la biocapacidad equivalente a 1,6 planetas tierras se necesitó para proveer los recursos naturales y servicios que la humanidad consumió ese año”.
“Para mantener la naturaleza en todas sus muchas formas y funciones y para crear un hogar equitativo para la gente en esta planeta finito, debería haber un entendimiento básico que pueda generar estrategias de desarrollo, modelos económicos y de negocios y estilos de vida acordes: tenemos un solo planta y su capital natural es limitado. Una comprensión amplia del vínculo entre la humanidad y la naturaleza podría inducir a un cambio profundo que permita que todas las formas de vida florezcan en el Antropoceno”, cierra.
(Para recordar este vínculo, puede buscar, por ejemplo, la serie documental Planet Earth, que realizó la BBC en 2006, sobre la vida salvaje en el planeta y su armoniosa y perfecta interacción con las leyes y los ciclos naturales que lo rigen. Recién la semana pasada estrenó la segunda parte, Planet Earth II).