Para llegar a Islandia desde el aeropuerto internacional de Maiquetía, en la región capital de Venezuela, se necesitan, más o menos, entre 1700 y 2600 dólares para un boleto de avión y unas 23 horas de viaje. Hay 7484 kilómetros de distancia entre la Venezuela caribeña de clima templado y constante todo el año y ese país-isla del norte de Europa, volcánico y de vientos glaciares, con soles de medianoche en verano y solo tres o cuatro horas de luz en invierno.
Los nueve primeros meses de 2019, sin embargo, 84 venezolanos pidieron protección internacional a las autoridades de ese país de 362 mil habitantes. Hasta septiembre, la Dirección de Inmigración de Islandia recibió 621 solicitudes de asio; Venezuela fue el segundo país, después de Irak, que más solicitudes hizo. Y las autoridades las aprobaron todas: la protección para cinco casos y la protección subsidiaria para 79.
Es un grupo aventajado en comparación con los migrantes venezolanos que intentan llegar como sea a países vecinos de América, y con cada vez más restricciones. Además de haber logrado disponer del dinero para el viaje y las gestiones migratorias, su situación legal en ese país está resuelta.
El aumento en las solicitudes de asilo es considerable con respecto al año anterior, cuando, además, en Islandia había habido un descenso total en estas cifras. Según las estadísticas más recientes de la Dirección de Inmigración de Islandia, en 2018, 14 venezolanos pidieron este estatus de protección e Inmigración se lo aprobó a ocho; en 2017, solo dos venezolanos hicieron la solicitud y el gobierno la otorgó a uno (un permiso humanitario); y en 2016 ningún venezolano pidió el asilo.
En 2017, según cifras de la ONU citadas por una investigación del periódico Expansión, Islandia tenía 41,853 inmigrantes: de ellos, 39 eran venezolanos. Hasta hace muy poco no estaba acostumbrado a recibir residentes de otros países.
Las cifras oficiales de Agencia para los Refugiados de la ONU (ACNUR), acaso todavía conservadoras, hablan de al menos 4,5 millones de venezolanos refugiados y migrantes en todo el mundo. Dicen que más de 650 mil venezolanos han pedido asilo en todo el planeta y que más de 2 millones viven “bajo otras formas de estadía legales” en las Américas. Como es sabido, estos números obvian a las personas que emigran sin papeles o a los hijos de nacionales de los países que van, que heredan su ciudadanía.
La presión migratoria venezolana sigue en aumento y en los últimos tres años por lo menos ha sido más palpable en los países vecinos de América, donde las limitaciones para la entrada de venezolanos aumentan. Once países latinoamericanos ya piden visa a los venezolanos, como encontró Florantonia Singer en un reportaje para El País: Perú, Ecuador, Chile, Honduras, Guatemala, Panamá, El Salvador y Trinidad y Tobago, Aruba, Curazao y Bonaire. Últimamente las autoridades migratorias mexicanas se han ensañado en las aduanas con viajeros venezolanos (además de colombianos y brasileños): los deportan –a siete de cada 10, según reportó Claudia Solera para Excelsior— pero, antes, los incomunican y los maltratan. Por otra parte, han abundado los reportes de acciones xenofóbicas contra venezolanos en varios países de la región.
No es descabellado, entonces, que los migrantes venezolanos busquen otras esquinas del planeta.
¿Por qué Islandia? ¿Por qué un país-isla con 200 volcanes y 11,1% de su territorio hecho de glaciares, más cercana del Polo Norte que del sur de Europa, un clima completamente opuesto (12 grados de media en verano; 1 grado o dos en invierno) y una cultura muy diferente, un idioma ajeno y una sola ciudad, su capital en 103,000 kilómetros cuadrados de superficie (porque tiene densidad de población de solo tres habitantes por kilómetros cuadrados) ?
El nivel de vida en Islandia es bueno. Aunque por su volumen de Producto Interno Bruto (PIB) es la economía 107 del mundo, su PIB per cápita de 2018 fue de 62,100 euros, lo que la pone en el puesto 7 de 196 en el ranking de PIB per cápita mundial. Según Expansión, el salario medio de Islandia está entre los más altos del planeta y la inflación anual acumulada a octubre de 2019 fue de solo 2,8%.
Las leyes y la constitución favorecen la igualdad, en general.
Los islandeses son amigables y acogedores, dicen los testimonios de venezolanos residentes en ese país recogidos por Voice of America.
Y la seguridad es un factor clave. Desde 2008, Islandia está invicta como el país más seguro del mundo, según el Global Peace Index. “Venir de Venezuela acá fue un alivio total. Poder salir a la calle, sin miedo”, comentó Hugo a Iacopo Luzi de Voice of America.
El inglés es una buena lengua vehicular para vivir en ese país, pero la Asociación de Venezolanos viviendo en Islandia, que publicó entradas en su blog hasta 2017, recomienda que se tomen cursos para aprender el islandés. aumenta las posibilidades de encontrar un buen trabajo con un salario mejor. “Los que saben islandés acceden más fácilmente a los distintos servicios existentes y también pueden estar pendientes de lo que sucede a su alrededor en Islandia”.
Islandia tiene una particularidad en sus leyes: es prácticamente imposible vivir allí sin documentos legales. Es obligatorio para todos tener el número de identificación y seguro social, el kennitala. “Todo (sin exagerar al decir todo) está ligado a este número que es único e irrepetible para cada persona. Conociendo el kennitala de alguien se puede saber desde su número de teléfono, en cuál banco tiene sus cuentas, donde trabaja, su dirección de habitación, cuantas propiedades tiene, etc. Y sin este número no tienes la posibilidad de alquilar si quiera una habitación donde vivir, ni mucho menos de obtener un trabajo”, dice otro post de la Asociación de Venezolanos viviendo en Islandia.
Es obligatorio tener seguro médico. Además, por sus buenos indicadores, Islandia está entre los países más caros de Europa, y los migrantes que aspiran a una residencia legal deben demostrar, al llegar, que pueden mantenerse solos sin depender del Gobierno.
“Es uno de los mejores países para ser mujer, para ser madre, para avanzar y de verdad ser mejor. Es seguro en todos los niveles posibles y para aquellos que después estén dispuestos a dejar atrás la viveza venezolana, es uno de los mejores destinos que podrán encontrar”, escribieron en la Asociación.