En las profundidades marinas, los tiburones acechan pero las víctimas no siempre son peces. En ocasiones, la presa son los cables de fibra óptica. Pero es difícil cuantificar estos incidentes y determinar los efectos específicos en la infraestructura dañada por mordidas de tiburones. George Burgess, director del Programa de Investigación de Ataques de Tiburones en Florida, Estados Unidos, afirma que no hay ninguna base de datos que documente el número de mordiscos –ni los daños causados– porque se trata de información secreta, tanto en el área militar como en la industrial. El especialista explica que, mientras existan este tipo de conexiones marinas, los tiburones seguirán sintiéndose atraídos a los cables de fibra óptica. ¿La razón? Generan señales electromagnéticas que los atraen porque son similares a las que emiten los peces. Las mordidas de tiburones han hecho que Google decidiera utilizar un material similar al kevlar, empleado en chalecos antibalas y neumáticos por su gran resistencia y ligereza, para reforzar sus instalaciones marinas.
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