La Deutsche Welle acaba de publicar este reportaje sobre un seminario celebrado en Berlín con más de veinte académicos y activistas latinoamericanos en torno al tema del retorno de los países de la región al modelo de explotación y exportación de materias primas como motor de desarrollo, en lo que se conoce con la etiqueta de “neoextractivismo“. IQ Latino reproduce parcialmente este interesante artículo.
Pese a ser América Latina una región bendecida con abundantes riquezas naturales, la explotación de esos recursos se convierte en una maldición que atrapa a los países en dinámicas de las que es muy difícil salir, que benefician a las élites y marginan y criminalizan a los directamente afectados; los campesinos y los pueblos indígenas, los más pobres y vulnerables que se resisten a ser despojados de sus territorios.
Los organizadores cuestionaron si este camino ofrece una solución a las demandas sociales, como afirman incluso los gobiernos de centroizquierda de la región, o si es más bien una ‘maldición’ que profundiza la brecha de desigualdad, mina la participación política y anula las conquistas sociales ancladas en las reformas constitucionales.
“Es un debate muy polémico en América Latina hoy en día. Los gobiernos llamados progresistas, desde los que se autodenominan revolucionarios hasta los socialdemócratas, Uruguay, Argentina y Brasil, han acentuado la lógica extractivista para responder a las demandas sociales de la gente que votó por ellos. Aunque en algunos casos se ha reducido la pobreza, la desigualdad, y hay políticas de mayor acceso a la educación y a la salud, el problema es hasta qué punto es posible concebir este ‘neoextractivismo’ como una etapa que puede ser superada”, afirma el sociólogo venezolano Edgardo Lander, encargado de abrir la conferencia con un repaso sobre el papel histórico de América Latina como proveedor de materias primas en la división internacional del trabajo desde el surgimiento del capitalismo.
El intelectual venezolano, que participa activamente en los movimientos sociales que se opusieron al Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), mencionó como ejemplo a su país, que lleva cien años en esa lógica ‘rentista’, pero también lamentó el caso de Ecuador. “Venezuela está atrapada en una lógica rentista de la que no encuentra una salida. Es muy lamentable que Ecuador, un país que tiene una historia petrolera de décadas, pero que no tiene historia minera, abra la minería como paso hacia una sociedad post extractivista, con la instalación de un orden social que posteriormente será extraordinariamente difícil de romper”, advierte.
La activista brasileña Julianna Malerba, representante de las organizaciones FASE (Federación de Órganos para la Asistencia Social y Educacional) y RBJA (Red Brasileña de Justicia Medioambiental), recordó que su país ha invertido millones de dólares de recursos provenientes de la industria extractiva para la organización de la Copa Mundial de Fútbol, pero las condiciones de vivienda, de salud, de educación y de movilidad en las ciudades son muy precarias. La activista cuestionó lo que llamó ‘visión occidental desarrollista hegemónica‘.
“El modelo de desarrollo urbano e industrial está mostrando sus limitantes en las ciudades, es ahí donde se ven las aspiraciones de la gente a tener su propio coche, casa, y más bienes de consumo”. Malerba mostró un mapa con la Bahía de Guanabara, en Río de Janeiro, recortada por gasoductos, oleoductos y puertos que sirven a ese modelo del neoextractivismo, que tiene un impacto sobre la vida de la población urbana y de los pescadores que viven de la bahía. La activista destacó que las fuerzas sociales, ya sea desde el campo o desde las ciudades, deben incidir en las decisiones sobre el uso de los recursos naturales y los modelos de gestión del suelo urbano.
Ana Di Pangracio, representante de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), contó la lucha de sus pobladores del cerro Famatina contra un proyecto de megaminería otorgado a la multinacional canadiense Barrick Gold, la mayor a nivel mundial especializada en la extracción de oro.
“Se organizaron, resistieron ataques de la empresa y de las autoridades, fueron víctimas de espionaje y de causas judiciales contra los líderes de la resistencia, y una militarización de la zona con el objetivo de intimidar la protesta. Al final, Barrick Gold, acabó retirándose.
Fuente: DW | @IQLatino