La crisis económica de Puerto Rico no es solo un problema que exige respuestas en el ámbito federal. Tambien tiene implicaciones políticas ya que ha cambiado el mapa electoral de la Florida, un campo de batalla clave tanto en las elecciones presidenciales como para la Cámara de Representantes y el Senado, puestos claves que también están en juego en ese estado.
En el pasado cuando pensábamos en el voto boricua nos ubicábamos rápidamente en la ciudad de Nueva York. Pero como resultado de la crisis en la isla, cerca de un millón de puertorriqueños se han desplazado y han establecido residencia entre Orlando y Tampa. El momento en que este millón de puertorriqueños se reubicaron a la Florida, activaron automáticamente su derecho a votar como ciudadanos americanos.
Es cierto que la deuda de Puerto Rico exige un plan de reformas y ajustes en el gasto o las políticas de la isla, pero más allá de la racionalización de su política fiscal, el gobierno federal tiene un rol que jugar en este asunto. La reordenación del gasto militar, particularmente en la naval, ha tenido consecuencias en la isla, y la competitividad de Puerto Rico frente a otras naciones soberanas en el Caribe también se encuentra limitada por su estatus politico-jurídico que hace aplicables decenas de leyes, regulaciones e impactos fiscales a los negocios que se pueden desarrollar en la isla.
Pero, muy particularmente, las negociaciones en el marco de la diplomacia económica les permiten a países vecinos en el Caribe diseñar alianzas soberanas y favorables a las inversiones con otros países con una libertad de la que no dispone el gobierno de Puerto Rico sin intervención o habilitación del gobierno federal. Eso exige respuestas que comienzan con reformas puntuales a la ley de bancarrota para permitir la renegociación de la deuda de Puerto Rico bajo el Capítulo 9 de dicha ley, como han podido hacerlo exitosamente decenas de ciudades en el los EEUU, entre ellas Detroit.
Puerto Rico y su gente son parte integral y vibrante de la sociedad estadounidense. El futuro de la isla es importante para todos, pero es un asunto particularmente sensible para ese elector boricua que hoy reside en la Florida. El caso de Puerto Rico, económicamente hablando, en el contexto del sistema federal americano es similar en sus magnitudes al de Grecia en la Unión Europea, pero la fiscalidad y profundidad del mercado de capitales de los Estados Unidos ofrece muchas más posibilidades y facilidades para resolverlo exitosamente. Es inexplicable que no exista conciencia de ello en algunos integrantes del liderazgo del Congreso y el Senado, particularmente en quienes representan el estado de la Florida.
En el liderazgo del partido demócrata en el Congreso se han hecho sentir con energía y propuestas concretas las voces del Congresista Luis Gutierrez y la Senadora Elizabeth Warren.
En la contienda presidencial Hillary Clinton ha presentado ideas y compromisos firmes para resolver esta crisis. Sin embargo, la mayoría Republicana en el Congreso y el Senado sigue indiferente ante esta crisis. En Florida, el voto hispano es crucial y se movilizará junto con sus hermanos boricuas, que hoy residen en ese estado, para exigir soluciones. Eligirán a un presidente, a representantes al Congreso y al Senado comprometido con esta causa, la cual es una de varias priodades para la agenda latina.
Latino Victory Project apoya a nuestros hermanos puertorriqueños y a candidatos que harán la diferencia en el futuro, de momento incierto, de la isla. Hemos endosado las candidaturas de Hillary Clinton a la presidencia y nuevos líderes como Darren Soto al Congreso, porque Florida y el país necesitan cambiar la actual actitud indiferente a la suerte de Puerto Rico que predomina en el Congreso. Este tema seguramente tendrá un impacto en la elección de un nuevo reemplazo para Marco Rubio como Senador para la Florida.
Hay mucho en juego en estas elecciones, y también muchas razones para que los latinos hagamos sentir nuestras voces.