El desierto que dejó la violencia en Ciudad Juárez, Chihuahua, en México, se convierte en una oportunidad de renovación. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), ese desierto son 115.000 casas vacías, una de cada cuatro.
Irene Caselli escribió la historia para City Lab Latino, de Univisión Noticias: “Hay un paisaje común en las zonas periféricas de Ciudad Juárez: tierras robadas al desierto regadas de casas populares prefabricadas”. A las viviendas deshabitadas las llaman tapias, despojadas de puertas vacías y ventanas; cascarones.
Están en pleno invierno en Ciudad Juárez. En el barrio Parajes San Isidro, en el sureste de la ciudad, uno de los “barrios dormitorios” para obreros de las fábricas del entorno, la ONG CASA Promoción está recuperando estas casas para convertirlas en centros sociales para los jóvenes, escribe Caselli. Como esa casa que la reportera vio, en la que acababan de sellar las puertas y ventanas, y pintar una de las paredes de blanco, para que unos niños pudieran ver la proyección de unos dibujos animados.
Esta ONG trabaja hace casi veinte años en la formación de liderazgos entre los jóvenes en Ciudad Juárez, generando “modelos de intervención en diversas dimensiones y temáticas asociadas al campo juvenil: educación, cultura, participación, adicciones, violencia y género entre otras”, explica su web. Tienen estas cifras como fondo: “30% de adolescentes de 12 a 14 años no estudia ni trabaja (INEGI, 2005).
Sólo estudia 31% de la población de 15 a 19 años (frente a 67% nacional), INEGI, 2005.
Aproximadamente 75% de las victimas y victimarios son adolescentes y jóvenes entre los 14 y 25 años.
Primer lugar en consumo de sustancias adictivas (última Encuesta Nacional de Adicciones, SS, 2007)”.
El proyecto de intervenir las tapias, continúa Caselli, nació en esta ONG cuando notaron que “una mayoría de la población de estas zonas tiene menos de 29 años y pocos espacios de recreación destinados a ellos”. El trabajo consiste en identificar las casas deshabitadas, en las reuniones semanales, y luego su limpieza, pintura y uso.
“Nuestra idea es que las tapias se vuelvan en lugares autogestionados, que los mismos vecinos al participar con nosotros tomen el liderazgo del lugar”, le dice Antonio Zarate, uno de los promotores, a la autora del texto de Citylab Latino, quien detalla los riesgos de que las viviendas sigan desiertas:
“Quienes viven alrededor dicen que las casas abandonadas se convierten en tiraderos de basura o se llenan de cucarachas y ratones, transformándose en un problema de salud.
Otro riesgo es la inseguridad. Ciudad Juárez ya no es la ciudad más violenta del mundo, tal como era considerada entre 2008 y 2011, cuando era la capital mundial de homicidios. Sin embargo, los vecindarios periféricos siguen siendo territorios peligrosos, con poca presencia de las fuerzas de seguridad. Los vecinos cuentan que las tapias son usadas para el consumo y la venta de drogas, así como refugios durante secuestros. Dicen también que allí se cometen delitos sexuales.
Además, existe el llamado ‘paracaidismo’: la ocupación ilegal de estas casas por parte de jóvenes o de familias pobres que una vez instalados se conectan ilegalmente a la red eléctrica. En ocasiones esto ha causado incendios, como ocurrió en Parajes de San José en enero, donde una madre murió calcinada junto con sus cinco hijos”.
El reportaje reseña el trabajo de La Tenda di Cristo, una organización que trabaja en la intervención de tapias en Parajes de San José, “una zona aún más aislada y peligrosa”. “Ahí intentaron recuperar una tapia que ya era considerada un centro de reunión de los chicos del barrio, quienes la habían llenado de grafiti. Pero la policía la terminó clausurando porque la consideraban un centro de tráfico de drogas”.
Irene Caselli hace notar en su reportaje que este paisaje de casas vacías es el recuerdo del auge y luego desaparición de las maquiladoras en los alrededores de Ciudad Juárez, esas fábricas que ubican las grandes marcas en zonas fronterizas, para no pagar impuestos y, que, generalmente, funcionan con mano de obra explotada. “Con la llegada a Ciudad Juárez de las maquiladoras (…) fue aumentando la población de la ciudad, con migrantes del sur de México o de Centroamérica en búsqueda de trabajo y mejores oportunidades. Entonces, el desarrollo inmobiliario no tardó en llegar: la ciudad se expandió hacia el desierto, y los trabajadores tuvieron acceso a programas de crédito del estado para comprar viviendas”. “(…) Es una historia de desarrollo sin planificación que se intensificó a partir del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que entró en vigencia en 1994 y cuyo futuro está ahora amenazado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump”, añade.
El estallido de la crisis global de 2008 dejó sin trabajo a muchos obreros de las maquilas. La violencia también obró. Y entonces quedaron las casas abandonadas. “De todos modos, pese al abandono, la construcción de viviendas continúa hasta ahora”.
Según el diario ABC de México, las autoridades locales de Ciudad Juárez firmarán un contrato con el Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) para asignar, en un principio, 50 viviendas abandonadas a agentes de a Secretaría de Seguridad Pública Municipal (SSPM), “que carecen de un crédito”. “De esta manera, dijo [el alcalde] se dará certidumbre a los agentes policiacos que por las características de su trabajo históricamente han tenido dificultades para tener acceso a la compra de casas debido a que su profesión se considera de alto riesgo”.
El alcalde es Armando Cabada Alvídrez y lo cita Irene Caselli: “Quedó claro que es Juárez la ciudad seguramente que tiene más problema de vivienda abandonada en el país y que, por lo grave de este problema, se tendrá que hacer un programa especial para poder recuperar vivienda con sentido”.
(Imagen: Archivo ABC)