Los taladros de una obra cercana a la casa u oficina, los ladridos del perro del vecino, las bocinas de los automóviles en la calle, los tubos de escape de las motocicletas, el camión de la basura, ruido, ruido, ruido… Vivir con sonidos desagradables y de forma permanente parece ser uno de los signos de las grandes ciudades. Hay que aprender a convivir con eso o mudarse a un barrio más tranquilo.
Pero Rudolf Stefanich, un diseñador industrial austriaco especialista en mediciones sonoras urbanas, nunca se conformó con eso y creó un aparato que se adosa a las ventanas que absorbe todos el ruido exterior y deja los espacios en paz y silencio.
Su invento, aún en etapa de prototipo, es uno de los finalistas del prestigioso concurso internacional de innovación James Dyson.
El dispositivo, que se llama Sono, está formado por un micrófono que capta el ruido que queremos anular, un generador que produce ondas que anulan ese sonido y una estructura en círculos concéntricos que está en contacto con la ventana y que transmite la vibración al cristal, convirtiéndolo en la membrana de un altavoz.
El sistema se basa en la propiedad de interferencia de las ondas acústicas: el sonido es una onda de baja frecuencia que, en la teoría, es posible anular generando otra onda que interfiera con ella de determinada manera. En la práctica, sin embargo, esta característica es limitada, pues funciona relativamente bien con los sonidos constantes de baja frecuencia pero no tanto con sonidos más agudos y esporádicos.
A pesar de esa limitación, Sono ya podría significar una importante reducción de ruido en muchos hogares, convirtiéndose en una mejora en la calidad de vida de personas que viven en zonas con niveles muy altos.
El gadget es algo más sofisticado y permite al usuario seleccionar qué sonidos quiere oír y cuáles no. Digamos que el canto de los pájaros llega hasta tu ventana, sepultado bajo el ruido de decenas de motor de coche. Con Sono podrías escuchar solo a las aves y eliminar efectivamente todo lo demás, o sustituir un sonido desagradable por otro más relajante.
“Por ejemplo, puede detectar los ladridos del perro de tu vecino, cancelar ese sonido específico y sustituirlo con el trino de un pájaro”, explica Stefanich.
La batería de Sono se recarga a la manera tradicional, enchufándolo a la corriente eléctrica. Pero Stefanich explica que también “recoge la energía del ruido electromagnético de señales como el wifi y otras similares”.