No resulta extraño que en pleno siglo XXI nos encontremos hablando sobre la importancia de contar con tecnología en los sistemas educativos. Si bien desde hace décadas, las instituciones buscan adaptarse a las continuas transformaciones digitales, la realidad muestra que esto aún no se consigue.
Hemos escuchado diferentes podcast y leído numerosas publicaciones sobre cómo la educación inicial, primaria o secundaria han tenido que esforzarse para sobrellevar la educación a distancia impuesta por la pandemia. Tarea nada fácil. Pero ¿qué sucedió y sucede con la educación superior? Universidades o institutos, tanto públicos como privados, también han tenido que afrontar estos desafíos. Y como sabemos, el COVID-19 forzó a que los sistemas y las comunidades educativas busquen en el corto plazo lo que se planificaba a largo: la transformación digital.
Además de esta necesaria y urgente adaptación, la educación superior también enfrenta otro reto: la existencia de una nueva demanda laboral. Hoy, el mundo del trabajo requiere de nuevas habilidades y capacidades, y las instituciones de educación superior (IES) son uno de los ámbitos donde deben enseñarse. Para ello es inevitable rever su oferta curricular y vincularla -en gran medida- a esta nueva demanda y a las nuevas tecnologías.
En este sentido y en el marco de la Conferencia Mundial de Educación Superior de la UNESCO del 2022, el Diálogo Interamericano y CATESCO (Catalonia For Education, Science and Culture Organization) realizaron un informe sobre las oportunidades y las principales barreras a las que se enfrentan las IES latinoamericanas en la post-pandemia. El mismo señala cuáles son las áreas prioritarias en la cuales enfocar la agenda de transformación digital para la educación superior en América Latina.
Entre esos ejes de trabajo y de acción, se destaca en primer lugar el poder analizar e incidir en los marcos regulatorios, siempre basándose en evidencia y datos reales. Para esto señalan como clave el trabajo entre equipos interdisciplinarios (incluyendo voces destacadas dentro de las instituciones y también del sector privado).
En segundo lugar, el poder identificar modelos alternativos de enseñanza y aprendizaje. Claro, luego de tanto esfuerzo durante la pandemia, es clave dar continuidad de sistematización de los aprendizajes a través de mejores mecanismos para compartir y adoptar las buenas prácticas entre IES y evaluaciones de impacto sobre adaptaciones pedagógicas y nuevos modelos de titulación.
En tercera instancia, trabajar en red. El informe señala la importancia de fomentar nuevos modelos de cooperación y alianzas entre instituciones de educación superior con el sector privado. Potenciar estas uniones será esencial para continuar promoviendo una cultura de innovación .
En cuarto lugar, el poder promover espacios de debate y diálogos entre diferentes actores involucrados resultará clave/importante. No solo para identificar, sistematizar y compartir buenas prácticas, sino también para incidir en política pública y regulación.
Sin dudas, existe una necesidad de unir esfuerzos en pos de la incorporación de la transformación digital a la educación superior. Visibilizar, debatir y compartir experiencias y prácticas exitosas son aguriosos pasos para poner manos a la obra para la evolución de los sistemas educativos.