Un hacker argentino quiere conquistar el espacio

Emiliano Kargieman comenzó siendo pirata informático pero un día su vida cambió y se dedicó a la industria espacial. Ha puesto en órbita un satélite experimental, "Capitán Beto", y pronto lanzará otro, "Manolito"

Cuando era niño, a Emiliano Kargieman le daban una radio, un televisor o una cámara de fotos e inmediatamente la desarmaba para investigar lo que había en su interior. A los nueve años, cuando tuvo su primera computadora, trató de agregarle más vidas a los videojuegos.

De adolescente, comenzó a experimentar para aprender más y, a través de un módem, empezó a ingresar en otras computadoras con el objetivo de ver cómo funcionaban sus sistemas operativos.

En California aprendió lo que es CubeStat, un protocolo de las universidades estadounidenses utilizado para fabricar satélites pequeños y enviarlos al espacio. Quedó pensando en hacer algo parecido en su país.

Kargieman comenzó siendo hacker, aunque no en el sentido de una persona que transgrede la privacidad y tiene fines maliciosos contra otros. Su concepto como pirata informático es cambiar la concepción clásica de la tecnología y buscar hacer algo diferente. Ese ha sido el propósito de su vida.

Cuando tenía 17 años, el director de la Dirección General Impositiva (DGI) de Argentina lo invitó, junto con otros hackers, a evaluar los sistemas de la DGI en todo el país, recordó. Kargieman aceptó la propuesta y se puso a trabajar.

“Romper los sistemas de seguridad nos llevó un día y después nos pasamos dos años tratando de arreglarlos”, contó. Dos años más tarde cofundó Core Security Technologies, una empresa que desarrollaba software y ofrecía consultoría en seguridad informática. Asesoró a compañías como Apple y Cisco.

Pero un día su vida en la industria informática finalizó. Fue a un centro de investigación de la NASA en Mountain View, (California) para tomar un curso de verano y comenzó a hablar con expertos de la industria espacial. Su vida cambió radicalmente.

“Viniendo de la industria del software (…) empecé a encontrar que había un montón de oportunidades de hacer tecnologías que fueran al espacio, pero usando metodologías y prácticas de ingeniería mucho más nuevas”, rememoró.

Así nació Satellogic, un emprendimiento argentino de base tecnológica que logró colocar en el espacio a Capitán Beto, un nanosatélite de dos kilos que fue financiado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de ese país.

Desde hace cuatro meses está en órbita y, según Kargieman, el resultado ha sido “superexitoso”. Tiene una cámara para tomarle fotos a las estrellas y una computadora a bordo que envía datos sobre cómo está funcionando, por lo que sus objetivos son más experimentales que científicos y comerciales, contó el hacker.

Tras realizar Capitán Beto, Kargieman se ha dado cuenta que no es tan costoso hacer un satélite. Esto se enmarca en un fenómeno al que llamó “democratización del espacio”. “Al hacer estos satélites, que terminan siendo diez mil veces más baratos que los tradicionales, empezamos a permitir que no solo países, agencias espaciales y laboratorios de investigación puedan realizarlos, sino que hasta los propios individuos puedan pensar en construir servicios desde el espacio”, manifestó.

Las innovaciones en materia espacial están dejando de ser del dominio exclusivo de quienes invierten astronómicas sumas de dinero, en un mercado que mueve US$ 100.000 millones por año. Un satélite pequeño, como Capitán Beto, puede financiarse con menos de US$ 20.000, contó el experto. Los proyectos “pasan cada vez más a pequeñas y medianas empresas. Hacen hasta cohetes”, agregó.

Hoy en día, a sus 38 años de edad, trabaja en un nuevo satélite, Manolito, llamado así en honor al personaje de Mafalda. Tiene previsto lanzarlo desde Rusia a fines de noviembre y para el año que viene realizará dos más.

“Queremos tener una plataforma de nanosatélites que nos permita brindar servicios desde el espacio”, aseguró.

Kargieman piensa que, de aquí a 10 años, el ser humano va a “redescubrir el espacio” como ocurrió en la década del 60 cuando el hombre pisó la Luna. Empleando productos tecnológicos de bajo costo, como los celulares, el argentino quiere ser artífice de ese descubrimiento.

Fuente: Reportaje original de Juan Pablo de Marco publicado en El País (UY)