Una pareja hace un cine en una pequeña ciudad fronteriza de Venezuela con butacas de busetas

Jorge Alexánder Cegarra y Yéxica Andreína Ortiz de Cegarra, una pareja con dos niñas, tenían hace un tiempo una pizzería en el municipio Ayacucho, de la ciudad de San Juan de Colón, la tercera ciudad más poblada del estado Táchira, con unos 100 mil habitantes , en Venezuela. Táchira es fronterizo con Colombia por el suroeste.

La hiperinflación, que en 2019 cerró en 7374%, les hizo inalcanzables los precios de la harina y otros insumos para las pizzas; la precariedad de los servicios como el gas dificultó, además, el funcionamiento del negocio. En la actualidad, las regiones del interior en Venezuela padecen con más fuerza la fragilidad de los servicios.

La pareja cerró la pizzería. Usaron a continuación el mismo local para la ventas de garaje: traían artefactos desde Caracas la capital, los arreglaban, los vendían: llegaron a vender 50 neveras. Pero la dolarización de facto en Caracas quitó rentabilidad a este negocio también.

Entonces, con los meses, decidieron echar adelante una idea de mucho tiempo: hacer el único cine de Colón. Lo lograron en menos de tres meses, para inaugurarlo en diciembre de 2019, en el mismo local que antes fue pizzería y venta de garaje. Se llama Cinelandia.

Ortiz y Cegarra contaron su historia a Daniela González, del Diario La Nación, en Táchira.

“La decisión era que yo me fuera del país, porque no nos alcanzaba el dinero para irnos los cuatro, y si nos íbamos los cuatro sería más difícil; pero las ideas se me venían a la cabeza, yo no quería que pasaran los meses sin ver a mis hijas y a mi esposa; en mi mente siempre estuvo hacer un cine en Colón pero la falta de dinero complicaba las cosas”, le dijo Cegarra a González. La mamá de Cegarra ya había emigrado a Argentina.

Cinelandia es un cine pequeño y familiar, con capacidad para 38 personas y tres funciones diarias, con la luz del día, a las 10 de la mañana, 1 de la tarde y 4 de la tarde, que son horas más aptas para la seguridad personal.

La pareja contó con el apoyo de la familia, cuenta la nota periodística. Le prestaron dinero. Cegarra y Ortiz comenzaron por las chiveras, como en Venezuela se llaman los depósitos de partes de vehículos y otros enseres usados. Se fueron a las de La Fría, una de las ciudades principales del Táchira, en búsqueda de asientos de unidades de transporte público para convertirlos en las butacas de su cine.

“Tuvimos que caminar un trayecto bastante largo, el calor de La Fría penetra en los pies; al encontrarlas, nos costaron 700 mil pesos colombianos [unos 210 dólares] y quienes nos ayudaron a cargarlas nos preguntaron que cuánto nos pagaron por cargar ese ‘mugre’; las butacas estaban bastante dañadas, pero nosotros todo lo que comprábamos deteriorado lo arreglábamos, así que no nos preocupábamos, había gente que nos decía que estábamos locos”, cita la nota periodística.

Pesos colombianos, sí, porque, al menos desde 2017, esa divisa circula en Táchira, también de facto como en dólar en Caracas, para la compra de alimentos, medicinas y productos de todo tipo. El peso es más fuerte que el bolívar: un peso colombiano cuesta al menos 22 bolívares. De hecho, los precios de Cinelandia son en pesos: De lunes a miércoles, la función cuesta 1000 pesos (unos 30 céntimos de dólar); jueves y viernes, 1500 pesos (unos 45 céntimos de dólar);  sábado y domingo, 2000 pesos (unos 60 céntimos de dólar).

 

Imagen tomada de la página de Facebook de Preferida Stereo

Ortiz y Cegarra continuaron armando el cine. Una tía, cuenta Daniela González en la pieza de La Nación, les hizo los forros de las butacas, mientras otro pariente hizo la remodelación del local.

“Cuando la gente veía que estábamos tumbando donde estaba la pizzería, nos decían que estábamos locos, que cómo íbamos a dañar la cerámica, que para qué eran esos escalones tan altos, y yo les decía que iba a hacer una cochinera, pero cuando les decía la verdad, que iba a hacer un cine, se reían de nosotros”, detalló Cegarra.

“Nosotros no teníamos el dinero, todo fue prácticamente prestado (…)”, agregó Ortiz.

Hicieron la pantalla de cuatro metros, adaptaron los asientos con las tablas de unas camas literas, les financiaron las plantas eléctricas –por la precariedad del servicio eléctrico—y los aires acondicionados.

“Cuando ya estábamos a punto de abrir, nos faltaba lo más importante, las cotuferas [las máquinas para hacer las cotufas, en inglés, popcorn] y la inversión de golosinas; a pocos días de la inauguración, vendimos el carro y pudimos comprar lo que faltaba”, dijo Yéxica Ortiz a Daniela González.

Cinelandia quedó inaugurado el 1 de diciembre de 2019, en la función de las 10 de la mañana, con la película Un amor inquebrantable. La demanda a día de hoy es alta, por lo que hay que reservar las entradas.

La pareja dice que la sala de cine seguirá creciendo: esperan hacer segundo piso para que tenga una sala de espera. Han presentado ya espectáculos de magia que continuarán los próximos fines de semana y quieren que sea un espacio para más cineforos.

Foto: Facebook de Preferida Stereo